Shut Up | Kokushibo x Douma

Cap 5

En un intento de agradarle al esposo de su amigo, aunque sea haría el esfuerzo por Douma.

—¿Qué haces en mi casa? —Preguntó en un tono fuerte, Douma se sobresaltó y hacia Akaza iba a ir pero Kokushibo lo agarró de la cintura pegandolo más hacia él impidiendo que escape de su lado.

—Bebé...¿Qué te dije de las visitas? —Esta vez dirigió su palabra al plei ceniza que a su merced estaba hecho un manojo de nervios. Akaza ya tenía claro que Kokushibo era un total patán, manejando y controlando a aquella pobre alma.

Akaza no resistía el ver como Douma estaba siendo amedrantrado, no por  quinta vez.

—¡Ya déjalo! —Gritó y al mismo tiempo un puñetazo en la cara por parte de Kokushibo recibió. Partiendole un poco el labio y tumbandolo al piso pues tenía mucha fuerza, la mirada de superioridad que tenía le daba fastidio. Douma estaba en shock pues su marido había golpeado a su mejor amigo.

—¡Akaza-dono! —Fue rápido en su ayuda y por un momento olvidó "que en esta casa manda él y no soy yo" e intentó a ayudar a Akaza a levantarse del suelo. Kokushibou enojado tomó el largo cabello de Douma para arrastrarlo.

—¡Augh, eso duele! —Entre solllozos, su cabello estaba siendo fuertemente jalado y algunas hebras ya se desprendían por la gran presión que ejercía la mano de Kokushibo.
Pataleó un poco e intentó morder la mano del más grande pero no lo consiguió y kokushibo le dio una bofetada mareandolo un poco.

—No olvides quien eres, cariño.

Y esas palabras tan ominosas hicieron temblar el cuerpo del peli ceniza en recuerdos. Dejó de oponerse cuando por fin entró en razón.

—¡Maldito! —Esta vez Akaza y en posición de pelea se acercó en un intento de golpear al contrario pero fue retumbado por otro golpe de Kokushibo y al piso de nuevo cayó. Kokushibo soltó a Douma y quien en un rincón de la habitación se lamentaba por estorbar, todas las cosas hirientes que mencionó lo ponían muy mal.

Kokushibou muy enojado estaba dispuesto a matar al pelirosa.... entonces una idea pasó por su cabeza. Tomó el cuello de la camisa del mencionado y estrelló su cabeza conta la de él dejando a Akaza inconsciente.

Minutos después Akaza despertó en un sótano. Lo único que divisó fue a Douma quien estaba enfrente de el con la mirada baja.

—¡Douma! ¿Estás bien?

No hubo respuesta a su pregunta, observó por toda la habitación y encontró a Kokushibo parado en una esquina con la mirada fija en Douma.

—L-lo siento mucho Akaza-dono sniff.. Sniff.

No entendió el por qué se estaba disculpando, el se había buscado esto por defenderlo, fue su decisión. Iba a decirle algo pero la silueta de Kokushibo se movió un poco hacia la luz avanzando lentamente hasta estar detrás de Douma.

—Vamos, tu puedes... ¿O quieres estar en la misma posición de él ahora mismo? —

Preguntó en un susurro perturbador.

—N-no puedo hacerlo, por favor...

Kokushibo ante su respuesta colocó un cuchillo en el cuello de Douma y volvió a preguntar:

—¿Sigues sin poder hacerlo? —Douma tragó saliva y sus temblorosas manos se revelaron de entra la oscuridad. Cargaba también con un cuchillo pero en dirección a Akaza.

El peli ceniza lo pensó y acordó que no tiene más opción. Lo miró pensante a su amigo todo magullado, se había sacrificado por él...

—Suficiente, si no lo haces tú lo haré yo —Se hartó de la espera así que agarró las manos del oji arcoiris para ponerlas rectas y a Akaza apuñaló así sin más.

Las lágrimas de Douma no se contenían. Un grito de dolor resonaba en todas partes, al cumplir con su objetivo la furia de Kokushibo fue disminuyendo poco a poco, una y otra vez con la navaja perforaba el cuerpo del yacente amigo de Douma.

Ante tal suceso Douma atinó a llorar porque si decía o hacía algo el siguiente en morir sería él. Abrazó el cuerpo de Akaza manchando su ropa con sangre, pero no le importaba, solo había venido a visitarlo, fue su culpa que haya muerto, él lo asesinó de una manera tan horrible y en tan poco tiempo.

—Ya deja ese saco de mierda por ahí,, ahora por tu culpa tendré que limpiar este desastre.

Dijo refiriéndose a todo el piso ensangrentado, no podía dejar ni un solo rastros o testigos en la casa.

Y Entonces miró a Douma.