Península de taimyr, Talnaj (Талнах en ruso) una pequeña ciudad de casi 40 mil habitantes.
Ubicada a 1900 kilómetros hacia el norte desde Rusia.
Era uno de los lugares más fríos en la tierra, en las faldas de la reserva putorana, así que todo el año tenían nieve y grandes tormentas invernales. Casi se podía pensar que era un lugar para no habitarse pero las personas de la ciudad se habían adaptado y sobrevivido durante décadas. Durante casi 2 centenares.
Escuelas, hospitales, bancos, bases militares, bares, restaurantes y sin fin de negocios.
Pero en especial los gimnasios o mejor dicho, uno en especifico.
Uno clandestino que fue creado hace más de 50 años para llevar acabo competencias atroces dónde se apostaba usando la vida del otro. Quienes conocían de este lugar lo llamaban el Hoyo.
Pero quienes vivían dentro lo sentían como su paraíso.
Niños raptados desde edades pequeñas, niños que fueron abandonados en alguna ciudad y terminaron en el hoyo ahora eran peleadores sanguinarios, eran personal del hoya. Piezas.
Pero aquel recinto ya tenía a su reina.
ZVER. (traducción izvier) bestia en latín.
Zver cómo todos la llamaban. Coreaban su nombre, aplaudían y gritaban como locos apostando su dinero, cientos, miles de rublos por zver.
"Zver, zver, zver"
Y zver los escuchaba mientras recorría el camino oscuro hacía el ring. Callada, cabeza abajo cubierta por la capucha pesada de su bata. El recinto rugia al verla salir. Se colocaba en su esquina y miraba fijamente al referí, hombre que temia por su vida.
Sus contrincantes siempre eran foráneos, ningún local era tan tonto para ponerse en manos de zver y salir en un cajón de tablas.
-Acérquesnse, recuerden que no hay reglas si te rindes la victoria del contrincante es automática, si te doblega, la victoria es automática, si te arranca la cabeza - el referí miro al hombre delante de él, estaba pálido y sudaba. Tenía mucho miedo. Miró también a zver impasible, respirando como un enorme búfalo. Ansiosa por ver sangre. - En juego una bolsa de 45 mil rublos para el campeón
Zver sin mover la cabeza, vio despectivamente de pies a cabeza a su rival
La Campana sonó y ambos peleadores se movieron Zver hacía el frente, el retador hacía atrás, queriendo resguardarse lo más que podía. El corría mientras Zver caminaba respirando pesado
-Mírame - Demandó Zver, su voz tan gruesa y ronca. Su contrincante no pareció entender quedando confundido. Apenas vio cómo Zver lanzaba un latigazo de puño y lo mando contra la cuerda que no era más que una gruesa cadena. Al rededor de su cuello coloco su enorme brazo haciéndole un candado y entonces lo presionó hacía atrás contra la cadena hasta qué escucho el cuello tronar.
Le había quebrado el cuello. En menos de 2 minutos había destruido a su rival.
-Ganador! - grito el referí tomando el pesado brazo que como pudo levantó - Zver!
Aquella fue la pelea principal y más importante, así que aquella noche el show terminó temprano. Cosa que no le gustaba a los organizadores por que así no les daba tiempo a vender drogas, cerveza y demás servicios ilícitos.
Zver regresó a su jaula, les llamaban así a las pequeñas habitaciones que solían ocupar para prepararse en los combates. El lugar que era su pequeño camerino estaba repleto de personas, más de las que deberían caber. Entre ellas unas prostitutas
Zver escucho sobre la música como alguien gritaba "Fiesta para nuestra campeóna". Eso la hizo enfurecer, ella no era campeóna de nadie, era totalmente suya, sus triunfos eran suyos.
-Snaruzhi! - bramo. Su rugido fue tan fuerte que opaco la música. (Fuera) volvió a gritar dando un pasó adelante abriendo una brecha entre las personas, algunas conocidas para ella otras no. - SNARUZHI. - apretó los dedos, abriendo y cerrando, lista para arrancar cráneos - Smért - (Muerte) al escuchar la palabra todos se espabilaron a prisa saliendo asustados.
Claramente la peleadora no tenía días buenos, ni siquiera después de ganar un combate.
Su representante permaneció sentado encima de una repisa.
-No estas de humor. Y yo qué quería premiarte con 3 putitas
-Cuando yo quiera follar buscaré.
-Vaya, definitivamente eres una cosa arrogante y difícil.
-Largate ahora, jasha.
-No olvides que soy tu dueño - Habló con superioridad pero está pronto se fue cuando se dio cuenta que estaba a solas con Zver, sus guardias estaban en el pasillo. Zver se acercó
-Te podría matar sin hacer un solo ruido. Tu no eres mi dueño, no le pertenezco a nadie. - gruñó cada palabra. - ahora largate de mi vista
Jasha murmuró y salió. Odiaba no poder tener absolutamente poder sobre Zver, su máquina peleadora era Autónoma cuando lo quería, era rebelde y nunca bajaba la cabeza.
A la mañana siguiente Zver llegó a su entrenamiento, eran las 6 am y el gimnasio estaba desierto a excepción del encargado qué se mantuvo alejado sabiendo como era aquella tipa.
La rutina de la peleadora era la misma cada día desde hace 7 años. Entrenamiento diario, de 6 am a 9 am. Comer, dormir un poco, comer. Entrenamiento de 5 a 9. Cenar, dormir. Todos los días era lo mismo.
No tenía casa, vivía en una habitación de un jodido motel propiedad de Jasha. Podría comprarse cualquier casa qué quisiera, no tenía auto, apenas sabía usar un teléfono celular que prefería tener en su maleta de entrenamiento. Nadie la llamaba, nadie la buscaba si no era su equipo de entretenimiento y jasha.
Cada día de cada semana era igual, hasta cada sábado qué era cuando peleaba. En 7 años de ser peleadora había perdido contadas veces y eso fue cuando tenía entre 17 y 20 años. Era joven y no era tan fuerte, le gustaba entrenar y seguía muy bien su rutina deportiva por lo que creció en musculo, se hizo más ágil y mucho más fuerte. A los 21 le rompió la columna a su contrincante en la pelea debut de pesos pesados.
Fue cuando la llamaron Zver. Bestia.
Por qué se lleno la cara y el pecho con la sangre del peleador que yacía muerto.
Fue así como se fue volviendo la más temible, algunos peleadores muertos, cientos más rendidos para salvarse.
Aquello era todo lo que Zver conocía. Por qué apenas y recordaba su nombre. Apenas recordaba a la familia qué perdió cuando tenía 13 años y se quedó sola en las garras de jasha que desde entonces la a explotado en el ring de peleas.
Sí alguien le llamaba por su nombre tardaría en procesar que era a ella a quien llamaban.
LAUREN JÁUREGUI. ZVER LA RUSA.
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llename de colores la vida
عشوائيLauren gip. Sólo conozco una cosa, y no es disfrutar la vida. Mis manos siempre han estado manchadas de sangre, lo siguen estando aún cada noche.