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The forbidden kiss

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The forbidden kiss

Metí la cabeza en mi casillero, juro que quería desear estar metida en mi cama y dormir todo el día, en cambio, estoy en la maldita escuela. Escucho unos toques en la puerta del casillero y lo cierro encontrándome con Sarah.

Una Sarah apoyada moviendo la cabeza de un lado a otro para que vea su nuevo corte de cabello. Ya no era la Sarah con cabello verde y largo hasta el trasero, ahora es una nueva, con cabello corto hasta las orejas todo pegado a su cabeza y de color negro.

—Wow, que cambio—sonrío—. Ahora mismo podría enamorarme de ti.

—Sin problema eh, tú también eres guapa.

Hago una mueca y me miro el sencillo vaquero negro que llevo puesto con un jersey largo de color camello. Ni hablar de mi cabello marrón sin peinar, casi nunca lo hago. También están las ojeras marcadas porque no duermo bien y no uso ninguna pizca de maquillaje para cubrir eso.

Vuelvo a mirarla. Ella siempre anda reluciente con sus collares de cuarzo largos y pulseras de colores, lleva puesto un overol azul y una camiseta negra. El maquillaje siempre le sale espectacular, con sus delineados extravagantes y los labios rojos.

—No sé que tengo de guapa—respondo.

—Todo, Evie—engancha su brazo con el mío—. Simplemente tú, así como eres.

—Gracias.

Nos encaminamos a un rincón escondido en la escuela, algo así como una habitación pequeña de cuatro paredes, solo que está vacío y siempre vamos ahí con los demás en nuestro descanso para comer, hablar o curiosear sobre la vida de otros.

Al entrar vemos a Gigi y Spencer sentados juntos conversando con sus manos entrelazadas. Desvíe la mirada al suelo y me senté con Sarah, frente a ellos.

—Hola chicos—saluda Gigi.

Ella iba espectacular también, tenía vestido color vino que se le subía hasta el muslo y su cabello negro brillante con esas ondas preciosas que caían por un costado.

—¿Cómo han ido las clases?

Pregunta él, Spencer, vestía de negro con un camisón largo del mismo color y su cabello azabache lo tenía pintado de blanco, estaba tan sexy como siempre. Él no despegaba sus ojos de los míos.

—Horribles—responde Sarah—. ¿Y Nick? ¿Otra vez va a llegar tarde?

—Debe estar enrollándose con alguien—hablo por primera vez.

Masacre en WestloreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora