ɢᴏᴏᴅ ᴍᴏʀɴɪɴɢ, ᴇᴠᴇʀʏ ᴍᴏʀɴɪɴɢ ᴡʜᴇɴ ɪ ᴏᴘᴇɴ ᴍʏ ᴇʏᴇꜱ ɪ ʜᴏᴘᴇ ɪᴛ'ꜱ ᴀ ɴᴇᴡ ᴅᴀʏ

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ɢᴏᴏᴅ ᴍᴏʀɴɪɴɢ, ᴇᴠᴇʀʏ ᴍᴏʀɴɪɴɢ ᴡʜᴇɴ ɪ ᴏᴘᴇɴ ᴍʏ ᴇʏᴇꜱ ɪ ʜᴏᴘᴇ ɪᴛ'ꜱɴᴇᴡ ᴅᴀʏ

𝟏

Es tan abrumador sentir estar vivo un día más. Casi preferiría seguir manteniendo el sabor de una muerte pacífica al recordatorio vigente de mi propia existencia.

Hay tantas cosas que imagino. Siendo participe de la inmersión en mis fantasías irreales como medio escapista de una realidad no deseada. Tal vez me sumía demasiado en estas, llegando al punto en el que los recuerdos entre realidad y ficción comenzaban a juntarse en mi memoria. Convirtiéndose ambos en una fina línea que fácilmente puedo atravesar por la punta de mis dedos dubitativos.

Soñar despierto me traía el conforto irreal de la creencia de que tenía una ínfima y milésima posibilidad de llegar a cambiar mi vida. Deseando que mi destino fuese otro, que mi futuro no me causara angustia, y que no se agotase la poca esperanza que me quedaba. Aquella gota de esperanza que permanecía oculta entre mis pensamientos, obligándome a sentir y vivir un día más. Dándome el ánimo necesario para levantarme de la cama un día más, solo uno más. Y revelarme de nuevo contra todo lo que existe y conozco a mi alrededor. Jurando que aquella sería la última vez, mi último intento.

Sentir estar vivo es casi insultante siendo conocedor de mi verdad. Mi verdad acerca del universo en el que vivo, en el que nada y todo tiene sentido. En donde los bucles de tiempo te hacen perder la cabeza, las mentiras no son más que un pasatiempo habitual, y donde nadie hace preguntas acerca de nada. Como si las inconsistencias no existieran a plena vista.

El dramatismo siempre fue mi mejor compañero. Pues así se reflejan las mejores historias que conozco gracias al regalo de la literatura. Tal vez es por ella, y no por mí imaginación, que la abrumación de la vida y la fantasía de la muerte todavía siguen en equilibrio.

Tal vez es por ambas, o tal vez es por el Sol que sale un día más. Inaugurando un nuevo infinito, un nuevo día. Obligándome a abrir los ojos y a desear que el día nunca llegase.

Sin embargo, creo que el Sol me inclinaba con más constancia a la línea maldita de la balanza. Sobre todo aquella mañana en la que me encontraba con ganas de nada, y que lo único que deseaba era no tener que existir.

Nuevo día, misma rutina. Y con él, mi hastío por la existencia del cotidianismo; de los días repetitivos y de mi desgracia única.

Quería gritar, llorar, patalear y luchar contra el mundo. Recalcarle a todo ser oyente lo injusto que era vivir como yo lo hacía. Pero sabía que era incapaz de hacerlo. Ya que pese a mí rebeldía, todo intento de cambio no era más que una burla efímera a la consistencia de la realidad.

Da igual si era un cambio físico, mental, psicológico, figurativo o material. Los cambios no existían en mi realidad, viviendo un mañana igual que el ayer, y un hoy igual a mi final y mi inicio.

Conformándome con que un resoplo abandonase mis labios, ignoré mi existencia unos instantes más, abrazándome al deseo de mi inexistencia. Desentendiéndome de todo lo que pudiese afirmar la vida.

Más por desgracia, llega un punto en el que ignorar la vida resulta imposible. Teniendo situaciones donde me veo obligado a admitir mi propio cuerpo, a respirar de nuevo, a sentir y pensar. Verbigracia, justo ahora.

De pronto, ignoro tenuemente mi deseo de probar la muerte con mis propios labios. Abro los ojos, permitiendo que el Sol me deslumbre. Me incorporo, arrepintiéndome al segundo al notar como todo mi mundo giraba unos instantes.

ᴅᴇᴊᴀ ᴠᴜ (ᴍɪɴꜱᴜɴɢ) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora