TA'RA

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Ta'ra
   

Adiós

  

Pov Armando.
  

Jamás una mujer había tenido el poder de hacerme perder la cabeza con tan solo una caricia, mi cuerpo reacciona al instante, siempre necesité del juego previo para poder excitarme pero Betty me pone a mil con tan solo una mirada, las cosas que me dice y la forma en la que lo hace me enciende por dentro, las veces que estuvimos juntos fue extremadamente tímida, ni siquiera se atrevía a tocarme, ahora es totalmente diferente, es como si todo lo que pasó entre nosotros nos haya unido de una forma diferente, no hay nada oculto entre los dos, somos capaces de decirnos lo que sentimos y deseamos sin reparos. La veo tan fuerte, tan segura de sí misma, me encanta que haya descubierto la mujer fuerte que siempre estuvo oculta.

Como dos adolescentes, corremos hacia el sofá y comenzamos a reír como si nos hubieran descubierto haciendo alguna travesura. No sentamos y la atraigo hacia mí, necesito calmarme, pero no quiero alejarme de ella.

- ¿Le parece que veamos una película Betty? - me estiro hacia la mesita de café para alcanzar el control remoto del televisor.

-Si Doctor me encantaría- responde aun un poco agitada.

- ¿Como que Doctor?

-Hay perdón Armando es que estoy nerviosa, me muero de vergüenza con su mamá- la Betty tímida siempre termina por aparecer.

-No se preocupe mi vida, no creo que haya escuchado nada y si escuchó no va a pensar nada malo- paso mi brazo por detrás de sus hombros para acurrucarla a mi lado.

-Pero no evita que me muera de vergüenza- pasa su mano sobre mi abdomen abrazándose a mí.

-Espero que solo sea con mi mamá y no conmigo- quiero que tenga toda la confianza conmigo.

-Solo un poco.

-Betty, no tiene por qué, además ya hemos llegado más lejos que ahora.

-Armando...

-Aunque déjeme decirle mi amor que jamás estuvo como hoy- respondo jugando.

-No me diga eso por favor- esconde su cara en mi pecho.

-Está bien mi vida, tendré piedad, pero acostúmbrese a hablar todo conmigo, no quiero que sienta pudor o vergüenza ¿sí? - acaricio su cabello, sus mejillas.

-Voy a tratar.

-Así me gusta doctora.

-Voy a extrañar demasiado estar así con usted- cierra los ojos, disfrutando de nuestra cercanía.

-Yo no sé de dónde sacaré las fuerzas para verla irse otra vez.

-Pero esta vez es diferente Armando- apoya su mano sobre la mía.

-Es lo único que me tranquiliza, saber a dónde se va. Me morí cuando sus papás y Nicolás me dijeron que se había ido de Bogotá y se negaban a decirme a dónde.

-Siento mucho haberme ido así, fue muy cobarde de mi parte.

-No tiene que disculparse Betty, y no creo que fuera cobarde, usted fue muy valiente, se alejó no solo de mí, sino de su familia y amigos con tal de recuperarse y superar todo lo que había pasado.

-Pero no le di la oportunidad de explicarme- se aferra fuerte a mí.

-En ese momento hubiera dado cualquier cosa por tenerla un minuto frente a mí para poder explicarle, pero hoy creo que no hubiera sido lo mejor, usted estaba muy herida y enojada, con toda la razón, y yo estaba desesperado, creo que nada de lo que podría haberle dicho hubiera ayudado, el tiempo que usted se fué yo sufrí mucho, pero aprendí demasiadas cosas que de otra forma no las habría aprendido- me incorporo para poder mirarla a los ojos- mire Betty cuando usted se fue, cuando perdí la confianza de mi papá, yo me hundí en mi propia miseria, los días siguientes me dediqué a emborracharme como un loco, no quería pensar en todo lo que había pasado, me dolía demasiado saber que usted sufría tanto por mí y que yo no podía hacer nada para repararlo, una de esas noches me encerré en un bar, perdí las cuentas de los tragos que tomé hasta que me cruce con unos tipos que solo buscaban pelea y creí que merecía cada uno de los golpes que me daban, volví una y otra vez a buscarlos para que de alguna forma me hicieran pagar lo que había hecho- ella no puede evitar llorar al escucharme- no llore mi vida, ya pasó, no sé cómo Marcela se enteró que estaba allí, me recogió del bar, me llevo a su casa, curó mis heridas y otra vez intento que regresáramos, pero le dejé en claro que no iba a hacerlo, le dije que no había vuelta atrás, que yo la amaba a usted y no era algo fugaz, allí aprendí la primer lección, a pesar de que nunca volviera a verla yo la iba a amar por el resto de mi vida- seco sus lágrimas con mis pulgares- me fui a mi apartamento, descubrí mi rostro lleno de heridas, entendí que por poco me matan, ahí fue donde aprendí que el alcohol había tomado el control en muchos momentos de mi vida, tomé la decisión de evitar que el whisky sea el factor común en mis días, acepté el reto de convertirme en el hombre que usted se merecía desde un principio, un hombre que no necesita el alcohol para ocultar sus emociones, que es capaz de volverse vulnerable antes las situaciones que le duelen, que es capaz de sentir empatía por los demás, al que no le importan que lo vean débil, sensible o enamorado, aprendí que uno tiene que ser capaz de controlar su vida, de saber poner punto final a las relaciones o amistades que no nos aportan nada, comprendí que Calderón jamás fue mi amigo, era un compañero de salidas por ponerle un nombre, pero nunca pudo comprender lo que me pasaba, jamás pudo aceptar que me había enamorado, yo necesitaba a alguien que estuviera a mi lado a pesar de todo y lo único que pudo hacer Mario fue burlarse de mí- nos abrazamos por unos minutos, hasta que Betty decide romperlo para mirarme.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora