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La fila para la pared de escalada era larga, y la espera aún más larga dado que había una necesidad de observar y demorarse por las víctimas prometidas. El frío no era un problema, pero la impaciencia sí. No le gustaba hacer lo que él consideraba tareas insignificantes tales como el asesinar de manera encubierta.

Aunque el buen clima y el ambiente de fiesta del barco hacían su trabajo un poco más fácil. La gente estaba feliz y distraída, y pudo insertarse sutilmente delante de los dos hombres cuando llegaron. Fue una obra maestra de malevolencia, asegurarse de ser el que trepara justo antes que ellos sin que nadie notara lo que había hecho ni lo que iba a hacer.

Llevaba un pequeño cuchillo de cerámica en una bolsa en la cadera, uno que había sido capaz de pasar por los detectores de metales de baja tecnología, y era bastante inocuo si por mala suerte era registrado por la seguridad. También era fácil deshacerse de él si era necesario, todo lo que tenía que hacer era tirarlo con fuerza contra algo sólido y se rompería en mil pedazos. En el crucero, sin embargo, las armas no eran realmente un problema. Si estaba cerca de la barandilla, podía simplemente tirarlo por la borda y observar cómo se hundía en las oscuras profundidades azules.

No preveía tener que hacer eso.

Mientras trepaba por la pared falsa, se quitó cuidadosamente la línea de seguridad, recogiéndola sobre su vientre para que nadie de abajo o por encima viera lo que estaba haciendo. Cuando llegó al lugar de la cuerda que pensaba haría el mayor daño, sacó el cuchillo del tamaño de la palma de la mochila que llevaba atrás y cortó rápidamente, a casi un tercio de distancia de la línea de nylon. No era mucho, apenas perceptible a simple vista ya que el cuchillo era muy afilado. Como hacían solo un examen superficial, no sería visto. Sólo cuando alcanzara el mosquetón de arriba y el peso de un cuerpo tirara de él sería aparente.

Después de guardarse el cuchillo, hizo un gesto al asistente que estaba a unos tres metros por encima de él y poco a poco comenzó a descender. Se hizo cargo de la cuerda, consciente de no poner demasiado peso en ella y dejó que se desenrollara a un ritmo de apariencia normal. Cuando sus pies tocaron el suelo acolchado en la base de la pared, estaba contento de saber que cuando la cuerda se rompiera debido a un exceso de peso, su presa estaría en el arnés.

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SeokJin sacudió la cabeza y suspiró mientras estaba bajo el brillante sol y el aire fresco invernal, mirando la pared de piedra gris que se alzaba hacia el cielo azul claro. Estaba empezando a desear que Corbin fuera una comadreja superfriki o un anciano corpulento con bastón. Estas cosas eran malas para sus nervios.

El nivel del suelo atrajo su atención, Jungkook estaba a su lado, tratando de mantenerse quieto mientras un bajito y bastante corpulento miembro de la tripulación llamado Manny revisaba su arnés. Su turno en la pared de la roca había sido reservado con antelación, otra de las demandas de sus itinerarios. La cola era larga, y giraba alrededor de la cubierta y bajaba por la rampa que los pasajeros tenían que subir para llegar hasta este punto. El nivel de la cubierta hacía que la alta pared de roca, que se alzaba cerca de la popa del gran barco, pareciera mucho mayor.

SeokJin estaba ahora dudando de su decisión de haber tomado un desayuno abundante. No era que estuviera asustado, per se. Sabía que podía trepar por la maldita pared y que estaría bien, sobre todo colgado de un arnés anclado a una cuerda de nylon gruesa. No tenía miedo a las alturas. Era sólo que todo el asunto de caer le daba un poco de miedo.

Un tintineo le llamó la atención, y SeokJin miró a Jungkook sacudir sus hombros mientras trataba de abrocharse la correa de su casco bajo la barbilla. Había caído víctima de uno de los sombreros de Papá Noel y lo llevaba sobre el casco. SeokJin soltó un bufido y se estiró para cogerlo y tirarlo a un lado.

PESCADO&PATATAS FRITAS || #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora