Parte 2

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Los días transcurrieron desde entonces. Mi recuperación fue gradualmente manifestándose, cada nuevo amanecer me sentía con gran vigor y energía – algo ciertamente inusual en mí.

Me sentía como si hubiese vuelto a nacer.

Los días se pasaron tan rápido que no me percaté cuando ya había transcurrido una semana.

Al fin faltaba poco para que nos dieran de alta de aquél hospital y así volver a nuestros hogares. La única desventaja es que con ello también deberíamos volver a ese invierno llamada escuela. Pero bueno. No siempre se puede ganar en esta vida.

–¡Eso fue increíble!– la pequeña Millie que se hallaba en mi dormitorio, tan inocente como es propio de una niña de su edad, se habría asombrado al verme enfrentar y vencer en el primer intento al jefe final de un juego que recién había adquirido; el “Hiper Pedro Bras”.

–Fue pan comido..– alardee, esbozando una sonrisa satisfactoria.

–¡Eres asombroso, hermano!.
– sus palabras eran música para mis oídos. Me gustaba lo que oía. No lo negare. Me gusta que me dediquen palabras de admiración y ovación. Admito ser algo ególatra. No obstante, no considero que esté mal tener algo de ego, siempre y cuando no sea trasgredido el pensamiento ajeno. Eso opino yo, y por tal motivo, dichas ideas nunca han llegado a exteriorizarse. No pasan de ser eso, pensamientos. Nunca ha traspasado el velo que divide al pensamiento de la palabra.

–Que tan patético debes ser para que la única mujer de quién recibes halagos sea tu hermanita…– mi agradable momento de regocijo fue cercenado. Su presunto homicida fue una chica de mi edad que no era capaz de mantenerse plenamente en pie y por tanto se valía de un bastón para no perder el equilibrio.

–Cállate..– hablé, alzando lentamente la vista con el ceño fruncido. Era la presidenta. Y no venía sola, pues venía acompañada de Yuu.– ¿Qué es lo que quieren?

–Estamos recabando información.– me respondieron.

–¿Sobre qué?– cuestioné con curiosidad.

–Queremos saber más sobre lo que sucedió aquella noche.– Yuu tomaría la palabra. Me quedé extrañado.

–¿Aquella noche? ¿Se refieren al día del incidente?

–Exacto. Estamos enterados de como informaron a las autoridades y como sucedió nuestro rescate, pero…– noté que la mirada de la presidenta empezó a reflejar un genuino sentimiento de confusión. No, era más que simple confusión. Era inquietud. Consternación.

–…No somos capaces de recordar que sucedió después de nuestro encuentro con ese meteorito, asteroide o lo que sea que fuera esa cosa.– prosiguió, mientras se cruzaba de brazos, elevando por unos pocos centímetros su busto.– Por eso queremos saber si no hay algo más que recuerdes, lo que sea puede ser de utilidad.

–¿Algo más que recuerde? Mmhhh Creo que no hay nad-…–hablé, y mientras articulaba palabras, me detuve. Si había algo más que recordaba. Claro, no era muy esclarecedor.

Eran recuerdos nebulosos; pero asumo que incluso eso les servirá. Sin más procedí a explicar – con algo de dificultad, dado a como previamente mencioné, lo nebuloso de aquellas memorias – lo poco que mis sentidos pudieron captar de aquellos instantes.

–¿Solo eso puedes recordar?

–Si. Luego fue como si todo se hubiera vuelto negro.

–Hay algo que no me cuadra.– Yuu se integró a la plática.

–¿Qué cosa?

–¿Por qué desde que entramos en contacto con ese “asteroide” hasta el climax del incendio, nuestras mentes no pudieron almacenar mayor información? Las pocas reminiscencias que poseemos solo abarcan el antes y el después, pero no el tiempo intermedio.

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