Capítulo cuatro - Sueño

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¡Muchas gracias por apoyar mi historia de Vampire Eddie! Haré todo lo posible para
publicar semana a semana. No te lo pierdas porque traigo buenas ideas. Cuéntame tus teorías, ¿qué pasará con Steve, Nancy, Robin y Eddie? Y lo más importante: ¿dónde está Dustin?

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Lo que sucedió después de que nuestros ojos se encontraron fue algo que no pude ejecutar con suficiente claridad. Volví a sentir la desconocida enfermedad que padecía por falta de alimentos. Me incliné hacia adelante, un par de veces, por las constantes arcadas. Escuché la voz de Nancy preguntándome quién era. Me escondí detrás de la estantería hasta que escuché sus pasos acercándose a mí. Me moví a otro de los pasillos entre libros. Ambas me persiguieron insistentemente. Recogí varios libros hasta que mis manos estuvieron llenas y respondí sin devolverles la cara: "Lo siento, no puedo atenderte en este momento. Un colega vendrá a ayudarte". Fingí ser un dependiente del lugar, uno bastante ocupado.

Cuanto más caminaba, menos escuchaba sus pasos. Volví a mi guarida, de la que no debería haber salido. Tiré los libros en el suelo y me acosté en uno de los sofás polvorientos que solían usar para las reuniones del club de lectura. Empecé a delirar con el desfile de disparates que se me cruzaban por la cabeza.

Los murciélagos llenaron la habitación en remolinos. Steve se acercó a mí y me ofreció la copa que anhelaba, la que Vecna usaba para darme de comer. Lo tomé con urgencia y sentí que la sangre se convertía en arena del desierto dentro de mi boca. Entonces vi a Steve, que se había convertido en una estatua frente a mí y se estaba desmoronando sobre el suelo, fragmentado en diminutas piedras amarillas. Detrás de él estaba Nancy, quien se acercó a mi cama con una mirada triste en su rostro. Se arrodilló y me tocó los brazos. Se sentía tan real. Siguió tocándome como si quisiera sentir mi realidad dentro de la suya, quería asegurarse de que yo estaba allí y no era una alucinación de su mente, así como ella lo era para mí. Cuando la tomé por detrás de la cabeza, la acerqué a mi cara. Su respiración huracanada sobre mis párpados me invitó a continuar. La besé cálidamente en sus labios. La besé y, de alguna manera, sin quererlo, la tomé por completo. Ella se desmayó en mis brazos. Cuando sentí el peso de su cuerpo sobre mi torso, me di cuenta de que ella realmente estaba allí y no hacía parte de mis delirios.

Empecé a sentirme mejor, como cuando tomé la sangre de Steve. La revisé y no vi ningún mordisco. No la lastimé, lo que inmediatamente me tranquilizó. La coloqué con cuidado en el sofá y respiré pesadamente. No sabía qué hacer. Robin no estaba con ella. Debieron haber salido juntas de la biblioteca, y se separaron para volver a sus respectivos hogares, pero Nancy regresó a la biblioteca con una corazonada sobre el muchacho que vio escondido entre los libros y quien sonaba extrañamente familiar. Seguramente fue así. Suena muy Nancy. Robin sí se había tragado mi actuación de archivero ocupado.

Ahora estaba en serios problemas. Nancy estaba inconsciente. La vi muy pálida, como si le hubieran quitado algo. El cuaderno estaba casi fuera de su bolso. Lo tomé y pasé a la última página donde había recopilado información sobre el vampirismo, principalmente en la cultura popular porque no era algo que realmente se hubiera probado que existiera. Si bien hubo personas que se alimentaron de sangre en algún momento de la historia, no se reconoció el lado místico de sus acciones, solo se trataba de personajes perturbados con un gusto irrazonable por la sangre humana, casi mezclándose con el canibalismo.

Leí sobre esto hace mucho tiempo cuando estaba tratando de encontrar una explicación para mi oscura existencia y recordé a los íncubos. Nancy también tomó nota sobre ellos. "Demonios que consumen energía", enmarcó con lapicero azul. Ahora estaba empezando a recordar acerca de esa lectura. En aquel tiempo no sentía la certeza de que pudiera hacer algo así, y hoy sí la tenía porque ya lo había hecho con dos, con Nancy y con Steve. Reconocí lo que tenía que hacer. Tenía que devolver la energía almica que les había robado para que pudieran despertar. Y sí todo estaba en lo correcto, iba a salir bien librado de esta situación.

Tomé a Nancy en mis brazos. Volví a subir a la biblioteca, ahora vacía porque ya era tarde en la noche. La senté en uno de los asientos y agarré su rostro con ambas manos. La acerqué un poco más a mí. Abrí su boca con mi dedo pulgar y acerqué la mía sin encontrar sus labios. Exhalé en ella, y como una nube de vapor, se introdujo sin que saliera nada por las esquinas. Cuando ella estaba recobrando la conciencia, comenzó a aspirar por las fosas nasales, y tomó de vuelta lo que le faltaba para recuperar su semblante saludable. Se despertó y me miró directamente a los ojos. Le hablé con la voz más suave que pude manejar.

"Nancy, regresaste a la biblioteca para estudiar más libros", le sugerí.

"Sí, volví a la biblioteca a estudiar más libros", respondió ella, sonámbula.

"¿Por qué?", pregunté para asegurarme de que había funcionado.

"Porque necesito saber qué le pasó a Steve", dijo viendo el vacío.

"Estás muy, muy cansada, Nancy. Duerme"

Y volvió a dormirse, poniendo sus brazos sobre la mesa y escondiendo su rostro entre ellos. Me alejé con cautela. Volví a esconderme en la oscuridad y la vi despertar nuevamente. Todo fue un sueño para ella. Y lo fue para mí también, uno hecho realidad, aunque no en las circunstancias más amables. La última vez que la vi fue durante un largo segundo que podría haber sido un minuto.

No volví a mi escondite esa noche, no después de darme cuenta de lo que podía hacer para sanar a Steve. Esa noche lo fui a buscar al hospital donde estaba, dispuesto a darle lo que le había quitado, del mismo modo en que se lo había devuelto a Nancy.

Amor se escribe con sangre 🩸 Vampire EddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora