Capítulo 7

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Para Tanjiro no fue fácil poder conciliar el sueño luego de la horrible escena que presenció en la noche, ¿qué era esa criatura? ¿Por qué olía a sangre? ¿Qué hacía allí encerrado?
El temor abordó por completo su cuerpo por el temor a que esa cosa saliera y los devorara a todos, pero rápidamente cayó en cuenta de algo: esa cosa si quería ya se habría comido a los Rengoku. 
Intentó olvidar la escena, pero solo lo logró cuando el sueño fue tan abrumador. 

Pensó que las pesadillas comenzarían a abordarlo, pero lo que observó en su sueño fue un escenario completamente desconocido para él. 
Ante sus ojos, Tanjiro podía vislumbrar a un joven que poseía exactamente los mismos rasgos de los Rengoku, nada más que su cabello era más corto y estaba atado en una coleta alta. 

—Señor Yoriichi. —mencionó el joven—. ¿En dónde se encuentra su hermano? 
—Michikatsu seguramente está junto a Gyomei, ayudando con los preparativos para el ritual que estuvimos practicando todos. —respondió el joven de semblante neutro. 
—¿No cree que es arriesgado que alguien como Michikatsu participe en el ritual? Ha llegado recientemente y desconoce muchos pasos del mismo. —informó el menor. 
—Renjuro. —llamó Yoriichi al joven—. Conozco la habilidad de mi aniue y estoy seguro de que podrá con el ritual. 
—Lo sé, pero no considero que sea seguro que él deba ser el sacrificado a la oscuridad para que la paz dure otro milenio más. —musitó Renjuro—. Michikatsu no posee la misma voluntad que nosotros.
—¿Y tú como sabes eso?
—... —Renjuro aguardó silencio—. Yo... He estado hablando con su hermano, señor Yoriichi. Descubrí mucho de él y no pienso que sea el apto. 
—Conozco a mi hermano gemelo y su fuerte voluntad, pero esto no es solo por mi deseo, los demás practicantes también votaron de que él fuese el sacrificio. 
—¿¡Eh!? —Renjuro se asombró—. ¡A mí no me preguntaron anda!
—Por qué yo decidí que no participarías en el ritual. —dictó Yoriichi.

Renjuro mostró un semblante devastado ante esa realidad. 

—¿¡Por qué!? —exigió una respuesta.
—... —Yoriichi aguardó silencio por unos segundos—. Todos decidimos que eres muy especial como para ser condenado. 
—¡Pero estás condenando a tu hermano! ¡Están condenando al segundo devoto más poderoso! —exclamó Renjuro.
—¿Qué relación tienes con mi hermano? No juzgaré. —pidió Yoriichi. 
—N-No importa lo que yo tenga con el señor Michikatsu. Solamente piensen bien las cosas, yo puedo ser el indicado, ¡Señor Yoriichi! 

Y de pronto, Tanjiro se despertó de su sueño. 

—¡Buenos días, dormilón! —exclamó Kyojuro al ver que recién se despertaba Kamado—. ¡Supongo que por lo de ayer no pudiste madrugar para empezar con las tareas!
—Oh, ja, ja, ja. Lo siento. No esperaba despertarme tan tarde. —Se disculpó Tanjiro mientras rascaba su propia nuca. 
—¡No pasa nada! ¡Si gustas puedes ir a prepararte e ir al patio trasero! ¡Allí se encuentra Tomioka y Uzui! —indicó Kyojuro. 
—¡Lo haré! Por cierto... ¿Dónde se encuentra tu padre y tu hermano? 
—¡Oh, ellos andan en el pequeño salón de estudio que hay en la finca! Andan reescribiendo unos viejos libros.
—¿Reescribiendo? —preguntó Tanjiro. 
—¡Sí! ¡Son libros que se pasan de generación a generación, y ellos se encargan de hacerlo!
—¿Y tú?
—¡Yo no puedo!
—¿Por qué?

El rostro de Rengoku se tornó de rojo por la vergüenza que sentía ante la respuesta que iba a dar. 

—¡Mi padre y mi hermano no me dejan, dicen que soy tan bruto que puedo destrozar la historia en un segundo!

Tanjiro trato de no reírse ante esa declaración, pero ahora que veía muy bien la energía de Kyojuro... Tenían razón. 

—Es que usted es muy radiante, Rengoku-san. 
—¡Oh, por cierto, cuando me desperté encontré esto! —exclamó Kyojuro mientras otorgaba la daga de Uzui, la cual encontró en la habitación—. Debe ser tuya o de tus compañeros. 

Tanjiro quedó pasmado al reconocer que era una de las dagas que les otorgaron para acabar con ellos; sin embargo, sintió desconfianza al saber que Kyojuro le estaba entregando el artefacto. 
No obstante, no percibía maldad en él. El aroma de Kyojuro era una brutal honestidad mezclada con una muy tenue tristeza.

—Yo... —Tanjiro intentó buscar las palabras adecuadas para explicarse.
—¡Tranquilo! Sé para qué es la daga. —respondió Kyojuro mientras bajaba un poco la vista—. Muchos vienen solo con este fin y es triste. Deseo que mi hermano tenga una vida normal y conozca a alguien que no lo quiera matar. Es un chico bueno, merece una vida próspera como tú y el otro par. 
—Rengoku-san... —dijo Tanjiro. 

Kyojuro comenzó a ir rumbo al marco de la puerta de la habitación donde allí le dio la espalda a Tanjiro. 

—Júntese con sus compañeros, Kamado-kun. Luego iré por ustedes. —informó Kyojuro y comenzó a irse con tranquilidad. 

Kamado estaba completamente avergonzado, pero al mismo tiempo sentía dolor por saber que Kyojuro esperaba su propia muerte. 
¿Cuántas personas vinieron únicamente a matarlos? 
Perfectamente, percibió el aroma de los tres integrantes de la familia Rengoku y ninguno mostraba maldad.
Shinjuro emanaba una horrible melancolía, tristeza y un deseo enorme para morir. 
Kyojuro mostraba bondad, humildad, honestidad, pero un deje de tristeza. 
Y Senjuro denotaba calma mezclada con temor, como si quisiera ocultar el temor que tenía a lo que podía pasarle. 

Sin indagar mucho más en el asunto, Kamado soltó un pesado suspiro y comenzó a levantarse, saliendo de la habitación que no era suya para dirigirse a la respectiva recámara que le otorgaron, donde allí se preparó para comenzar la rutina. No sin antes detenerse en las puertas del Kankagari. Observó esa misma mientras recordaba lo que vio en la noche. 
Necesitaba encontrarse con Tomioka y Uzui. 

De forma apresurada fue hacia el lugar donde Kyojuro le indicó y allí logró ver como Tomioka y Tengen juntaban varias hojas con las escobas. Rápidamente, fue hacia ellos, logrando llamar la atención de ambos mayores. 

—Necesito hablar con ustedes sobre lo que vi ayer. —dijo Tanjiro con nerviosismo.
—¿Dónde estuviste? —preguntó Tomioka con un poco de enojo.
—¿Qué viste? ¿Dónde estabas? —interrogó Uzui.  
—Kyojuro me hizo dormir con su familia, pero eso no es lo importante ahora. —aclaró Tanjiro y prosiguió—: Logré ver que hay tras la puerta del Kankagari. Hay una única vela encendida y en el interior de la habitación hay un sujeto de seis ojos el cual emanaba un horrible olor a sangre y cadáver. 

Los mayores quedaron completamente pasmados por escuchar eso. 

—¿Un sujeto de seis ojos? —preguntó Uzui. 
—Sí, y me observó. Estoy seguro de que tiene algo que ver con los que viste, Tomioka-san. —dijo Tanjiro ante un pensativo Tomioka. 
—Podríamos fingir que dormimos y levantamos una guardia. Seguramente los otros demonios aparezcan. Uno de nosotros podría encargarse de eso y los otros dos averiguamos más de esa puerta del Kankagari. 
—¿Qué tal si usted distrae a los Rengoku? —propuso Tanjiro. 
—Es buena idea, Kyojuro es la molestia principal. El padre tiene una gran anemia, dudo que entregue sangre, así que Kyojuro podría hacerlo. Incluso lo escuché hablar de esto por el pasillo. —musitó Uzui compartiendo la información—. EL pequeño es muy asustadizo, dudo que esté alerta.
—Bien. Yo distraeré a los Rengoku y ustedes, irán al Kankagari. —dictó Tomioka y volvió al trabajo—. Ahora, sigamos limpiando este patio.
—¡Maldigo los árboles y sus hojas para nada extravagantes! ¡Terminé de barrer y ya ensuciaron todo! —exclamó Uzui.
—¡Yo puedo limpiar todo rápidamente! —dijo Tanjiro. 

En el fondo, Tomioka no estaba muy tranquilo de que Tengen y Tanjiro se sacrificaran para ver que hay adentro de una habitación donde supuestamente su alumno logró ver una criatura de apariencia humana.
Solo esperaba que fuese una alucinación del menor por el susto de la noche. 


Dulces MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora