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Gun, aim, fire

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Gun, aim, fire

Ya hace un buen rato seguíamos buscando a Gigi por todos los lugares escondidos de este pueblo y ella no aparecía, todos pensamos lo peor. En este caso Len manejaba con el coche de nosotros.

—No contesta el jodido celular.

Nick reniega desde el asiento de copiloto. No quería sentarse atrás porque no soporta estar cerca de Sarah y supongo que tampoco de mí. Spencer se encuentra al medio de las dos, sostengo su mano y él acaricia la mía con su pulgar. La sensación es agradable, me da mucha paz a pesar de la situación de los últimos días. Ahora más que nunca no quiero separarme de él, tengo mucho miedo de perderlo y no haber arreglado lo de nosotros. Quiero asegurarle que no me voy a alejar, ya basta, lo amo y ya no me importa nada ni nadie.

Me recuesto en su hombro sano y me deposita un beso en la cabeza.

Entramos a un grifo viejo y sin funcionar en absoluto. La tienda de snacks igual, bajamos para buscar si Gigi está escondida.

—No podemos ir todos—aclara Len.

—Yo no tengo tiempo para estar esperándolos, mi amiga podría correr peligro.

Nick se adelanta a buscar en la tienda, Len le sigue y Sarah voltea los ojos.

—Ve, confío más en ti que ellos.

Le digo y se resigna a ir detrás de los chicos. Spencer intenta bajar del coche y se lo impido parándome en la puerta.

—Ni se te ocurra, no hagas esfuerzo.

Sonríe.

—Me encanta que me cuides tanto.

Su rostro se acerca de a poco y mi respiración se corta.

—Cuido lo que amo.

Acortamos la distancia para disfrutar de un beso dulce, suave y embriagador. Apoyo mis manos en sus mejillas calientes y sonrojadas.

La notificación de un mensaje nos interrumpe.

Número desconocido: A ella no le va a gustar lo que ve.

Le muestro el mensaje raro del asesino a Spencer y miramos a todos lados. De noche el grifo se ve muy terrorífico. Solo la luz del coche alumbra donde antes se ponía gasolina.

–¿A qué se refiere?—niego sin tener ni una idea—. Mira, es Gigi.

Veo la dirección donde señala que está frente al coche, la luz alumbra a una Gigi caminando hacia aquí con pasos lentos y mirando el suelo. Camino hacia ella, pero se detiene cuando estoy a unos pocos metros.

A esto se refería el mensaje, ¿ella nos vió? Eso quiere decir que el asesino está aquí mirándonos.

—Gigi, sube al coche rápido, el asesino está aquí.

—Ya lo sé—responde.

Me encuentro con sus ojos al levantar la mirada, se le ve divertida pero en un modo sarcástico y le acompaña una sonrisa. No me había dado cuenta hasta ahora que tiene una mano escondida detrás de su espalda y cuando revela lo que tiene retrocedo desconcertada.

Apunta directamente a mi cabeza con una pistola. Se me va la voz, no puedo articular nada. Escucho a Spencer bajarse del coche y llegar a mi lado.

—¿Qué estás haciendo, Gigi?

—Tú no te metas Spencer, no pienso hacerte daño a ti y dejar a mi hijo sin padre.

—¿Y a Evie si?

—Se lo merece por ser una zorra. ¡La odio!

Grita moviendo el arma y me estremezco. De un momento a otro estoy en una situación en la que mi vida corre riesgo y necesito salvarme de ello.

—Gigi, no puedes hacer esto por favor, suelta el arma.

—Cállate Spencer o te apunto a ti también.

Mis alarmas se activan ante la posibilidad de que él pueda ser herido y no lo voy a permitir. Los chicos y Sarah llegan a mirar la escena, los escucho detrás mío.

—No se atrevan a dar ni un solo paso más o todos mueren.

—Vaya, ¿qué crees que piense tu hijo cuando crezca y vea a su madre entre rejas?—encuentro mi voz—. ¿Quieres darle una larga vida miserable?

No deja de apuntarme.

—¡Cállate idiota!

—Si quieres disparar adelante, ojalá tu hijo no sea como tú, Georgia.

Le di directo donde más le duele y sin tener una pistola en las manos como ella. Escuchar su verdadero nombre la desconcertó.

—Sabía que ella es sospechosa.

Grita Sarah y ella se ríe, volviendo a la realidad.

—No soy tan psicópata, tarada. El asesino solo me dio esta pistola y la oportunidad de vengarme. Nada más, no trabajo con él.

—Eso es lo que él busca, Gigi. ¿No lo entiendes?—sigue Spencer—. No hagas esto, te lo ruego.

—Gigi, bebé—mira a Nick—. Razona por favor, no eres así.

—Lo siento Nick, pero nadie va a entender el odio que siento cuando la veo.

Me mira.

—Solo así voy a estar en paz. Lean el mensaje, todos.

No me di cuenta que hace un minuto me llegó otra notificación y a los demás también.

Número desconocido: Pistola, apunta, dispara. Uno menos.

Gigi sonríe antes de recargar, cierro los ojos y oigo los gritos de todos hasta que el disparo se escucha claro y fuerte. Pero no siento nada, ni dolor, ni la quemadura de la bala en mi cuerpo.

Abro los ojos cuando siento los brazos de Spencer envolviéndome y la imagen es horrorosa. Él también la ve. Gigi deja caer la pistola y se mira el punto de sangre que se forma en su barriga, cae al suelo revelando que detrás de ella está el asesino que acaba de dispararle y desaparece.

Nick corre hacia ella arrodillándose, manchandose las rodillas del charco de sangre que sale de Gigi quien está con los ojos abiertos dando su último aliento.

—¡Oh, bebé, no!

Grita Nick, su amigo más cercano, desgarrándose la garganta con cada sollozo, le levanta la cabeza y sigue llorando con el rostro escondido en el cuerpo asesinado de Gigi.

Len aparece al lado de Sarah y se queda pasmado.

—¿A donde te fuiste?—pregunta mi amiga sospechando.

—Buscaba algo en la tienda para detener a su amiga y creo que me demoré. Mierda.

Eso sonaba muy sospechoso, que haya regresado luego de que el asesino haya desaparecido, pero no digo nada porque no dejo de mirar la escena perturbadora.

Me llega otro mensaje.

Número desconocido: Soy el único que se puede encargar de matar, no al revés. Uno menos o debería decir ¿dos?

Ahora a todos nos llega el mismo mensaje y a mi lado veo a Spencer con la mirada perdida en el mensaje, acaba de perder a su bebé y en sus ojos refleja lo mucho que le está doliendo.

Masacre en WestloreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora