Capítulo dos - Hambre

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Esa mañana desperté en suelo mojado. Lo sentí en la desnudez de mi espalda. El sol se asomaba insistentemente entre las hojas de los árboles. Pensé que era un sueño y seguí creyéndolo durante otros cinco minutos. Me sentía absolutamente entumecido, de cuerpo a pensamiento. Muchas veces estuve en este mismo estado bajo la influencia de alucinógenos, pero hace mucho tiempo que no uso nada parecido. Dejé de percibir el peso de los murciélagos sobre mi cuerpo. Ya no estaban conmigo. Llevé una de mis manos a mi cara para cubrirme del fuego que ahora me envolvía y me lastimaba. Me arrastré hasta la sombra de una gran roca y me quedé allí, todavía mareado y con la garganta seca. Cerré los ojos y respiré hondo. Sentí el aire después de tanto tiempo, y fue entonces cuando supe que ya no estaba encerrado en el Upside Down.

En el entremés, se me atravesó otro pensamiento. No abrí los ojos, solo pensé en lo fría y rasposa que estaba la roca, y en la suerte que tenía de volver a sentirla.

"Pero tengo sed, mucha sed", me susurré. Ahora le digo sed al hambre, a la agonía, al tormento de saber de que no tengo una sola gota de sangre a mi alcance.

De repente se me acercó una ardilla. Como ahora soy muy rápido, la tomé con una mano sin mucho esfuerzo. La vi luchando. Me creí misericordioso al romperle el cuello. Lo hice para que no sintiera mis dientes perforando el cuero de su estómago. Bebí su sangre e inmediatamente la escupí. No era la sangre que estaba buscando. No era la sangre a la que Vecna me había acostumbrado.

¿Cuántas horas pasaron antes de que Steve me descubriera esa mañana?

Su voz sonaba como un gorgoteo en el agua. No podía entender lo que quería decirme. Lo vi agacharse y me tomó en sus brazos, incapaz de levantarme. Ambos caímos al suelo, él encima de mí. Y aunque no pude distinguir nada más, pude escuchar el pulso de la vena en su cuello y el frenético latido en su pecho. Lo abracé. Él tartamudeó un poco antes de poder decir algo.

-Vale, un abrazo. Yo también estoy muy feliz de verte, amigo —soltó con evidente incomodidad.

Lo que hice a continuación no se lo esperaba él, ni yo. Apoyé la cabeza en su cuello y lamí esa vena que parecía a punto de estallar. Trató de alejarse de mí, pero rápidamente lo agarré y lo apreté con brusquedad. No era tan fuerte, al menos no lo suficiente como para deshacerse de mí. Intentó gritar, así que ahogué sus palabras con una mano. Aun así, con un solo brazo inmovilizándolo, no podía escapar. Le revelé mis colmillos. Vi el terror en sus ojos y, más que eso, vi mi reflejo en su pupila. Ese monstruo de pelo largo, mejillas desgastadas y ojos tan, pero tan tristes.

Perforé la vena y bebí de ella. Su sangre inundaba mi boca, y rebalsaba por la comisura de mis labios. No creo que pasaran más de dos segundos antes de que dejara de forcejear. Retiré mi mano de su boca y la moví hasta su cabello, para situar su cabeza de modo que su cuello quedara más expuesto. Lo escuché inhalar y exhalar con suavidad.

Retrocedí rápidamente dándome cuenta de lo que había hecho. Ya no me sentía débil ni enfermo. Podía pensar con claridad y sopesar las vergonzosas conclusiones de mis acciones. Steve estaba en el suelo con los ojos cerrados y la boca entreabierta. Quería ayudarlo, pero escuché voces en la distancia gritando el nombre de Dustin. Reconocí la voz de Nancy. Ella era la que gritaba más fuerte. Instantáneamente sonreí al recordar sus ojos, esos que no me permití mirar por más de un segundo para que no se diera cuenta de lo mucho que me gustaban. Y entonces me pregunté por Dustin, dónde debería estar y por qué lo buscaban en lo más profundo del bosque. Tal vez Steve también lo estaba buscando antes de encontrarme.

Las voces se acercaban. Me sentí acorralado por la escena que me hacía parecer culpable. Y recordé a Chrissy, luego a los murciélagos. Me escapé una vez y no me fue muy bien. La otra vez me quedé y jugué al valiente, y tampoco terminó bien. ¿Qué explicación podría dar? Ninguna por el momento, así que decidí escabullirme antes de que pudieran encontrarme. Ya muy lejos de allí, escuché a Robin con su voz tan hermosa de siempre gritando el nombre de Steve.

Amor se escribe con sangre 🩸 Vampire EddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora