Llegaron las seis y salimos del edificio con Laura. Íbamos a ir a su casa a prepararnos, pasando primero por la mía para buscar ropa. Mientras nos vestimos Laura llama a su niñera de confianza, y después de varias súplicas ella acepta ir a cuidar a los chicos. Laura se termina de maquillar y salimos.
En el boliche la música estaba muy alta, tuvimos que gritarnos para arreglar para ir a la barra a tomar algo.
Pasaron las horas y seguíamos ahí. Los dos habíamos tomado bastante, pero nos podíamos mantener en pie. Eran como hasta las cuatro y seguíamos bailando, pero Laura recibió una llamada de la niñera para decirle que había tenido un problema con el hijo más chico. Parece que no quería dormirse y estaba haciendo berrinche, porque extrañaba a Laura. Ella, entre enojada y frustrada, me dice que se tiene que ir.
—Perdón, Matu —se disculpa—. Gracias por esto, hace mucho no me divertía así. ¿Te alcanzo hasta tu casa?
—Bueno. Gracias —digo. Me estaba divirtiendo, pero entiendo que los hijos son primero.
Una vez en la puerta de mi casa, me despido y le agradezco. Veo cómo su coche dobla en la esquina. Busco en mis bolsillos la llave, pero no la encuentro. Me empiezo a desesperar. ¿Me olvidé la llave?
Puteando, toco el timbre varias veces. Pero parece que no hay nadie. Estoy como media hora golpeando la puerta y tocando el timbre, pero nada. Está refrescando, y no me traje ninguna campera.
«¿Qué hago ahora?», pienso. En mi cabeza sólo aparece un nombre... pero no estoy seguro. Son las cinco de la mañana, ¿y si se enoja?
Bueno, no tengo opción. Marco su número con las manos temblando de frío y un poco de miedo. Pasaron unos segundos cuando responde.
—¿Mateo? —dice, con la voz ronca.
—Necesito que me ayudes.
Después de unos diez minutos cagándome de frío, veo su auto llegar. Abre la puerta y entro, tiritando.
—Perdón, señor Oliva... no sabía a quién llamar —digo, nervioso.
—No pasa nada. Y decime Valentín —dice, arrancando el auto.
Sonrío, un poco más tranquilo. Me castañean los dientes del frío, a pesar de estar dentro del auto.
Él se da cuenta y se saca la campera para dármela. Dudando un poco, la agarro y me tapo. Me inunda su aroma, no puedo evitar inhalarlo. Me tranquiliza.
Me despierto cuando siento el auto frenar. Aún con sueño, me doy vuelta. Él está mirándome con ternura. De repente me siento mal por haberlo molestado, pero se me cierran los ojos y no puedo decir nada. Escucho su risa, amándola al instante.
Se baja del auto y abre la puerta donde estaba apoyado yo, haciendo que casi me caiga. Pero me agarró antes y volvió a reír. Con su ayuda pude bajar del coche y caminar hasta la puerta de su edificio. El alcohol siempre me da sueño.
Me recuesta en su cama y vuelvo a sentir ese aroma, que me vuelve loco. Me acomodo mientras me tapa, lo último que recuerdo es una caricia en mi cachete y un beso en mi frente.
Estoy amando esta historia, la verdad. Ustedes?
Dejen su voto si le gustó, me alegraría el día :)
-uri
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El jefe [truewos]
أدب الهواةMateo empieza a trabajar en una empresa, como secretario de Valentín, que es conocido por ser serio y tener cara de enojado siempre, por ser muy estricto y malhumorado. Pero, ¿qué pasaría si ese frío y distante jefe se enamorara? Hay personas que h...