Entraron en el lujoso restaurante indicado en sus cada vez más exigentes itinerarios, y una alegre camarera llevando los colores del crucero y un sombrero verde de Santa les pidió que la siguieran por el comedor iluminado con velas. SeokJin miró a su alrededor de manera despreocupada, era el típico comedor extravagante con papel pintado color crema, candelabros brillantes, porcelana, cristal, mantelería en las mesas y una hilera de ventanas del suelo al techo. Nada sorprendente. La camarera les llevó a un estrado que recorría un lado de la habitación al lado de las amplias ventanas que mostraban el atardecer y se detuvo al lado de una mesa.
Después de una breve pausa, SeokJin caminó hasta al otro lado y sacó la silla más cercana a la pared, indicando a Jungkook que se sentara. No estaba tratando de ser extra suave, sino que suponía que había que seguir adelante y darle a Jungkook la silla que le pondría la espalda contra la pared. A SeokJin tampoco le gustaba que la gente anduviera a su espalda, pero no era probable que él reaccionara violentamente por instinto. Y, además, Jungkook le advertiría mucho antes de que alguien sospechoso se acercara lo suficiente para hacer daño.
Jungkook enarcó una ceja en señal de advertencia a pesar de sus buenas intenciones. El exceso de galantería por parte de SeokJin podría hacer que Jungkook la perdiera. Lo que sería divertido de observar. Aunque esta noche, se sentó obedientemente en la silla que le ofrecía y puso la servilleta de lino sobre su regazo mientras le observaba rodear la mesa para sentarse frente a él.
La camarera anfitriona les deseó una agradable cena y desapareció con sorprendente poca fanfarria. Teniendo en cuenta cómo los miembros del personal habían estado tropezando constantemente unos con otros para ayudar a los huéspedes, SeokJin se quedó ligeramente impresionado.
—Por lo menos tenemos buena vista —murmuró Jungkook mientras miraba por la ventana la puesta del sol. La débil luz del sol luchaba con la luz de las velas, proyectando extrañas sombras en su rostro.
SeokJin miró al exterior, pero prefería ver a su compañero, todavía estudiando el extraño contraste de Jungkook frente a Del. Abrió la boca para comentarlo cuando un camarero se detuvo en la mesa, dejó los menús, una carta de vinos y una tarjeta de promociones especiales y se fue después de prometer volver pronto.
—Bueno —dijo SeokJin, recostándose cómodamente—. ¿No es empalagoso?
—Eres un cínico —acusó Jungkook en voz baja.
—¿Por qué dices eso? —preguntó SeokJin con curiosidad mientras miraba a su alrededor otra vez. Tuvo que admitir que la decoración era de buen gusto. Elegante, pero había aprendido hacía mucho tiempo que eso no significa necesariamente que recibieras el valor de tu dinero.
Jungkook señaló a la ventana, a los últimos rayos brillantes del sol que se perdían en el horizonte. El pálido cielo azul estaba manchado de rosa, naranja y un chorrito de brillante carmesí.
—Eso es gratis —dijo Jungkook en voz baja.
SeokJin asintió lentamente. De vez en cuando, Jungkook salía con uno de estos comentarios que hacían que SeokJin quisiera dar un paso atrás y apreciar lo que tenía. En este momento, definitivamente incluía a Jungkook en el recuento.
—Es una preciosidad. Deberíamos comer en nuestra terraza en algún momento. — Su suite estaba en el lado de estribor, por lo que podrían tener algunas puestas de sol para ellos solos, si querían.
Jungkook sonrió, pero fue una sonrisa melancólica totalmente impropia de él. SeokJin le miró un largo momento, y luego se estiró para cubrir la mano de Jungkook sobre la mesa con la suya.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja.
—Sólo trato de recordarme a mí mismo que no debo ponerme demasiado cómodo.
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PESCADO&PATATAS FRITAS || #3
RandomLos Agentes Especiales Jeon JungKook y Kim SeokJin han vuelto al trabajo, disfrutando de una relación personal y profesional basada en una fuerte actitud protectora y una ardiente pasión. Ahora les han asignado un caso en el que tienen que hacerse p...