Apenas eran las 10 de la mañana y ya no conseguía pegar ojo. Esa siesta que tan bien me había sentado la tarde anterior me estaba pasando factura. No aguanté mucho sin salir de la cama, pero para mi sorpresa, Marta ya se había levantado. Aún con los ojos llenos de legañas y con el pelo revuelto, bajé a la cocina a hacerme el desayuno. Allí estaba Marta con el portátil y con un café al lado (me recordó a mi madre).
-Buenos días.-dije con los ojos entreabiertos.-
-Buenos días pequeño zombie...jajajaja, vaya cara de sueño tienes...-
Sonreí y me tapé la cara con las manos para que no me viera, pero era inútil...mi incapacidad para caminar en línea recta me delataba. Estaba tan cansada que no era capaz de distinguir la leche del zumo, y la graciosa de Marta disfrutó del momento estelar de la mañana cuando me eché zumo de manzana en el café y me lo bebí casi entero de un trago (era una tacita pequeña). Escupí en el fregadero ese crimen contra la cocina que había preparado para desayunar y me desperté de golpe.
-¡Dios que asco!-grité después de escupir.-
-Para la próxima, existe una cosa llamada lavabo, está en el baño, en el lavabo hay un grifo mágico, que tiene el poder de dejar salir agua...bueno pues si te lavas la cara antes de hacer cualquier cosa, igual eres capaz de ver cuándo coges un cartón de leche y cuando es de zumo.-
-¿Por qué no me avisas?-pregunté después de terminarme el tercer vaso de zumo, con el que intentaba quitarme el mal sabor de boca (y la sed).-
-Era más divertido dejar que te dieras cuenta jajajaja. Anda desayuna que vamos a aprovechar esta mañana para dar un paseo por la capital...y de paso te presento a mi grupo de amigos.-
No le dije nada respecto a la gracieta del zumo porque podíamos terminar en bronca...además realmente yo habría hecho lo mismo si hubiera ocurrido al revés. Terminé de desayunar, subí a vestirme (y a lavarme la cara), y antes de salir le mandé un whatsapp de buenos días a mis padres. Hecho todo esto, me puse mi chaqueta vaquera favorita y salí de casa con Marta.
Estuvimos un par de horas paseando por la ciudad y hablando de nuestros planes de futuro y demás. Yo acababa de llegar a Asturias y ella quería irse en cuanto terminara la carrera de periodismo. Tardamos poco en encontrarnos con una amiga de Marta.
-Lila, esta es Rocío. Rocío, Lila es una antigua amiga que vino ayer a Oviedo. Está viviendo conmigo.-
-Encantada Lila-me saludó Rocío dándome dos besos-
-Igualmente.-
Rocío era alta, muy alta, pero alta de esas que en las fiestas, sus amigas no le dejan ir con tacones porque si no las demás se quedan demasiado "abajo". Era rubia, tenía los ojos negros (nunca había visto una rubia con ojos negros...el contraste que creaba era curioso) y una voz muy dulce. Nos quedamos charlando un rato con ella hasta que llamaron a Marta por teléfono.
-¿Si?...Holi, ¿qué tal?...bien dando un paseo con Ro y con una amiga que acaba de mudarse conmigo...por mi bien, nos vemos allí, besitos.-Marta colgó el teléfono y se dirigió a nosotras.-Chicas, hemos quedado en media hora con Rafa y Judith en el restaurante "Linara", está cerquita de la universidad.-
Naturalmente asentí, no solo porque no conocía el lugar sino porque la idea era ir con ella todo el día y que me enseñara Oviedo y tal (y qué mejor que un restaurante para empezar). A la distancia a la que estábamos del restaurante podíamos ir andando y tardaríamos unos 25 minutos, así que nos pusimos en marcha. A medida que pasaban los minutos, tanto Marta como Rocío me caían mejor. Eran dos chicas increíbles y estaba convencida de que Judith y Rafa serían también geniales. Llegamos allí y la verdad es que ya por fuera era espectacular el sitio (en Madrid tomar un vaso de agua en un lugar tan elegante te cuesta el sueldo de medio mes...mínimo). Entramos y estaban en la barra tomando algo y charlando Judith y Rafa. No tardaron ni medio segundo y vinieron los dos corriendo a saludarme y a presentarse (me sentí famosa).
-Hola, soy Rafa, estudio periodismo con Marta. Y esta es Judith, es mi hermana, acaba de matricularse en primero de medicina.-
-Encantada chicos, yo soy Lila, estoy en primero de derecho, empiezo el lunes.-
Vi que se miraban raro y les pregunté si sucedía algo. Contestaron algo parecido a lo que me decían mis padres antes, que si no era algo arriesgado irse tan pronto de casa, pero les conté lo que les dije a ellos y la verdad es que lo entendieron, aún que siguieron pensando que era algo imprudente.
-Señores, no sé vosotros pero yo me muero de hambre, así que o comemos ya o como sin vosotros...-intervino Rocío leyendo la carta del restaurante.-
-Anda vamos que la niña se va a acabar comiendo una mesa o algo.-comentó Rafa abrazando y besando en la frente a Rocío.-
Nos sentamos a la mesa y nos atendió un camarero muy joven y muy guapo (creo que el único que realmente le escuchó al hablar fue Rafa). Estuvimos allí como 4 horas entre la comida, el postre y los cafés de después. Habríamos seguido un rato más de no ser porque llamaron a Rafa de que había habido un problema con uno de sus vecinos y le habían pedido que cuidara de su hija pequeña mientras salían a solucionar lo que hubiera pasado (no me enteré de lo que era porque estaba pensando en lo rápido que me estaba adaptando a mi nueva vida en el norte). De modo que pagamos entre todos la cuenta y nos fuimos para casa, aún que quedamos en vernos ese mismo día por la noche para ir a una fiesta en la "Playa de Gulpiyuri" a casi 1 hora de Oviedo.
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Nacer, crecer, valorar, morir.
RomansEsta es la historia de Lila, una joven madrileña cuya vida cambió el día que cumplió 18 años. Desde pequeña siempre decía que cuando fuera mayor de edad, se iría de casa aunque fuera a vivir sola. Esto no se debía a que en casa la trataran mal ni mu...