Interludio 1

8 2 1
                                    

Todo era oscuridad.

Y en medio de la tiniebla, que parecía no tener un final, divisé un orbe de luz blanca.

Corrí con todas mis fuerzas, casi como si mi vida dependiera de ello.

Ví lo que era similar a un túnel. Entre más avanzaba, menos distancia existía entre la brecha que nos dividía.

Estaba a escasos segundos de llegar.

Aquél lugar empezó a comprimirse.

¿Que sucede? cuestionaba; no era capaz de comprender lo que sucedía. Con miedo, y con la esperanza que me pendía de un hilo; dí un salto. Y así como crucé aquella brecha, traspase el umbral que dividía mi estado de inconsciencia con el de consciencia.

Con lentitud, fuí abriendo los ojos. Ya no había ni oscuridad perpetua, ni luz prometedora. Solo un techo de colores opacos, del que colgaba un ventilador que giraba de un lado para otro.

Estaba... recostado. Conectado a una máquina que media mis signos vitales.
La luz de la luna y de los astros visibles en el firmamento entraba por la ventana. Sentía algo de frío. Su posible causa era el aire acondicionado ubicado al otro extremo de aquella habitación en que me encontraba.

¿Porque estoy aquí?

Me cuestionaba.

No puedo recordar nada que haya sucedido más allá de aquella odisea por el bosque. Es como si de un instante a otro, mis sentidos hubieran dejado de trabajar para recopilar información.

Fuí ahondando más y más en mis pensamientos. No parecían llegar a ningún sitio, pero la importancia en ello era nula. Siempre me pasa eso. Si a un simple y vano pensamiento como "¿Que clima hará hoy?", se le da fuerza suficiente puede desencadenar un nuevo pensamiento, que luego desencadenará a otro pensamiento, como si de un efecto domino se tratase.

Es así que puedo pasar noches en velas, madrugadas que concluyen conmigo padeciendo crisis existenciales ya sea sobre mí o sobre cualquier otra cosa en general.

Afortunadamente no es algo que suceda tan habitualmente, pues en cuanto llego a mi casa luego de un agitado día, inmediatamente me tiendo en mi cama sin pensar en nada más.

No me dí cuenta cuando el sol había empezado a salir; iba entrando en su apogeo, mientras yo, aún con dolor de cabeza, no cesaba en mis pensamientos.

Habría seguido así más tiempo, de no ser porque una voz me sacó de mis pensamientos que no iban a ningún sitio.

–Despertaste.- una voz que presumía ser de un hombre avanzado de edad resonó en mi dormitorio mientras encaminaba sus pasos hacia mí. Su bata blanca me hace deducir que se trata de un médico.

–¿Porque estoy aquí?– hablé, esperando alguna respuesta que despejara mis dudas.

–Estuviste implicado junto a otros chicos en un incendio a mitad del bosque, por fortuna solo sufrieron heridas menores.– contestó mientras verificaba en el medidor que mis signos vitales estuvieran en orden.

Ya empecé a recordar todo.

Una especie de meteorito cayó del cielo, la curiosidad nos embargó e investigamos al respecto, y, por motivos inexplicables, perdimos todo atisbo de racionalidad y cuando recuperamos algo de control sobre nosotros, nuestros alrededores estaban repletos de fuego.

Cielos, eso sí que es muy extraño. Y mira que toda la vida me han sucedido cosas raras.

–Aunque debo admitir que estoy sorprendido.– sentenció el médico mientras me hallaba divagando.

–¿De que?– pregunté curioso.

–La zona en la que fuiste hallado fue en el punto más alto del incendio, sin embargo, a diferencia de los demás chicos, estabas totalmente intacto, sin el menor rasguño.– explicó.

Ok, esto si es verdaderamente extraño.

¿Será alguna broma?

–Solo está jugando, ¿verdad?

–Para nada.– alegó, mientras acercaba hacia mi el diagnóstico que se me fue realizado. Tal y como me dijo, en dicho diagnóstico se hallaba escrito que fuí encontrado totalmente intacto, como si nunca hubiera estado involucrado en un incendio de tal magnitud.

Quedé aún más consternado cuando observando con mayor detenimiento, leí: "dada a las inusuales circunstancias presentadas, se presume que previo al incendio anteriormente mencionado, fue necesario que ocurriera alguna explosión, así fuera a menor escala, pues de lo contrario no podría explicarse que el susodicho bosque ardiera en llamas tan repentinamente."

Dicho reporte, más que esclarecer mis dudas, las intensificaba.

¿Cómo sería posible que, apesar de verme implicado en una explosión, no obtuviera, cuando menos, un mínimo rasguño?

–¿Los demás se encuentran bien?– pregunté mientras mi vista yacía en aquel reporte.

–Han sufrido de ciertas quemaduras y heridas menores, nada de que preocuparse.– respondió mientras guardaba aquél diagnóstico en una carpeta.– Lo mejor será que descanses lo más que puedas, aunque no hayas tenido algún daño aún no sabemos si aquél asteroide posee alguna sustancia perjudicial para el cuerpo humano.– prosiguió mientras saldría de mi habitación.

Me recosté una vez más en mi camilla, con dudas que rondaban mi cabeza y ahora también con la preocupación de contraer alguna enfermedad seguramente incurable.

Que bonita forma de iniciar la semana.

El Símbolo de la Esperanza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora