Prólogo: Un reencuentro inesperado

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Mientras bebía de mi taza de café en aquél pequeño jarro blanco, escuché una vocecilla que se iba acercando hacia donde me hallaba sentado, en aquél sofá situado en la sala de estar de mi residencia.

-¡Papá!.- gritó Zack, el más pequeño de mis retoños mientras corría hacia mi.

Sin menor problema lo cargué en mis brazos para luego despeinar su cabello dorado.

-Que pasó campeón, ¿Qué tal te fue en la escuela?

-Muy bien, papá. Me divertí mucho jugando con mis amigos.- dijo emocionado mientras daba una gran sonrisa, una sonrisa que daba calma a mi alma.

Seguidamente llegaría mi esposa, acompañada de nuestra hija mayor, Eris, una pequeña que recientemente había cumplido seis años y que para su edad era muy inteligente - algo seguramente heredado de su madre.

Saludé con un beso a mi mujer, mientras a mi pequeña le acariciaba su cabeza cariñosamente.

-No sabía que ya estabas aquí, cariño. ¿Hoy saliste temprano del trabajo?.- preguntó mi esposa con algo de curiosidad.

-Decidieron adelantar mis vacaciones, ahora podré pasar más tiempo en casa.- respondí mientras bajaba a Zack al suelo.

-¿Entonces podrás jugar con nosotros todos los días?.- preguntaron los niños emocionados.

-Por supuesto.- les respondí mientras mostraba una gran sonrisa.

-¿Entonces también podrás ayudarme con los quehaceres de la casa?.- hablaría mi mujer mientras sonreía maliciosamente.

Agaché la mirada, la expresión en mi rostro denotaba el poco entusiasmo que tenía ante aquella proposición.

-Pues ya que..- respondí mientras mostraba una sonrisa algo forzada.

-Por cierto papá, hoy llegó un nuevo profesor a mi salón.- dijo Zack.

-¿De verdad?

-Si, dijo que se llamaba Clark y que iba a ser el sustituto temporal de la profesora Piscis, aunque no nos dió clases como tal y solo nos dijo que dibujaramos lo que quisiéramos.

Vaya profesor más poco preparado, aunque no lo culpo. Quizá aceptó de imprevisto el trabajo de profesor sustituto y no alcanzó a planificar su clase, aunque también pudo haber improvisado, a no ser que tampoco haya pensado en eso.- pensé mientras volvía a beber de mi taza de café y me acomodaba en el sofá.

-También dijo que quería hablar contigo.- diría Zack sacándome de mis pensamientos.

-¿Conmigo?.- pregunté confundido.-¿Acaso te volviste a meter en problemas?.

Zack respondería negativamente moviendo su cabeza de un lado a otro y su hermana lo respaldaría, dejándome con aún más dudas.

Era muy extraño. ¿Porqué si no se metió en problemas buscaría hablar conmigo? ¿Acaso ese nuevo profesor me conocía de algún lado? Esas preguntas daban vueltas por mi cabeza, y aunque buscara respuestas, sabía que solo las hallaría si iba a verlo como él había solicitado.

Por lo que al día siguiente decidí ir a la escuela, justo poco antes de la hora de la salida, tanto para recoger a los niños como para hablar con aquél profesor.

Grande fue mi sorpresa cuando al preguntar por él, me dijeron que no había había ningún profesor sustituto de nombre 'Clark', y que más aún, la profesora Piscis se encontraba en funcionamiento dando clases como es habitual.

...¿Qué?... Esto debe ser un error. Si, seguro se trata de eso.- decía en mis pensamientos mientras me encaminaba hacia el aula donde estudiaba mi hijo, pero al asomarme por la ventana quedé enmudecido. Pues noté que la profesora Piscis se hallaba dando clases.

Okey, esto es muy, muy, muy raro. Una extraña sensación empezó a recorrer mi
cuerpo mientras me quedaba absorto mirando por aquella ventana.

¡No entiendo nada! ¿Acaso Zack vió a un fantasma? ¿O se trata de alguna broma.
Él no es de esa clase de niños, debe de haber
alguna explicación a todo esto.- dije a mis adentros mientras quedaba sumergido en mis pensamientos, hasta que...

-Cuanto tiempo... nunca imaginé que aquél bebé llorón se volvería todo un hombre.- una voz femenina me sacaría abruptamente de mis pensamientos.

La reconocí. Era una voz... familiar. Una voz que no había escuchado en que... ¿diez años?.

Me giré, para ver quién era la dueña de aquella voz. Era una chica - o al menos esa era la impresión que daba - cuyo aspecto le calculaba de entre 13 o 14 años, que vestía de manera algo particular, por no decir extraña. Su larga cabellera rosa llegaba hasta su cintura, y se encontraba atada por ambos extremos de su cabeza por una cinta color negra. Es ella.. no hay ninguna duda de eso.

-No imaginé volver a verte.- dije con un semblante serio, girandome para que mi rango de visión me permitiera observarla con mayor detalle, mientras ella esbozaba una sonrisa en su rostro.

Una década sin vernos, pero ella lucía tal y como la recordaba. No sé porque de este reencuentro tan repentino. Tampoco sé como es que dio conmigo.

¿Casualidad? Porfavor. Las casualidades no existen. Solo hay causalidades.

Solo puedo saber una cosa: y eso es que mi tranquila y "normal" vida no volverá a ser igual que antes.

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