Capítulo 6

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Shinjuro terminó negando. 
Aquello llamó por completo la curiosidad de Tengen porque él estaba seguro de que su hermano fue asignado a esta misión y no a cualquier otra. No podía confiar plenamente en la respuesta del mayor, mucho menos cuando logró presenciar todo lo que aconteció con anterioridad. 

—Estás mintiendo. —acusó Tengen. 

Shinjuro, a punto de musitar algo, prefirió guardar silencio cuando sus hombros fueron sujetados con fuerza bruta, provocando que soltara un claro y fuerte alarido de dolor.
El grito no paso desapercibido para los hijos de Rengoku y los compañeros de Tengen quienes a pesar de estar dispuestos a irse a dormitar, fueron corriendo a la habitación. Una vez que llegaron notaron a la perfección la escena presentada ante sus ojos.

—¡Quita tus manos de Chichiue! —exclamó el pequeño Senjuro con temor y se abalanzó sobre Uzui. 
—Estoy bien, Senjuro —musitó Shinjuro en busca de que su hijo no hiciera nada—, no me ha pasado nada. 

Senjuro aguardó silencio ante las palabras de su padre y sin rechistar se separó del mayor de los nuevos empleados para ir rumbo hacia su hermano mayor, donde allí se quedó a su lado. 

Uzui, al ver que estaba siendo vigilado por los hijos de Rengoku y por sus compañeros de arma, simplemente quitó sus manos de los hombros ajenos.

—Lo lamento, Rengoku-san. —disculpó Tengen. 

Shinjuro aguardó silencio y simplemente cerró sus ojos. Una clara señal de que deseaba descansar en soledad, algo que era imposible. Todos en la habitación sabían que era un riesgo permitir que el hombre durmiera solo luego de ser "atacado" por esas criaturas.
Al final todos se pusieron de acuerdo en algo, que los Rengoku durmieran juntos en una misma habitación.


El silencio reinó en la habitación que compartían los tres guerreros hasta que Uzui admitió que perdió la daga.

—¿Eres idiota o te haces? —preguntó Giyuu un poco hastiado por la actitud de Tengen.
—Idiota, no me trates así —agregó tratando de no gritar—, además, fue un simple error. 
—¿Cómo va a ser un error el dejar la daga que te dieron con ellos? —cuestionó Tomioka sentado en su futón.
—¿Acaso tú no haces ningún error en tu vida? —replicó Tengen. 

Mientras los mayores discutían con fiereza entre susurros, Tanjiro se percató que un olor a impureza, maldad y crueldad comenzaba a cubrir el aroma de la morada. 
Decidió no levantar sospechas para sus compañeros y de forma sigilosa se levantó de su futón con la excusa de que iba en busca del baño. 

Caminó por los pasillos internos de la finca con sumo cuidado de no provocar ni un solo sonido.
Tanjiro se dejó guiar por su agudo olfato hasta que llegó al sitio del cual provenía aquel horripilante aroma.  Reconoció que las puertas frente a él poseían un par de kanjis. La puerta izquierda poseía el kanji de 觀 y la puerta izquierda poseía otro kanji, 篝. La unión de esos kanjis, 觀篝, claramente decía Kankagari.
Lentamente, el menor se acercó hacia la puerta, la cual también poseía una enorme cantidad de sellos, pergaminos y candados que parecían protegerla. No obstante, la misma tenía una apertura entre una puerta y otra, provocando que se viera al interior. Tanjiro se acercó para ver con su ojo diestro lo que poseía la habitación.
El interior era completamente rojo, alumbrado con una única vela la cual poseía un soporte metálico alto. La flama de la vela parecía estar algo estática para ser una simple flama normal, pero lo aberrante era ver a un sujeto arrodillado frente a esa dando la espalda a la puerta. 
Cuando Tanjiro estuvo dispuesto a alejarse logró ver que el sujeto giraba su cabeza para verlo por encima del hombro y allí notó una escena demasiado escalofriante. Ese hombre no era humano.
Seis ojos lo miraron con determinación mientras la boca parecía estar repleta de algo, conjunto a como los labios se encontraban manchados de sangre. El olor no pasó desapercibido para sus fosas nasales. Era repulsivo.

—¿Kamado? —preguntó una voz curiosa. Era Kyojuro—. ¿Qué estás haciendo? —interrogó acercándose a la posición de Tanjiro.
—¿Qué es eso? 
—... —Kyojuro guardó silencio—. Algo que no debías ver. —Finalizó y retiró a Tanjiro de la puerta para llevarlo a la habitación; sin embargo, no lo llevó a la habitación respectiva de ese, sino que lo llevó a la habitación de su padre.

Gracias al suceso que ocurrió con Tengen, Kyojuro y su hermano, Senjuro, decidieron colocar futones en la habitación de Shinjuro para acompañarlo en esa cruda noche. 
Ahora que Tanjiro sabía parte del secreto y del ritual del Kankagari, no podía permitir que ese se escapara. 
A la fuerza Kyojuro llevó a Tanjiro a la habitación, cerró la puerta tras ellos y obligó a Tanjiro a recostarse en el espacio que sobraba en los futones, dejando al menor entre él y Senjuro.

—Aniue... —llamó Senjuro mientras abría un ojo—. ¿Por qué está aquí?
—En la mañana lo explicaré, es mejor descansar. —explicó Kyojuro mientras se recostaba y abrazaba a Kamado con el objetivo de que ese no escapara de su agarre. 
—Me disculpo por lo que pasó... —dijo Tanjiro con la esperanza de poder escaparse. 
—Hoy dormirás con nosotros. —sentenció Kyojuro cerrando los ojos.

Era un alivio que Shinjuro se encontrara profundamente dormido, de lo contrario Kamado ya tendría serios problemas. 

—Kamado... —llamó Senjuro al mayor.
—¿Sucede algo, Senjuro? —preguntó Tanjiro mientras miraba al ojo abierto de Senjuro. Juró que en ese momento sintió algo raro, como si el menor estuviese mirando su alma
—Tú... Tú tienes un hermoso destino. El día que mueras irás al lugar más bello... —dijo Senjuro mientras cerraba su ojo—. Buenas noches, Kamado, buenas noches, Aniue.
—Buenas noches, chicos. —dijo Kyojuro dispuesto a dormir.
—Yo... —Tanjiro no sabía que decir al respecto sobre eso, así que por el momento cerró los ojos en busca de dormir para no pensar en eso. 

En la mañana buscaría arduas respuestas de lo que vio en la habitación.
Todavía no podía quitarse esos seis ojos examinándolo. 
Finalmente, logró conciliar el sueño y olvidarse por momentos del susto.

Dulces MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora