ᴅᴇᴊᴀ ᴠᴜ (ᴍɪɴꜱᴜɴɢ) [PAUSADA]

ɪ ᴅᴏɴ'ᴛ ɴᴇᴇᴅ ɴᴏ ɢᴀʀᴅᴇɴ ᴏꜰ ᴇᴅᴇɴ

ɪ ᴅᴏɴ'ᴛ ɴᴇᴇᴅ ɴᴏ ɢᴀʀᴅᴇɴ ᴏꜰ ᴇᴅᴇɴ

𝟏𝟐

TW: Mención de suicidio

Que se note que estudio arte.

Hay instantes donde una sola persona es capaz de congelar el mundo.

Los seres vivos tomaron su última respiración. Los inanimados dejaron de ser afectados por la gravedad. El clima permaneció soleado por siempre jamás y una nube metafórica cubrió el universo tal y como lo conocemos.

La realidad no se había vuelto más que una pintura digna de ser expuesta en los castillos más extravagantes que jamás habían existido.

La escena de tortura, agonía y desesperación, sobre todo la última, era digna de estudio. Tal vez los estudiantes de arte llegasen a observar y analizar la obra con desdén, preguntándose por qué esta podría ser importante mientras rezongan de su existencia.

Si estos se fijasen, tal vez podrían observar las pinceladas finas, precisas y estilizadas de la obra. Detallando cada lágrima, cada grito y cada instante desesperante de la escena. Las figuras humanoides estaban retratadas con una precisión abrumante. Sus rostros se contorsionaban mientras que sus anatomías estaban definidas en base a las emociones que trataba de transmitir la pintura.

Los estudiantes rodarían los ojos, deseando mentalmente como colectivo que dicha obra no apareciese en ningún examen. Ya que definir tal realidad de desesperación sería imposible. Alguno hasta preferiría analizar el Jardín de las Delicias, obra conocida por sus detalles y simbologismos extravagantes.

¿Cuál era el título de dicha obra? Se preguntaban mientras trataban de contestar las preguntas interminables del examen. Tal vez simplemente agonía, tal vez tristeza, tal vez tendría que ver con la luna o con la finalización de la vida. Fuese cual fuese, nadie lograba recordar su nombre, creando caos y confusión en el salón de clase.

Tal vez ese alumno podría haber sido yo, o cualquiera de nosotros si tal vez si no fuesemos los principales protagonistas de la tragedia.

Hubo segundos en los que el mundo se congeló. Nadie se atrevió a moverse, conteniendo la respiración y las lágrimas.

Ni tan siquiera tuve el valor de llorar, de soltar más lágrimas de las que había soltado todos los días anteriores.

La pintura se esfumó al instante en que alguien más subió al escenario, volviéndose un personaje más de la tragedia.

La mujer que había irrumpido la escena se petrificó en su sitio dos pasos delante de mi persona. Se cubrió la boca con ambas manos y comenzó a hiperventilar. No se atrevió a soltar lágrimas, al igual que yo. Removió las manos por su cuerpo hasta terminar agarrándose la cabeza como si le doliera tanto que era incapaz de respirar.

Yeri entró en el mismo estado que todos los demás participantes de la escena. Cada uno reaccionando de manera distinta, pero todos con un motivo similar retundante en sus mentes.

¿Por qué?

Un porqué que yo me negaba a aceptar en rotundo. Conteniendo las lágrimas y dando dos pasos al frente para observar mejor mis alrededores.

La protagonista de la obra yacía inmóvil en el centro del Salón de la Luna. Rodeada de los motivos florales dibujados en las baldosas de mármol en suelo del salón. Estos dibujos se enredaban en sí mismos hasta formar un círculo central, marcando el centro de la habitación. Sobre este, en el techo se encontraba una claraboya de cristal. El salón estaba específicamente construido para que la luna iluminase la estancia, calculando que esta quedaría específicamente encima de la claraboya e iluminaría el salón.