CAPÍTULO 15

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«Chicas quería daros gracias, gracias, gracias a todas porque ya tenemos más de 300 vistas y nunca pensé que en tan poco tiempo la historia alcanzaría eso.»
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―Ahora sí ―me dijo JiMin―

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―Ahora sí ―me dijo JiMin―. Ahora ven.

Obedecí sin rechistar. En aquel corto camino de un par de metros me deshice de la chaqueta, me arranqué la camisa y arrojé mis pantalones y mi ropa interior, que se amontonaron de cualquier manera en el suelo. No me importaba lo que pasara con ella. No me importara lo que pensara Ji-Eun cuando viera el estado en que volvían mis pantalones. Solo me importaba JiMin y su cuerpo desnudo, que quería tener entre mis brazos.
Me arroje sobre él como si arrastrara hambre. Lo cubría con mi desnudez, frotando nuestras pollas húmedas de semen y relajadas tras el orgasmo, acariciando sus costados, y sobre todo devorándole la boca. Aquella boca glotona que me tenía subyugado, rendido a él y a lo que quisiera hacer de mí.
JiMin me recibió con las mismas ganas. Hambriento a pesar de que acababan de tirárselo. Deseoso de mí. Lo vi en sus ojos y me lo susurró al oído.

Seguíamos retorciéndonos uno en brazos del otro cuando sentí el cuerpo de HoSeok que se recostaba sobre mi espalda. Me quedé quieto, pero mi chico tomó mi rostro entre sus manos para que lo mirara fijamente.
―Confía en mí ―repitió una vez más. ¿Y cómo no iba a hacerlo si yo era presa de aquellos ojos verdes?
Seguí besando a JiMin, retorciéndome sobre su cuerpo, mientras notaba el calor y el olor a sexo de HoSeok encajado en mi espalda. El vaquero tenía ganas de mí. Lo noté por la forma en que su gran polla palpitaba contra mis nalgas. Pero no lo dejé acercarse más allá.
JiMin se movió, para que yo también quedara bocarriba y HoSeok aprovechó para ponerse encima de mí. Su cuerpo se contorsionaba sobre el mío a todo lo largo. Sus pies buscaban mis pies, sus caderas mis caderas, y su enorme nabo friccionaba sobre mi polla, logrando llamar su atención. Era como si aquellos dos rabos, desconocidos hasta entonces, se dieran la bienvenida. Intenté girar la cabeza para besar a JiMin, pero HoSeok colocó el codo en la almohada para impedírmelo. Quería besarme y lo iba a hacer. Cerré los ojos y la boca del vaquero se sumergió en la mía. Sus labios eran carnosos y besaba muy bien. Su lengua impactó en mi lengua y logró arrancarme un escalofrío de placer.
Sentí cómo mi polla volvía a reaccionar. Mi chico había introducido la mano entre los dos, y nos las masajeaba a ambos, las dos juntas. Se acercó a nosotros y unió su lengua a las nuestras. Éramos tres cuerpos que se habían convertido en uno solo, contorsionándonos, intentando no dejar escapar un trozo de piel a nuestras caricias.
Yo buscaba la boca de JiMin, la polla de JiMin, el culo de JiMin. Pero HoSeok estaba ávido de mí. De la nueva remesa. Y no me dejaba maniobrar.
En un momento dado noté cómo se apartaba y al fin mi chico ocupo su lugar sobre mí. Fue entonces cuando sentí los labios del vaquero sobre mi nabo, chupando con hambre, con ansiedad. Era un buen maestro, porque la mamaba casi tan bien como JiMin. Aquello era más excitante de los que podía soportar. Mientras JiMin me besaba, HoSeok me la mamaba. Me podía correr de nuevo en cualquier momento.

