.
.
.
.
.
.
— ¡Jinnie! ¡Jinnie~!
El joven Dios corrió por entre los árboles, buscando al pequeño conejo, no pasaron muchos minutos hasta que sintió su llamado, esa pequeña voz aguda y algo suave que podía escuchar en su cabeza, Jinnie siempre le había hablado de esa forma.
— ¡Hyunjin!
— ¡Jinnie!
A lo lejos notó el cuerpecito del hurón saltar entre los árboles y las plantas algo altas, su pelaje dorado parecía brillar mientras se acercaba a él, con un último salto en conejito estaba entre sus brazos.
— Hyunjin, Hyunjin... —el pequeño ser frotó su cabeza contra su pecho, sus orejas estaban bajas y soltaba pequeños chillidos—. No debiste haberte ido, te dije que no te fueras, tenías que hacerme caso...
— Jinnie, ya —Hyunjin lo acarició para que se tranquilizara, podía notar que su protector estaba muy sensible, aquella pequeña vocecita sonaba como si fuera a romper en llanto, aunque no sabía si los hurones mágicos hechos con su propia alma eran capaces de llorar—, ¿Qué haces aquí? Creí que no querías venir.
— Vine a buscarte, hay que volver —dijo el hurón, sus ojitos cargados de estrellas, de un color azul claro como el cielo lo miraron mientras apoyaba sus patas delanteras sobre su pecho.
— No regresaré allí —dijo el joven Dios, totalmente serio y convencido—. Podemos tener una nueva vida aquí, Jinnie, aquí soy libre, aquí soy Hyunjin... No ningún Dios, ningún protegido, ninguna obra maestra de ningún superior... Apenas llegué aquí, no me iré.
— Tú deber como Dios es cuidar de todo lo Bello desde el mundo de arriba, es tu lugar—Jinnie lo golpeó con sus peludas patitas, como dando pequeños saltos.
— No quiero ningún deber, quiero ser libre —finalizó el castaño, y bajo al hurón al ver que Jinnie seguiría insistiendo—. Ahora, deja de molestar con eso. El Creador no tiene poder sobre estas Tierras, ya no estoy en sus dominios y de ninguna manera voy a obedecer.
Se dio media vuelta y estaba dispuesto a irse, Jinnie lo siguió, soltando pequeños chillidos para recibir atención.
— No entiendes... Él me envió por ti.
— Sí, lo imaginé —dijo Hyunjin—, es gracioso que sigas todo lo que él dice, pero nunca sigas lo que yo digo... Más si en verdad estás hecho con mi propia alma, no sé si eres mi protector o un soldadito del Creador.
— ¡Basta!
Hyunjin alzó sus cejas con sorpresa al escuchar el grito del hurón, se volteó para verlo al notar que no iba saltando a su lado, lo encontró dos pasos atrás de él, mirando el suelo con unos lloriqueos tristes.
— ¿Jinnie? ¿Estás bien? — se acercó a él, agachándose un poco.
El hurón hizo una bolita con su cuerpo y escondió su rostro en sus patitas delanteras, sus orejas estaban bajas y tristes.
— Sé que soy un mal protector... Te dejé solo, te dejé ir a un lugar peligroso... También dejé que te sintieras mal y quisieras irte, es mi culpa — murmuró el hurón dorado, en un tono sumamente triste y culposo que le dieron ganas de llorar de escucharlo.
— Jinnie, no... —Hyunjin tomó el hurón entre sus brazos y lo acunó contra su pecho como si fuera un bebé, mientras dejaba caricias sobre su suave pelaje—. No eres un mal protector, siempre me dijiste lo que debía hacer, lo que era correcto, tampoco es tu culpa que me haya sentido mal en el Mundo de Arriba... Eso creo que era inevitable, al igual que mi huida...
Jinnie de frotó de nuevo contra su tacto.
— El Creador está muy enojado —dijo—, me dijo cosas horribles, pero ciertas... Me golpeó, pero lo merecía...
— No, no, Jinnie, no... — Jungkook se sintió triste porque el pequeño se había metido en eso, comenzó a buscar en su cuerpo alguna herida, pero, al igual que él, el protector era un ser celestial, en sí, también era un Dios, porque era parte de su alma, y no podían herirse, podían sentir dolor pero nunca habría ninguna marca.
— Me envió a buscarte, debes volver —insistió el hurón una vez más.
— No lo haré.
— No entiendes... Si no vuelves los humanos van a sufrir, el Creador dijo que comenzaría las catástrofes y destruiría todo si no vuelves —Jinnie volvió a mirarlo a los ojos—. Muchos humanos van a morir, y seguirá hasta que no quede ni uno... O que vuelvas al Mundo de Arriba.
— No podría hacer eso, ningún Dios podría matar a todos los humanos—Hyunjin no quería pensar en sus lindos humanos, destruidos por el egoísmo y el poder del Creador—. N-no podría hacer eso...
— Él tiene el poder, Hyunjin —le recordó Jinnie, y sabía que era cierto, era el Dios más poderoso, y el único.
— No volveré allí —el castaño negó, sabía que si regresaba solo sería peor que antes, posiblemente lo encerraría por la eternidad, o quizás algo peor, no se le ocurría qué pero el Creador siempre había sido muy amenazante para él, como si fuera capaz de hacer cualquier maldad, pero solo fingía ser bueno—, debe haber otra forma para salvar a los humanos... —se detuvo a pensar, y no tardó muchos segundos en recordar a aquel otro Dios—. Jeongin... Él es el Dios de los Humanos, él está aquí, él puede ayudarlos.
— ¿En serio? —Jinnie alzó sus orejas hacia él.
— Sí, él me recibió cuando llegué —miró a su alrededor, buscando algún punto de referencia hacia dónde ir—, creo que era por aquí —murmuró para sí mismo, no estaba del todo convencido pero comenzó a caminar, llevando al hurón en sus brazos.
╚»• La Tierra de los Dioses Muertos •«╝
ESTÁS LEYENDO
La Tierra de los Dioses Muertos.《 Jeongjin/Hyunin 》ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜᶦᵒ́ⁿ
FantasyHyunjin, el Dios de lo Bello, huye de los dominios del Dios Creador, desatando su furia, en búsqueda de su libertad y felicidad, para vivir una vida sin presiones. Va hacia el Inframundo, la tierra de los dioses muertos, dónde conoce a Jeongin, Dios...