Entreno durante meses y por fin iba a tener una fiesta al que asistir, su primera fiesta oficial como cortesana. Madre había decidido que iría como acompañante en la gran inauguración del local. La ruta oculta del jade, era un local relativamente nuevo con una fama moderada. La única estrella del lugar era Peonia, Charlie con sus dotes musicales había encantado en las pocas fiestas que había asistido, por lo que madre decidió hacer una fiesta grande, con un gran banquete. La estrella principal era Charlie, por lo que Anthony no podía destacar más, no podía comer (ninguna flor debía emborracharse ni probar bocado) no podía conversar, solo debía ser un adorno en el lugar. Aún no estaba listo ni oficialmente iniciado en el mundo de los sauces y las flores, por lo que aquella oportunidad era para que viera de cerca a sus hermanas más experimentadas y ganara conocimientos en fiestas reales, con clientes reales. La casa de té, bermellón. Se adornó con alegres colores y flores perfumando el lugar. Una gran mesa al centro y el banquete con exquisitos platos terminaron de entonar el lugar. Anthony llegó con un traje oriental perfectamente hecho con adornos de jade, joyas prestadas para la ocasión y un delicado maquillaje que resaltaba esos ojos color cielo. Charlie estaba en el centro, atendiendo a su invitado, guiando la conversación. Era muy buena en aquello, alegre y de sonrisa fácil, entretuvo a toda la fiesta. La fiesta era de una gran empresa. Todos tenían miradas traviesa y sonrisas coqueta, manos intranquila y carcajadas fáciles. Sus congéneres bebían a más no poder y miraban a las cortesanas con deseo. El mismo estaba presa de la incomodidad y el descaro de aquellos hombres. Peonia ofrecía comida y bebida, manteniéndolos ocupados con juegos y conversas, así se salvaba de aquellos hombres.
Se fijó que en el puesto principal había un caballero con ojos almendrados, cabello castaño y vestido un traje color vino de corte occidental. Sonreía a cada flor con elocuencia, encontrando una palabra linda para decirle a cada una. Anthony estaba a unos dos asientos, atrás de su invitado. Hombre taciturno, de pocas palabras que bebía vaso tras vaso de alcohol. Los ojos de los dos se encontraron, carmín contra zafiro, y el apuesto castaño le hizo unas señas para que se acercará a su asiento. El rubio no sabía que hacer, busco los ojos de Vaggie quien le asintió con la cabeza para que se acercará al invitado. Con pasos tambaleantes, frágiles, simulando pies pequeños, se acercó al de anteojos.
-Dime, lindura. No te había visto por aquí ¿Eres nueva?—Anthony no sabía si responderle. Madre le había advertido que en aquella fiesta, debía mantenerse cuál adorno. Era un aprendiz, aún no tenía su debut, no podía estar al lado de tan importante invitado. Quién, además era el porque se estaba llevando a cabo esta fiesta. Charlie sonrió y asintió, dándole permiso para responder la pregunta. No podían negarle nada al protagonista de la velada, hubiera sido descortés ignorar su pregunta. Charlie conocía muy bien a su cliente. Un hombre amable pero, como picaflor, iba de mujer en mujer, disfrutando los placeres ofrecidos por eso cuerpos jóvenes. No quería que aquel hombre fuera el primero de Anthony, de seguro que terminaría destrozado al darse cuenta de la cruel realidad del mundo. No hay amor para una flor. No hay esperanza para las mujeres de aquel mundo ni mucho menos para los hombres que se atrevían a entrar. Suspiró, ya lo consolaría luego.
-Soy nuevo—silencio. Había admitido su sexo. Pocas flores eran hombres, pocos clientes preferían una figura masculina y pocos eran de una línea extranjera. Pero el invitado de honor sonrió mostrando su blanca dentadura.
-¿Y cuál es tu nombre, pequeño?—el rubio abrió la boca aún par de veces. Por poco y decía su nombre real. No entendía esa costumbre de cambiarse los hombres. Sus madre se lo habían puesto y a él le gustaba ¿Qué tenia de malo? Pero madre le había puesto uno nuevo, que contrastaba con su nueva posición de cortesana.
-Angel—intento sonar tímido, pero sus ojos volvieron a hacer contacto con los rubíes del castaño. Ojos rojos, llenos de sed, lujuria y ¿Locura? Sabía que era un atrevimiento sostenerle la mirada, pero no podía simplemente bajarla, no quería perder, no contra él. El de lentes sonrió por el atrevimiento. Los chinos eran muy reservados y eso le enfermaba. Pero este chico se notaba que la sangre caliente e iracunda le corría por las venas.
-Angel, suena bien. Va con tu apariencia—sonrió—un brindis por Angel—todos levantaron sus copas de vino de arroz y la tomaron mientras la fiesta continuaba su curso –¿Y sabes tocar alguna canción?—Charlie levantó la vista. Sabía que aquella área no era el fuerte Anthony.
-Honorable señor, déjeme a mi cantarle una canción de su agrado—Por un momento el ojiazul vio un destello de irá en los ojos de sangre, pero fue pasajero. Pronto regreso a su habitual buen humor.
-Querida Peonia, se lo estoy preguntando a Angel ¿O tú eres Angel?—voz cálida, palabras duras. Charlie se calló y miro a Anthony para que respondiera.
-Me sé una—dijo con vos insegura. Una canción que había estado practicando, pero que aún no dominaba. Charlie saco su instrumento que una doncella lo había puesto estratégicamente para que lo tuviera a la mano. Anthony se colocó al frente del biombo y la rubia a un lado para acompañar.
“El pavo real vuela hacia el sudeste
Y cada cinco li vuelve la cabeza.
A los trece años, aprendí a tejer,
A los catorce, a coser,
A los quince, a tocar el konghou
A los dieciséis, a leer poesía y prosa,
Y a los diecisiete me convertí en tu mujer”
Mientras danzaba con su esbelto cuerpo, mientras dedicaba una mirada seductora a los comensales. Charlie tocaba a la perfección y aunque el poema no iba acordé a la melodía, había algo que hacía que los presentes estuvieran cautivados por Anthony. Parecía un ángel entre la luz de las lámparas y la gaza roja.
“Mientras busco a mi amado,
Me atrevo a llamarlo por su nombre íntimo;
Mientras pienso en él, no utilizo jamás su nombre de pila.
Cuanto más lo llamo así, somos más felices,
Juramos no separarnos nunca”.
Termino con unos sonoros aplausos. A pesar de la torpeza típico de un principiante, los invitados habían quedado satisfechos. El castaño lo invito a su lado y le hizo tomar una copa de vino, que era dulce. Vaciló pero el agarre
-Mi nombre es Alastor—susurro y Anthony atesoro ese nombre en su corazón. Era un hombre guapo, bondadoso y amistoso, quizás demasiado. Después de aquel encuentro, frecuento una que otra vez la ruta oculta de jade, coqueteando con todos los del lugar. Anthony no podía decir nada, solo miraba a la distancia aquellas interacciones. A veces precisaba su compañía en las fiestas y le hacía cantar las pocas canciones que sabía. Lo miraba intensamente y luego daba un brindis por su actuación. Otras veces le llevaba un pequeño regalo, una horquilla o un anillo delicado de oro con rubí o topacio. No sabía si lo estaba cortejando, puesto que nunca pedía subir a su recamara, pero aquellos pequeños detalles denotaban cierto intereses.
**
Había llegado uno de los más grandes hitos en la vida de una cortesana. La noche de su desfloración. Hicieron llegar duraznos a sus pretendientes, simulando la fruta jugosa que se ocultaba en sus vestidos. En las fiestas vestía con tonalidades juveniles, maquillaje extravagante y un peinado que dejaba la nuca descubierta. Anthony no dejaba de pensar en Alastor ¿El pujara por su virginidad? No quería hacerlo con nadie más, los otros pretendientes no valían ningún peso y ciertamente eran viejos y feos, pero intentaba mostrarse sensual y amable con todos, disimulando el asco que sentía al pensar en ser tocado por alguien más que no fuera Alastor. Imaginaba sus dedos canelas y sus gemidos roncos y más añoraba la noche en cuestión. Ser de sangre caliente y libido alto, así era Anthony. Madre abrió las apuestas, las pujas se sostuvieron por un tiempo. Ella en el teléfono, discutiendo y viendo quien daba más por aquel chiquillo extranjero que había comprado. No pensó que fuera tan popular ni que tantos hombres tuvieran la curiosidad de sus pieles lechosa y sus cabellos de oro. Anthony no podía despegar su mirada de su madre, esperando en silencio, ansioso e intranquilo. Pronto vio que colgaba el teléfono y con un gran sonrisa anuncio los resultados.
-Angel, querido mío. Un hombre de buena alcurnia pujó por tu virginidad y lo hizo de una manera sin precedentes. No solo pago por la noche en cuestión si no por una temporada completa. Lo tendrás un año, será tu falso esposo—las demás flores aplaudieron por aquella hazaña. La mayoría de los hombres solo pagaban la desfloracion y se retiraban para tomar las de otras flores. Muy pocos querían pasar una temporada entera con una sola cortesana, generalmente eran semestres, meses, días ¿Anthony era tan especial?
-¿Y quién es?—se mordía los dedos por los nervios.
-Alastor—dijo con orgullo. Se sabía que entre el mundillo, era un cliente muy respetado y valorado, con harto dinero y tiempo para gastar en el barrio del placer. Anthony grito de alegría y la compartió con Charlie y Vaggie quienes sonrieron junto al ojiazul. Aunque le advirtieron que no se enamorara, en aquel mundo el amor era una ilusión.
**

ESTÁS LEYENDO
"Flores y sauces"
Fanfikce"El barrio rojo, caracterizado por su ilusiones ópticas. lleno de mujeres hermosas denominada flores. Aquel mundo fascinó a Anthony desde que puso un pie en Shangai" Alastor x Anthony Husk x Anthony Valentino x Anthony 🦋🕷️🦌🐈⬛