Ocho : Zero O'Clock

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Cuando Hyunjin despertó, Jeongin ya no estaba a su lado, se levantó de golpe para buscar a su alrededor, despertando al conejo.

— ¿Innie? —llamó, se frotó sus ojitos antes de levantarse de la cama, caminó despacio hacia afuera, en la pequeña sala de estar, que apenas contaba con un viejo sillón y una mesita, tampoco había nadie, la puerta estaba abierta, así que continuo su camino hacia el exterior.

Miró con sorpresa a los rayos dorados que decoraban el cielo, aquellos que hacían sentir tibia su piel, que alumbraban aquel mundo por primera vez, como un velo dorado que lo hacía parpadear seguido para acostumbrarse.

Y allí estaba Jeongin, su cabello oscuro brillaba en un tono amarrado, hasta algo rojizo, su piel se veía más bronceada y sus ojos oscuros reflejaban esa hermosa luz del sol, le sonrió a modo de buenos días, haciendo que su corazón se agitara.

— El Dios del Día también está aquí, y hasta trajo su Sol hacia este mundo —habló Jeongin, su voz sonaba grave y cansada por llorar tanto tiempo, aun así, sonreía, su cabello largo y medio rizado cubría parte de sus ojos, vestía ropas tan simples, pero era imposible que no le quedaran perfecto, aún despeinado, sentado en el suelo sobre aquel césped que ahora parecía tan verde, Hyunjin se ruborizó bastante ante aquella vista—. No sé qué habrá pasado, pero para que él sea un Dios Indeseado... Es grave.

— ¿Un Indeseado? —repitió el joven Dios—. Oh, ya sé —recordó una conversación con Seungmin y Felix de hacía tiempo atrás—. Son los que el Creador no quiere, ¿Verdad? Los que son inútiles, ¿No?

Jeongin alzó sus cejas ante esas palabras, suspiró levemente.

— Hyunjin... Todos los Dioses que el "Creador" —hizo comillas con sus dedos—. Que Bangchan ha hecho, todos han tenido una función, todos son "El Dios de... Algo", todos son útiles.

— El que ya no los quiera puede ser algo cierto —aceptó—. Pero los Dioses Indeseados solo son aquellos que... No coinciden con lo que Bangchan quiere, son aquellos que piensan por sí mismos, quienes creen en lo que es correcto y no en lo que él les diga.

Hyunjin asintió, tenía un puchero adorable formado en sus labios, sentía que había metido la pata.

— Yo soy un Dios Indeseado según Bangchan, por si no te diste cuenta —dijo, con una sonrisa suave—. Y es lo mejor que me ha pasado en toda mi existencia, porque desde que él me abandonó en estas tierras... Soy libre, al fin.

— Si suena muy bonito —admitió Hyunjin, deseando ser uno como él— ¿Qué haces? —preguntó, cambiando de tema, viendo la forma rara en la que estaba sentado.

— Yoga —respondió —. Es un invento de mis humanos, sirve para tener energías, para concentrarse, y para relajarse también, es bueno para la respiración... Normalmente me calma, pero no está funcionando muy bien... Ven, te enseño.

Hyunjin se acercó a él, sentándose frente a frente, Jeongin le mostró como sentarse con las piernas cruzadas, y luego acomodar el pie que quedaba debajo por sobre la pierna, haciendo que una muñeca surgiera en su rostro por la tensión en su pierna.

— No debes tensarte, debes estar relajado —le recordó, viendo como apretaba sus labios por aquella posición—. Respira hondo, y concéntrate en los rayos del sol sobre tu piel, tienes que sentir su energía y buscar tu calma.

Hyunjin cerró sus ojos y le hizo caso, llenando sus pulmones de aire, dejándose llevar por el calor del sol, sintió como se iba perdiendo a sí mismo en la tranquilidad que lo envolvía.

Estuvo en calma hasta que sintió el tacto de Jeongin sobre su mano, abrió sus ojos para verlo, el Dios de los Humanos la tomó con suavidad.

— Lo siento por interrumpir —murmuró, lo miró con aquellos ojos oscuros y cansados, pero que no dejaban de ser hermosos, aún con esas leves ojeras y la hinchazón del sueño—, es que... Mis humanos no se sienten bien, y yo tampoco, por supuesto... Estoy muy preocupado de que el Sol esté aquí, eso no es nada bueno... El Sol era un regalo de los Dioses para ellos y si está aquí... Significa que ya no está con ellos...

— Jeongin... No entiendo tu dolor, pero te prometo que todo estará bien —dijo el castaño, entrelazando sus dedos con él, por su expresión de alivio pudo notar que su dolor desaparecía—. ¿Es la primera vez que pasa esto? ¿Qué te sientes así? —Jeongin negó, frunciendo el ceño ligeramente—. Tal como ya pasó aquella vez, va a pasar esta vez también, ya verás... Tal como el día termina y vuelve a empezar, todo pasará, y serás feliz de nuevo.

Hyunjin peinó suavemente el rizado cabello del otro, apartando este de sus ojos, aquellos orbes oscuros y cálidos lo miraron sin piedad, haciendo que sus mejillas se volvieran rojas, pero no podía dejar de mirarlos, eran tan bonitos.

Lo vio sonreír, sus ojitos se hicieron más amables y pequeños, formando arrugas a los costados, sonrió con él también.

— En verdad eres muy bueno consolando, Hyunjin.

— Gracias... —murmuró—. Estaba muy solo en el Mundo de Arriba, el Cre-... Bangchan, no me dejaba hablar con otros Dioses así que pasaba mucho tiempo solo, y cuando me sentía mal, tenía que consolarme a mí mismo.

Jeongin alzó sus cejas, poniendo ojitos de perrito en una expresión triste y algo sorprendida.

— ¿Por qué?

Hyunjin se encogió de hombros.

— Él siempre decía que era su favorito... Su "obra maestra", solía decir, y no dejaba que nadie se me acercara, ni me hablara mucho, y nadie podía tocarme, solo él, porque yo era suyo, su creación, y eso —murmuró, incómodo, no le gustaba hablar de los tratos que tenía Bangchan con él.

— Lo siento mucho, Hyunjinnie —dijo Innie, esa voz grave y suave y ese apodo tan lindo que nunca antes había escuchado lo hicieron sentir mejor—. Pero ahora que estás en este mundo... Nada de lo que Bangchan te haya hecho vale, ni ninguna de sus órdenes.

Ya no tienes porque estar solo, no tienes porque obedecer a otros, aquí eres tú mismo... Eres libre.

Hyunjin sonrió, y estaba por responder, cuando un fuerte rayo de luz lo cegó, haciendo que soltara la mano de Jeongin para cubrir sus ojos, al mismo tiempo que escuchaba una voz enfurecida de un pelinaranja gritar su nombre, solo que ya no sonaba tan amable y cariñoso como recordaba:

— ¡Hyunjin! ¡Volverás al Mundo de Arriba ahora mismo!

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La Tierra de los Dioses Muertos.《 Jeongjin/Hyunin 》ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜᶦᵒ́ⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora