Capítulo 9

360 57 6
                                    

Su vida dependía de un hilo. Ese monstruo estaba encima de él, a punto de devorarlo, pero ver esos ojos podía ver que dos de ellos mantenían el iris de un humano. Juraba que esos ojos revelaban un horrible pasado, y de pronto, recuerdos que no eran suyos lo golpearon.

—¡Yoriichi! ¡Yoriichi! ¡Duele! ¡Me está devorando! 

La voz de ese recuerdo era la misma que la de esta furtiva criatura.

»¡Me obligaste, tú y ellos, a jugar a una vida falsa! ¡Promesas falsas de poder para que este hombre me devoré como un banquete!

Tanjiro sentía que su respiración se desvanecía a cada momento que escuchaba esas palabras.

»¡No quiero morir como un monstruo! ¡No quiero ser un monstruo para sus ojos!

Y un grito agónico lo ensordeció. Escuchó con claridad los gorgoteos de sufrimiento de quien gritaba mientras el sonido de un líquido caía pesada y torrencialmente al suelo.

El humano tenía el impulso de atrapar entre sus brazos a ese demonio que lo iba a devorar. Sentía dolor y piedad, por lo que sus recuerdos le mostraban. Sabía que no eran suyos, ¿pero por qué los estaba mirando? 

Desde el exterior la puerta se abrió con brutalidad, provocando que Uzui cayera sentado al suelo y que dos Rengoku entraran de forma apresurada a la sala. Al principio Tanjiro no reconoció de quienes se trataban, pero cuando el demonio fue apartado con brutalidad y él fue tomado entre unos débiles brazos, supo que se trataba de Shinjuro y Senjuro. 

—¡Tanjiro-kun! ¡Tanjiro-kun! —exclamó Senjuro—. ¡Respira! ¡No estás respirando!

Tanjiro no comprendía las palabras de Senjuro, ¿en verdad no estaba respirando? 
Inhaló con fuerza y luego una serie de abrumadora tos lo abordó. Era cierto, no estaba respirando. 

—Senjuro —A duras penas pudo nombrar a su adverso. 
—¿¡Qué hacen aquí!? —preguntó Senjuro con cólera mientras veía a Tanjiro.

El mayor no encontró palabras adecuadas para dar una respuesta, simplemente se limitó a ver como Uzui y Shinjuro buscaban retener a la criatura que quería abalanzarse a toda costa sobre Tanjiro. 
La lucha fue incesante. Los mayores sujetaron cada extremidad del ser que no se percató de un detalle, hasta que finalmente lo hizo. 

—¿Por qué?... ¿Por qué hay dos de ti, Renjuro? —preguntó Kokushibou mientras veía con pánico a Senjuro y a Shinjuro—. ¿Dos? 
—¡Ustedes dos, largo de aquí, ahora! —ordenó Shinjuro a su hijo y a Tanjiro. Luego le dedicó una mirada a Tengen—. ¡Vete con ellos! 

Los menores asintieron. Senjuro trató de levantar a Tanjiro por su propia voluntad, pero no lo logró; fue gracias a Uzui que pudo levantar a Kamado y salir rápidamente de la habitación, donde una vez que se marcharon por la puerta, Senjuro la sello con su padre adentro. 

—¡Oye, el viejo quedó allí! —exclamó Tengen abrumado.
—¡Es chichiue o nosotros! ¡Es la primera vez que me ve a mí, normalmente solo ve a uno! —explicó Senjuro. 
—Senjuro... ¿Por qué cuidan a esa cosa? —A duras penas, Tanjiro logró formular la interrogante. 

Los gruñidos de Kokushibou se escuchaban con claridad. 

—Es un legado familiar. Un tatara abuelo mío, Renjuro, dejó escrito en series de pergaminos que mantuviéramos encerrado y vivo a ese sujeto, pues era algo que se le encargó, además de ser la única manera de expiar su pecado. Jamás supimos el pecado y todos los días buscamos en los libros familiares o registros algo sobre la historia, sin éxito alguno. Solo los de la línea de sangre de Rengoku tenemos una maldición que va conjunta a esta criatura llamada Kokushibou. Esos demonios que vienen en la noche vienen a controlar todo, y si fallamos, nos devorarán.

Tanto Tengen como Kamado aguardaron silencio. 

»Sin embargo, no soporto este estilo de vida. Si morimos los tres junto con Kokushibou, la maldición seguramente acabará, porque no habrá recipiente y no habrá un receptor. No tendría que sufrir ninguna de las dos partes. Solo... Quiero descansar de todo esto. Ver que mi padre puede morir pronto por alimentar seres así y que el siguiente sea aniue... Solo quiero descansar. 

Las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Senjuro quien comenzaba a hipar. Tanjiro a duras penas se apartó de Tengen y caminó con cuidado hacia Senjuro, donde allí lo atrapó en un cálido abrazo. La mano diestra de Kamado se pasó por las hebras de las nucas del menor, acariciando con suavidad esa zona.

—Morir no es la opción correcta, Senjuro —intentó consolar al menor—. Menos cuando todos te necesitamos, en especial yo. Prometo, que buscaré la forma de quitar estas cadenas y que tú junto con los demás vivan una vida normal.

Uzui quería decir algo debido a lo que sucedió y vio en la habitación. Para Tengen, los Rengokus eran asesinos que alimentaban a esa bestia con todos lo que venían a cumplir una misión. Con calma se apartó de los menores rumbo a la habitación donde estuvo descansando; necesitaba la daga y acabar con el menor que ahora estaba sin cuidado. 

Los gruñidos de Kokushibou finalizaron por completo.
Los menores se mantuvieron en un fuerte abrazo, consolándose uno a otros mientras llegaba Tomioka y Kyojuro a escena, encontrándose con los menores de esa manera.

La mirada de Kyojuro fue suficiente para que Tomioka sintiera preocupación. El radiante semblante de Rengoku ahora mostraba tristeza y preocupación.

Sin más, Giyuu tomó la mano de Kyojuro en señal de consuelo mientras esperaban alguna respuesta por parte de Kamado y Senjuro. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 16, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Dulces MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora