Cuenta una leyenda que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado en su dedo meñique.
HwanWoong a su corta edad podía ver aquellos hilos característicos, observando como aquellos se extendían a lugares muy lejanos. Pero él pequeño...
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Sin darse cuenta pasaron rápidamente dos meses, y HwanWoong estaba sorprendido por lo bien que congeniaba junto al menor. Ambos se dieron cuenta de que tenían bastantes cosas en común, algo que los impresionaba bastante. La amistad entre los dos se hizo más estrecha y linda, tanto que hasta él pequeño ya conocía a sus amigos más cercanos.
Él castaño caminaba alegremente por aquella banqueta, estaba feliz, ¿pero por cuál razón? Hoy era su cumpleaños.
Le emocionaba la idea de celebrar este día, ya que vería a su hermosa madre, como ya era costumbre. Sus ojos a la lejanía ubicaron aquella cabellera rubia que veía a lo lejos, dio pequeños pasos y se dirigió a él. Una vez lo suficientemente cerca abrazo a su querido amigo que dio un brinco al ser sorprendido.
— Maldita sea, avisa. Un día de estos vas a matarme del susto Yeo HwanWoong. -Comento él rubio dramáticamente mientras tocaba su pecho. Una gran carcajada apareció en él mencionando-.
— Perdón. -Dijo en forma de súplica-.
— Si, lo que sea. Toma, feliz cumpleaños enano. -Comento con una media sonrisa mientras le entregaba una bolsa de regalo-.
— SeoHo. -Su boca se formó en una gran O. Pues dentro de esa bolsa había un gorrito de perezoso. Uno que le había estado echando el ojo hace unos días- Eres él mejor amigo del mundo. Gracias cara de sapo. -Comento alegremente mientras se tiraba encima de él-.
— Lo sé, pero bajate estas pesado. -Tratando de bajarlo, pero el contrario solo se aferraba más-.
— ¿Pero qué hacen ustedes?. -Comento una voz burlonesca. Ambos chicos voltearon encontrandose al moreno con una gran sonrisa-.
— Hwa, quitamelo de encima. -Suplico él rubio entre manoteos desesperados-.
No tuvo que pedirlo dos veces, pues se acercó y agarro las caderas del chico y empezó a hacer cosquillas. Estas hicieron que él chico temblará, ya que la sensación era muy fuerte, él moreno lo agarro firmemente y lo bajo cuidadosamente. Una vez abajo extendió una pequeña caja de regalo.
— Feliz cumpleaños Hwannie. —Él mencionado vio sorprendido el bonito regalo bien envuelto. Pero una sonrisa apareció y la agarro gustosamente-.
— Gracias, no tenías por qué.
— Como no, eres uno de mis mejores amigos. -Una sonrisa encantadora apareció, así contagiandosela-.
Los tres amigos prosiguieron a ir a sus clases, una vez en su salón prestaron mucha atención a las clases, ya que pronto abría examen. Pasaron las horas, esta que llegó una clase, una que él pequeño castaño no quería pasar. Economía.
Pero no piensen mal, no era que no le gustara la materia, en si le daba igual, no le gustaba pero tampoco le disgustaba. El problema era su maestro. Él Sr. Choi, por alguna extraña razón ambos no se caían bien y eso lo notaba todo su salón. Él maestro siempre le lanzaba obvias indirectas a él, tratando de ridiculizarlo o humillarlo. Y no, eso no se lo harían a él, así que siempre se defendía y lo dejaba más humillado.
