iii. en 155 días.

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   Tenía los talones en la pared cuando comenzó a llover

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   Tenía los talones en la pared cuando comenzó a llover. Con su primera guitarra al pecho soltando acordes sin rumbo al azar y aburrido, incluso contando ovejas en el techo.

Se había ido la luz al primer relámpago y sus planes de holgazanear toda la tarde frente al televisor se habían arruinado. Wayne le comentó que doblaría el turno por segunda ocasión en el mes, recordándole que no debía atreverse ayunar por esperarlo, pues Eddie presentaba severos síntomas de gastritis.

El resto de aquellos últimos cuarenta minutos los utilizó para tomar la fina decisión de salir al pórtico o dormirse leyendo un poco, adhiriendo la decisión precipitada de sacar el pie atado y mojarlo cuando Chrissy arribó corriendo bajo la tormenta rompiendo con su inerte curiosidad masculina de saber si podía electrocutarse.

Cualquiera en su lugar por supuesto que lo también habría intentado en el nombre de toda la ciencia y eso sumaría a que la población continuaría burlándose de la nueva definición cuestionando las estadísticas por las que los hombres vivían menos.

   —¡Eres porrista, corre más rápido!

   —¡Tú no estás en el fango, cállate!

A destiempo del agua que terminó por entregarle todo al otoño, consiguió
entrar de un salto tan rápido que con suerte Eddie tuvo el chance de verle las mismas botas del ayer rodeadas de poco lodo que limpió antes de aceptar la posada temporal.

   —De acuerdo, oficialmente estás demente —dijo a recuerdo de su disputa del día anterior a ése, trabando la puerta de la casa rodante—. ¿Desde cuándo sueles ducharte a la intemperie?

Chrissy no contaba con el humor suficiente para hablarlo, pero la estupidez del comentario terminó por arrancarle fácilmente las risas junto al impermeable.

   —Adorable. ¿Es nuevo?

Comenzó a diluviar en pleno camino a la escuela y Laura Cunningham fue insistente sobre usar la prenda. Podía decirse que su hermano no protestó, disfrutaba la atención con el suyo, amaba STAR-WARS y a cualquier patética oportunidad para parlotear sobre ello, con el pin de un guerrero mandaloriano bailando en el bolsillo.

El alivio de ocultarlo en el bus escolar fue una oportunidad corta que Chrissy no analizó a profundidad, la llovizna pronto se abrió paso a una tormenta y no tenía otra opción que volver a ponerse el hule hermético sobre la cabeza.

El diseño minimalista de Hello Kitty guiñándote un ojo deteriorado desde el respaldo del traje era más que suficiente para robar un par de miradas. La última vez que lo usó tenía trece años, fue un milagro tener algo de espacio donde nadar para protegerse de la lluvia y de la horda de cómicos comentarios que se tomó para bien durante el resto del día.

Su padre solía llevar el par de sombrillas en la cajuela, intentaría raptar una ésa misma noche por que no planeaba aguantar otra sarta de preguntas por parte de cada uno de sus amigos.

©WHENIR.I.P || Eddie & Chrissy [ A.U ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora