Día 2: Divorcio

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—Acabemos con esto rápido.

La orden del alfa peliplateado resonó por toda la instancia, seguida del sonido del bolígrafo resbalar por el papel.

Takemichi no perdió de vista aquello, después de todo él era el siguiente en firmar. Tras cinco años de un no tan feliz matrimonio, todo llegaba a su fin.

El pecho le dolía como si se lo desgarraran lentamente. Quería detener a Mikey, pedirle que pensara las cosas y que se dieran una última oportunidad, pero era como pedir el sol brillar en medio de un huracán.

Takemichi no podía recordar cuando su matrimonio se fue al diablo, aunque quizás el comienzo debió ser una pista.

Desde el inicio su relación dió mucho de que hablar, no por lo envidiable o hermosa que era, sino por lo aberrante que resultaba.

Mikey era un alfa dominante que cautivaba a dónde fuera, mientras que Takemichi era un simple beta sin gracia o encanto. Alguien totalmente inútil para un espécimen como el Sano.

Frases como: "no dudaran" o "lo botará en cuanto encuentre un mejor culo" siempre las escuchó el Hanagaki. Ante la mayoría, Takemichi sólo era el capricho momentáneo de Manjiro Sano.

Claro que los murmullos callaron cuando Mikey le propuso matrimonio a Takemichi, y este aceptó en medio de lágrimas y risas.

Todo pareció ser un cuento de hadas con un final feliz predecible, pero no fue así.

Resultó ser que todas las palabras hirientes tuvieron razón. De poco en poco, todo el amor e interés que Mikey clamó sentir algún día por Takemichi desapareció, al igual que aquella sonrisa juguetona que lo había caracterizado. Se había vuelto un cascarón vacío que arrastró a Takemichi en su abismo.

Las palabras dulces se convirtieron en reclamos y discusiones sin sentido, y todos los mimos y cariños se transformaron en miradas frías y lejanía.

Lo único que los unía eran las noches pasionales y llenas de sexo que compartían, pero toda esa chispa desaparecía, apenas los primeros rayos del sol se asomaban.

Fue difícil, pero al final Takemichi lo comprendió todo; no era más que la fruta prohibida que Mikey tomaba cuando quería bajo el título de "matrimonio".

Y lo que terminó por romper todo fue que, cuando en una de sus tantas discusiones, Mikey le recriminó a Takemichi por su naturaleza inferior y su incapacidad para darle un cachorro.

Fue un golpe bajo y sucio por parte del peliplateado, aún más sabiendo la desilusión que sentía Takemichi por ser incapaz de procrear como un omega.

Takemichi se sintió profundamente herido, y fue inevitable no preguntarse en más de una ocasión si Mikey le era infiel, pero la respuesta siempre era la misma; ¿por qué no? Mikey era atractivo y un alfa a fin de cuentas, claro estaba que Takemichi no era suficiente, él se lo había dicho.

El cambio de actitud del Hanagaki no pasó desapercibido para Mikey, y aunque sabía era su culpa, no hizo nada por remediar la situación.

Creyó que todo volvería a la normalidad con el paso de los días, o eso fue lo que pensó hasta que una fría noche encontró a Takemichi con las maletas en mano y los ojos llorosos.

—Divorciémonos, Manjiro.

Al final, el amor no fue suficiente para sostener el peso del silencio y desconfianza de su relación.

Era doloroso para ambos, pero no había nada que se pudiera hacer. Takemichi se cansó de hablar y Manjiro no se dió cuenta de cuando dejó de escuchar.

—Una firma más y todo estará hecho —anunció Seishu, el abogado de Takemichi.

Con cuidado, Takemichi tomó el bolígrafo, sintiéndolo temblar en su agarre. Sin poder evitarlo, dió una mirada a Mikey, quien estaba atento a su teléfono sin prestarle atención, al igual que siempre. Pero, ¿por qué habría de interesarle Takemichi? Después de todo lo estaba desechando.

El azabache le entregó su vida, su amor y lo que era, pero nunca fue suficiente, no para Manjiro.

Le dolía la indiferencia y la cruel barrera que el alfa puso entre ambos.

Mucho tiempo fue el que se negó a la idea de perder todo. Inocentemente, creyó que su amor sería suficiente para sostenerlos. Oh, qué error más equivocado.

El azabache tragó su llanto y firmó el documento. Tenía suficiente de tanto dolor.

—¿Eso es todo?

Inui asintió, y antes de que alguien más pudiera decir una palabra, Takemichi salió a toda prisa de la sala, sin molestarse en mirar atrás al peliblanco que tanto lo lastimó. No le permitiría verlo llorar una vez más, porque no, Mikey no merecía ni una última mirada del beta.

El resto de los presentes observaron en silencio como el Hanagaki se marchaba, mientras que una sensación dolorosa estrujó el pecho de Manjiro.

Los pies de Mikey no se movieron aunque lo hubiera deseado. No lo admitiría, pero no quería perder a Takemichi, sin embargo, su orgullo sobrepasaba sus ganas de ir tras su ahora exesposo.

Sabía que cometía un error y que no debía dejarlo ir porque se arrepentiría, pero lo hecho, hecho estaba. Debía cumplir su papel como alfa y estar con un omega, no con un beta; no con Takemichi. Era lo correcto, ¿no?

Todos lo decían y lo repetían, incluso él llegaba a creerlo, ¿así que por qué no? Tal vez un omega podría tomar el lugar que Takemichi abandonó.

Quizás un simple omega sería capaz de llenar el vacío en su pecho que dejó el beta de ojos azules, aquel que no supo valorar.

Una vez subió a su coche, una sensación abrumadora envolvió a Takemichi, y amargas lágrimas escaparon de sus ojos; ya no tenía la fuerza para detener su llanto.

Sí, era un llorón, un perdedor que había dejado ir al hombre que amaba. Era todo lo malo que muchos pudieran gritarle. Sin embargo, también era un chico valiente, no cualquiera tendría la fortaleza de soltar a la persona que más ama porque le lastima.

Estaba cansado de ser catalogado como debilucho o llorón, pero ese día todo cambiaría. Dejaría en el pasado a Manjiro, se mudaría de Tokio y comenzaría una nueva vida. Necesitaba escapar lejos de donde el recuerdo de Mikey pudiera alcanzarlo.

Porque para Takemichi, una razón más fuerte que él mismo lo ataba a ser la mejor versión de sí mismo.

—Estaremos bien. Lo prometo —aseguró dulcemente, tocando su vientre.

Takemichi le daría una vida llena de amor al pequeño que crecía dentro de él. No necesitaba de nadie más, ni de migajas de amor. Tenía todo lo que necesitaba con él.

Porque aunque Takemichi Hanagaki ya no tendría al alfa que tanto amaba y que cambió su vida, en su vientre crecía un ser que le daba la fuerza para ir contra el mundo.

Porque ese día Takemichi Hanagaki no perdió a Manjiro Sano, Manjiro Sano lo perdió a él y el bebé que un día tanto deseó.

Y así termina el segundo día de la Week

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Y así termina el segundo día de la Week. Quería escribir algo triste para mantener el equilibrio, jsjsjs.
Espero les haya gustado, les haya deprimido (bueno, eso no), y si es así no olviden votar y comentar 🌟
Nos vemos mañana con el siguiente OS.
Cuidense mucho y tomen agua.
Besos 💕

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