VELLEITIE

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Velleitie

Un deseo poderoso de algo que, sin embargo, no es o no puede ser. Seguido por acciones destinadas a perseguirlo.

Pov Armando.

Despierto y apenas puedo moverme, no hay parte de mi cuerpo que no duela. El sabor a whisky y a sangre que siento en mi boca me hace recordar lo sucedido anoche, o al menos una parte, no sé cómo fui capaz de llegar a mi casa con todos los golpes y tragos que tenía encima.

La cabeza se me parte en mil pedazos, pero nada comparado con el dolor que siento por haberla perdido, por haberle destruido la vida.

Cómo pude ser tan imbécil y egoísta como para no parar a tiempo, al menos tener la valentía de confesarle la verdad antes de que descubriera la maldita carta de Mario.

Aunque sus padres me han dejado en claro que se ha ido de Bogotá no puedo evitar seguir pasando por su casa, tengo la esperanza de que en algún momento se aparezca por allí, he pasado horas estacionado soñando con tener la oportunidad de pedirle perdón, de decirle que la amo, que la amo como jamás ame a nadie, que fui un estúpido al creer que podría con este juego, sé que me merezco todo lo que me ha pasado pero ella no, daría mi vida por volver el tiempo atrás y evitarle este dolor aunque eso implique jamás tenerla de nuevo conmigo.

-Armando despertaste, ¿como te sientes?- escuchar a Marcela es lo último que necesito hoy.

-Marcela, ¿que haces aquí?- no puedo creer como fue capaz de meterse en mi casa.

-Estás en mi apartamento Armando- trato de incorporarme sobre mis codos, recién ahí es donde tomo conciencia de donde estoy.

- Pero ¿cómo es que llegue aquí? - el último lugar en el que quiero y necesito estar es la casa de Marcela.

-Anoche me avisaron que te vieron en un bar, pasado de tragos y matándote a golpes con unos desconocidos, fui a buscarte y te traje aquí- siempre habrá alguien que vaya con el cuento de lo que hago o dejo de hacer.

-Debo irme- intento levantarme, pero el dolor que siento no me permite siquiera pararme.

-Espera, ni siquiera puedes moverte, déjame cuidarte- se acerca a mí, como si nada hubiera pasado entre los dos, como si todo no se hubiera ido al carajo.

-Marcela no sigas, no necesitas hacer nada por mí- tampoco quiero que lo haga.

-Pero quiero hacerlo, quiero estar para ti.

-No Marcela, lo nuestro terminó, no tienes que hacer esto, solo deseo estar solo.

-Armando, esto es pasajero, verás cómo en unos días te olvidas de ella y todo volverá a ser como antes- mi vida jamás volverá a ser la misma.

-No Marce, nunca volverá a ser como antes, yo... yo la amo...

-Pero jamás volverá contigo Armando, ella no te perdonará.

-En todo caso es mi problema Marcela, mira dejemos esto aquí, ya hablamos demasiado, no te amo, dejé de amarte hace mucho tiempo, antes de que Betty llegara a mi vida. Solo déjame tomar un taxi, necesito estar solo.

A duras penas puedo llegar hasta mi apartamento, he llevado al infierno a demasiada gente con mi comportamiento, no solo a Betty y a Marcela, también a mis papás, la mirada de decepción con la que me mira mi papá es insoportable, no puedo mirarlo a los ojos sin sentirme el hijo más desgraciado del mundo.

Tengo que aprender de esto, no puedo seguir así, aunque lo único que quiera sea desaparecer, primero tengo que solucionar todos los problemas a los que metí a Ecomoda. Lo primero que debo hacer es dejar el mal hábito del alcohol, no puedo darle a mi papá ningún motivo más para que desee alejarse de mí, necesito su apoyo, necesito que vuelva a confiar en mí.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora