—Estuve hablando con algunos contactos y... bueno, me surgió un puesto de trabajo en San Luis.
Me quedo boquiabierto. ¿San Luis? ¿Eso significa que se va a ir? ¿Tan rápido lo voy a perder?
—¿Te vas a ir? —pregunto, un poco triste.
—En realidad, pensaba que nos fuéramos juntos. Dejar todo lo malo atrás, empezar nuestra vida en una casita propia, ser una familia. Empezar de cero. Pero si no querés no pasa nada, en serio. No voy a obligarte a...
—Sí —lo interrumpo, emocionado—. Obvio que me voy a ir con vos.
Su cara se ilumina con una sonrisa. Lo veo feliz, genuinamente feliz. Es increíble esta vista.
Al día siguiente voy a la casa de mis papás para contarles. No para pedirles permiso, después de todo ya estoy bastante grande como para decidir por mí mismo. Voy para contarles la noticia. Espero que lo tomen bien.
Cuando llego, veo a mi hermano sentado en el sillón viendo la tele. La escena no me sorprende, lo que me sorprende es que esté visitando a la familia. No lo hace a menos que necesite plata o un lugar para quedarse. Realmente no le interesa otra cosa.
—¡Ya llegué! —digo, dejando mi campera por ahí. Mi hermano, sin sacar la vista de la tele, murmura un «hola». De la cocina salen mis papás y de la habitación mi abuela, los tres con grandes sonrisas.
—Hola hijo, qué lindo que vengas. ¿Cómo estás? —dice mi madre abrazándome.
—Vení, sentate que te preparo un tecito —ofrece mi papá.
Tomo asiento en el que siempre fue mi lugar de la mesa, a mi lado se sientan mi mamá y mi abuela. Mi papá va a la cocina y en unos minutos vuelve con el té y un mate para compartir con el resto.
—Tengo que decirles algo —empiezo, después de que nos hayamos puesto al día—. Es una noticia importante.
—¿Es muy importante? Entonces que venga tu hermano. Lu, ¿venís por favor? —dice suavemente mi papá.
—Desde acá lo escucho. ¿Para qué voy a ir hasta allá? —responde él.
—Dale Luciano, levantate. Podes ver la tele el resto del día, pero ahora Teo nos va a decir algo importante —se enoja mi mamá.
Mi hermano bufa, apaga la tele, se levanta y toma asiento enfrente mío.
—Bueno, la cosa es que... No les conté antes y les pido perdón por eso, pero fueron unos días muy intensos. Resulta que, bueno, conocí a alguien...
—¡Me muero! ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Es linda? ¿O lindo? Conta, conta —dice emocionada mi abuela.
Me río ante su reacción. Sabía que ella reaccionaría así. Aunque el resto de mi familia lo aceptan bastante bien, ella es la más abierta en ese sentido.
—Mamá, dejalo que hable. Seguí, mi vida —interrumpe mi mamá.
—Bueno. Se llama Valentín y si, es lindo —me río—. Pero no es solo eso. Nos surgió una oportunidad de trabajo en San Luis. Y bueno, pienso aceptarlo. Nos mudaríamos la semana que viene.
—Uy, es mucho para asimilar. Pero, primero que nada, ¿serías realmente feliz allá? —pregunta mi papá.
Lo pienso. Me imagino con Valentín paseando por Piedras Blancas, comiendo alfajorcitos y viendo los ríos. Me imagino nuestra casita, decorada a nuestro gusto, y durmiendo abrazados bajo siete frazadas. Pienso en esa vida que no sabía que quería hasta ahora, y puedo responder con seguridad:
—Sí, lo sería.
Mi mamá se acerca y me abraza, casi llorando.
—Te nos vas a ir lejos, entonces. Pero si vas a ser feliz, no podemos negártelo.
—¿Qué? ¡No es justo! —grita mi hermano—. ¿Por qué él se puede ir? ¿En serio vas a dejar a la familia sola por un capricho? Ni siquiera te va a ir bien allá. Seguro volves a la semana a quedarte a vivir con mamá.
—Callate vos, mantenido —dice mi abuela y no puedo evitar reírme. Mi hermano se lleva una mano al pecho y la mira, ofendido.
—¿Por qué te importa si me voy? Hace unas semanas me echaste de la casa para que se mude tu novia. ¿Justo ahora te interesa saber a dónde voy?
—¿Sabes qué? No, no me importa.
Él se levanta de la mesa y se va de la casa, enojado. Me molesta esta actitud suya, pero prefiero ignorarlo y concentrarme en la parte buena: mis papás y mi abuela están contentos por mí.
Pasé el resto de la tarde con ellos. Llegada la noche, decido pasar por mi antigua casa a despedirme de mi hermano. Será un idiota, pero igual lo quiero y me gustaría por lo menos intentar arreglar las cosas antes de irme.
Toco la puerta y me atiende la novia.
—Hola Mateo. ¿Cómo estás?
—Bien, todo bien. ¿Está Lu?
—Se está bañando. Me contó de su pelea.
—Sí, fue un quilombo. Es un estúpido a veces.
—Por afuera, sí, la mayor parte del tiempo lo es. No voy a pedirte que lo perdones, pero quiero que sepas que él te quiere mucho, y no sabe cómo manejar el hecho de que te vayas a vivir tan lejos. Se puso medio triste.
—¿Quién es, Abru? —aparece mi hermano. Cuando me ve, pone los ojos en blanco—. ¿A qué venís? ¿A pelear?
Mi próximo movimiento lo toma de sorpresa. En un segundo estoy abrazándolo con fuerza. A pesar de ser cabeza dura, me responde el abrazo.
—Te quiero, idiota. Y voy a venir todos los años a joderte.
—Más te vale —responde.
Días después me encuentro en el aeropuerto con Valentín. Puedo notar el nerviosismo en el aire, pero también hay felicidad y emoción.
—No puedo creer que ya esté pasando —dice él con una sonrisa.
—Yo tampoco —respondo—. No doy más de los nervios.
Me abraza y une nuestros labios en un tímido beso. Ya no nos importa lo que digan los demás, y celebramos nuestro amor sin vergüenza. Nos damos la mano mientras suena la voz de una mujer que avisa que nuestro vuelo está por salir.
Nos miramos. Él tiene un brillo en sus ojitos preciosos y una sonrisa en sus bonitos labios. Su sola presencia me da una paz indescriptible.
Así nos encaminamos para subir al avión. Pero esto está lejos de ser el final de la historia; esto es tan solo el comienzo.
¡Ya llegamos!
Muchísimas gracias a lxs que hayan llegado hasta acá. En su momento, hice esta historia con mucha ilusión, y aunque la dejé por mucho tiempo, esa magia volvió en cuanto me puse a escribir. Fue divertido escribirla y espero que haya sido divertido leerla. Por favor, dejen su opinión. Me interesa saberla.
En fin, nos vemos en la próxima historia. ¡Lxs quiero mucho!
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El jefe [truewos]
FanfictionMateo empieza a trabajar en una empresa, como secretario de Valentín, que es conocido por ser serio y tener cara de enojado siempre, por ser muy estricto y malhumorado. Pero, ¿qué pasaría si ese frío y distante jefe se enamorara? Hay personas que h...