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──Eddie, vamos a la peluquería.
──NO QUIERO.
──No te pregunté si querías o no, te dije Eddie, VAMOS A LA PELUQUERÍA.
──Oblígame a salir de casa. ──se cruzó de brazos.
──No verás Bob esponja hoy.
──YA VOY.
Se dirigieron a la peluquería, o el infierno para Munson.
──Señora, por favor, quítele esos pelos de muñeca vieja.
──Está bien joven. ──la viejecita asintió.
Eddie estaba que lloraba, su melena, su gran melena se estaba yendo y todo por hablar antes de pensar.
Pasaron los minutos, para Munson fueron horas, el espejo que estaba frente suyo le estaba mostrando como ya no tenía aquella gran melena que se dejó crecer desde mucho tiempo atrás.
──Listo, está todo terminado. ──la señora se alejó de ellos y ellos pagaron. Salieron del lugar.
──OH POR DIOS, TE VES HERMOSO, ¿ACASO ESE ES MI NOVIO?
──Ahora si estás con un hombre. ──sonaba serio.
──Tú dijiste que te ibas a cortar el cabello.
──Ti dijisti qui ti ibis i cirtir il cibilli, ya qué.
──Amor, no te enojes, de verdad, tE VES HERMOSO.
Eddie estaba enojado, no quería dirigirle la palabra a su novio, vaya que estaba muy enojado.
La noche cayó y Munson seguía así, Steve no sabía qué hacer así que, fue por una manta, envolvió a Munson con esta, se sentó a su lado y también se envolvió. Encendió la televisión y vieron Bob esponja, tal y como lo había prometido.
Tan pronto como comenzó el programa, Eddie ya tenía una gran sonrisa en su rostro, no podría odiar a su pareja y un corte de cabello no iba a cambiar eso.
F I N . . .
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