Cuenta una leyenda que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado en su dedo meñique.
HwanWoong a su corta edad podía ver aquellos hilos característicos, observando como aquellos se extendían a lugares muy lejanos. Pero él pequeño...
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Dicen que a tu vida siempre llegará una personita que le dará un giro de 360 grados a tu rutina y hará que esta se vuelva un poco mejor de lo que ya era. HwanWoong estaba de acuerdo con eso, pues con una sonrisa observaba al chico junto a él. Aquel bonito peli negro que se encontraba jugando junto a su perrita en aquel bonito y cálido parque.
Este correteaba juguetonamente a la inquieta mascota que movía de un lado a otro su colita, así demostrando tremenda felicidad. Sonrio en demasía al notar aquellos característicos hilos rojos a los que ya estaba tan acostumbrado de ver rodear el cuerpo de aquel chico, así formando un corazón. Tan tierno pensó.
DongJu volteo a ver a la dirección del castaño con una gran sonrisa, una que hizo que él chico tragara en seco. Este solo pensó: "Si me sonríes así, es imposible para mí no sentir nada".
Un sonrojo apareció junto a una sonrisa ladeada. Podría ver una y mil veces su sonrisa y nunca cansarse de ella. Desde el día que le dijo sus sentimientos no podía parar de verla con otros ojos, por que con cada sonrisa que le daba el mundo se oscurecía pero para él solamente brillaba.
— ¡Woongie! ¡Ven a jugar con Motita y conmigo! -Grito él menor con gran emoción en sus palabras, así haciendo sonreír al castaño que lo miraba con mucho cariño-.
HwanWoong se paró de aquella bonita banca de oruga y se acercó a ambos a paso rápido. La perrita al ver a su dueño acercarse corrío rápidamente hacia este con intención de que la cargara. Él castaño actuó rápidamente y atrapó a esta entre risas y estas se incrementaron más al momento de sentir su lengua en su mejilla.
— ¡Motis! -Grito el castaño mientras trataba de alejar a la bonita perrita-.
— ¡Pero que tramposa! Si Motita puede darle cariños a Woong, yo también puedo. -Dijo eso mientras abrazaba fuertemente al chico que aún cargaba a la mascota. Todo esto con un pequeño puchero en sus labios-.
— Yo nunca he dicho que no puedas hacerlo... -Comento un sonrojado castaño que evitaba el posible contacto visual con él chico a su lado-.
— ¡Ya no puedes arrepentirte! -Mientras entrelazaba sus manos con él del contrario- Desde ahora en adelante te agarrare de la mano. -Una sonrisa nuevamente apareció- Por cierto que suave es, es como si agarrara un par de algodoncitos... o patitas de gato...
DongJu seguía hablando, pero realmente él chico no prestaba atención, ya que esta estaba solo puesta en las dos manos entrelazadas. Un sonrojo apareció por el bonito calor que le transmitía la mano contraria, y por alguna razón pensó que congeniaban tan bien, como... si estuvieran destinados a estar juntos. Sin pensarlo con su pulgar empezó a dar leves caricias a la mano contraria, así haciendo que él despistado chico lo viera con un sonrojo.
DongJu se quedó paralizado, por que a pesar de que era una pequeña acción se sentía con bastante delicadeza y cariño. Pero lo que lo dejo sin habla fue la mirada tan melosa y acuosa del castaño, como si realmente estuviera tan feliz agarrando su mano.
