Era el peor viernes del mes.
No recuerda porque ella y su mamá habían discutido ésa mañana; la forma «alienígena» que Laura encontraba en los ojos de Chrissy, su peso, lo torcido de su sonrisa, una mala nota...
La variedad era casi tan inmensa como las probabilidades de salir ilesa de pueblo y de verdad que la amnesia era fuerte.
El eco de cada grito en su cuarto estaba persiguiéndola como una araña en la pared buscando luz blanca, inentendible y ofuscado, el entusiasmo por catapultar la primera bofetada fue el chorro que casi cayó de toda esa presa acumulándose en un vaso increíblemente hondo y pequeño y lo que arrastró a su madre lejos de la habitación antes de ponerle una mano encima, lo que sucedía pocas veces al año.
Philip ya no estaba en casa para entonces, lo cual no lanzaba un balance benéfico para esos oídos paternales que pretendían ser sordos las veinticuatro horas del día. Eso no le ganaba al expectante de su hermano, estando casi segura de que al igual a Max terminaría sordo a temprana edad por el endemoniado volumen achicharrando las bocinas de los auriculares, quien intentaba entender por misericordia al Cristo en su habitación cada palabrita brotando de las dos únicas mujeres que vivían en la casa.
La culpa era vieja, de hace tantos años que resultaba tonto, una que sin duda la llevaba a ausentarse en la tierra.
Dirían que la clase favorita de Chrissy era mitologías y literatura, quien haya visto el librero en su habitación tendría una buena razón para decirlo. Pero realmente no encontraba una buena razón para prestar atención esa estúpida vez. De hecho, odiaba ambas materias.
Filosofaba en extremo hasta flotar en sus sesos, Kelley le habría dicho un par de consejos para sobrellevar las distracciones, aunque jamás las aplicaba. Se intensificaban descomunalmente en esos días de derrota absoluta, donde los garabatos se comían las partes traseras de sus libretas y el sordo sentimiento hueco escarbaba hasta prolongarlo a un nido de calambres estomacales.
Y de pronto estaba contando ansiosamente las calorías que ingería en el desayuno, sumando, sumando tan rápido que le salivaba la boca, sofocada por el espacioso suéter blanco bajo el overol y por sus viejos zapatos de charol que parecían apretarse muy fuerte ante la sensación claustrofóbica de quitarse ahí mismo la ropa.
Después, tampoco recordó el momento exacto en el que dejó las desbordadas palabras en la boca de la señorita Coleman hablando sobre Aquiles y callejones cerrados, pidiendo su tiempo para negociar un abandono promiscuo del aula, siendo un bólido emborronado por un manto de lágrimas cuando se le accedió el permiso.
Pateó tan fuerte la puerta del sanitario que las bisagras frotaron rechinando al compás de la mochila estrellándose en el suelo; no intentó averiguar si estaba despejado, no había tiempo para escudriñar sus ansiosas dudas o si alguien en el salón ya estaba iniciando un rumor sobre embarazos prematuros.
ESTÁS LEYENDO
©WHENIR.I.P || Eddie & Chrissy [ A.U ]
Hayran Kurgu⠀Parecía ser que lo único que Eddie y Chrissy tenían en común, iniciando con una infima relación de proveedor a cliente, se arraigaba después dentro de los nuevos planes del director Higgins tras pasar un evento desafortunado en el pueblo de Hawkins...