Entonces, JiMin se puso de rodillas en la cama y tiró de mí para que hiciera lo mismo. HoSeok se resistió, no quería dejar de chupar, pero nos dejó hacer. De rodillas, frente a frente, volvimos a besarnos.
―Déjame que te folle ―gemí en sus labios―. Por favor, por favor.
Él me acalló con un beso, y separó las rodillas para que el vaquero se pusiera debajo de nosotros.
La habitación olía a semen y estaba llena de los gemidos de los tres. HoSeok, encajado entre mis piernas, me chupaba ahora los huevos, jugaba con ellos, acariciaba mi esfínter con los labios y me lamió tan adentro que creí morir de placer. Mientras tanto, su miembro acariciaba el orificio de JiMin, sin llegar a entrar.
―Esta vez no va a ser él quien te la meta ―le dije en cuanto el placer me dejó articular palabra.
―Nadie más, solo tú ―me contestó.
Acompañó sus palabras retirándose, y ofreciéndome su culo a cuatro patas, como había hecho con HoSeok. No lo dudé un segundo. Fui a él y me lo comí a lametones. Estaba salado debido al semen del vaquero, que había chorreado, pero me gustó. Era un sabor distinto, más amargo. También más espeso.
HoSeok había maniobrado hasta ponerse de pie en la cama, y ahora le daba su polla de comer a mi chico. Aquello me excitó tanto que me puse de rodillas, y al fin se la metí a JiMin.
Lo necesitaba tanto, tenía tantas ganas de él, que una sonrisa estúpida se encajó en mis labios. Me lo follé mientras gemía. Acariciando sus caderas y mirando directamente a los ojos de HoSeok, para darle a entender que aquello era solo mío.
El vaquero también sonrió, dejó que su nabo escapara de los labios de mi muchacho, que se retorcía y gemía de placer bajo mis envistes, y avanzó hasta mí, sosteniéndosela con las manos.
Cuando llegó a mi altura, simplemente la soltó, y yo vi aquella polla grande, morena y jugosa delante de mis ojos, delante de mi boca, expuesta a mí.

No tuvo que decirme nada. La olí como me había enseñado mi muchacho, la lamí desde los huevos hasta el glande, y después me la metí en la boca, mientras mis caderas seguían trabajando el culo de JiMin.
No sé cuánto tiempo continuamos así, pero era la postura perfecta: yo follaba un culo y a mí me follaban la boca.
El primero en correrse fue HoSeok. Lo hizo profiriendo un agónico gemido, y yo esperé paciente a que mi boca se llenara. Lo hizo al instante. Una bocanada espesa de esperma. Denso y salado, con sabor a ostras, que no pude contener y se me derramó por los labios. Tragué tanto como pude, pero era demasiado.
Aún temblando tras la corrida, HoSeok se apartó, se puso de rodilla a nuestro lado y vino en mi ayuda, lamiéndome la boca, la barbilla, el pecho, hasta dejarme limpio de su leche. Después, mientras nosotros terminábamos, se dedicó a besarme. A comerme la boca, sin prisas, solo disfrutando de mí.
El segundo en irse fue JiMin. Supe que se iba a correr cuando su esfínter se contrajo sobre mi nabo de forma espasmódica, con contracciones seguidas y veloces. Él contuvo el aliento, arqueó la espalda y se apretó más contra mí. Yo alargué la mano para sustituir la suya, y lo pajeé mientras me lo follaba. Un torrente cálido y pegajoso empapó mi mano mientras mi chico, al fin, se relajaba.
―Ahora te toca a ti ―me dijo HoSeok, apartándose lo justo para mirarme montar a JiMin, y cruzando los brazos sobre el pecho.
Yo clavé mis ojos en él. Era un hombre guapo, tenía un cuerpo perfecto, a pesar de su delgadez, y una polla gorda y experta. Supe que me iba a dar mucho placer mientras esperaba el hipotético regreso de JiMin. Que sería mi amigo especial. Alargué la mano para acercar su cara y lo besé. Él me lo agradeció con una sonrisa y volvió a apartarse para mirarme hacer. Era el espectador de mi lujuria, y aceleré el trote en su honor, destrozando el culo de mi chico.
Yo suspiraba de forma entrecortada, gemía, y el sudor caía por mi frente. La forma de pupilas dilatada con la que el vaquero me analizaba lograba excitarme aún más. Era sorprendente, apabullante.
Fue el mejor polvo de mi vida.
Me corrí fuera de JiMin, separándome en el último momento, lo justo para que HoSeok pudiera verme mientras eyaculaba. Él volvía a jadear, igual que yo. Mi esperma se extendió por los suaves glúteos de mi chico, en largos regueros lechosos.
Miré a HoSeok. Tenía la boca abierta, y supuse que tan seca como había estado la mía mientras los veía follar a los dos.
―Creo que tú y yo vamos a ser grandes amigos ―me dijo.
Y entonces JiMin, que había caído rendido en la cama, me atrajo hacia sí, y HoSeok se acurrucó a nuestro lado.

ADICTO | SAGA HOMBRES CASADOS #1 | ADAPTACIÓN Y.M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora