𝟕 𝐃Í𝐀𝐒 𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐈𝐀

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El sonido de las latas golpeándose entre sí, dejando su dulce y gasificado líquido derramarse por gotas en su largo envase, llenaron la parada del bus acompañados de la risa de tres amigos que debían de volver a sus hogares, luego de un largó día respondiendo el examen de admisión.

— No se ustedes, pero llegué a sentir este examen mucho más simple de lo común, quizás le puse empeño al estudio — reía el joven en medio de sus amigas.

— y que lo digas, a mi me asusto que las preguntas fueran sencillas ¿No será acaso una trampa por parte del profesor?— miraba con preocupación a la contraria de ojos oscuros.

— Dudo que ese viejo siquiera pueda diferenciar las respuestas que me copié de internet — sonreía mientras daba un gran sorbo a su bebida.

— ¡Hey! ¿Cómo puedes hablar así del profesor? — la regañaba a modo de burla el pelirrojo.

— No importa de todos modos ¡Propongo un brindis por qué nos valla bien en los exámenes de admisión a la Uni! — alzaba su gaseosa al cielo, aquella que se mostraba risueña ante todos.

— Yo apoyo la moción, si no la apruebo, quizás me echen de casa — la contraria alzó su bebida igual.

— Yo brindo por qué nos admitan en la misma universidad, al primer intento a los 3 juntos ¡Por nuestra amistad! — río con fuerza mientras golpeó las tres latas.

— ¡Por nuestra amistad! — gritaron las chicas al unísono.

El bus de dos pisos había llegado, era hora de volver a casa, la joven de oscuros ojos y cabellos se subió al transporte con cierta prisa, despidiéndose de sus compañeros por la ventana, sentándose al fondo del bus, veía como sus amigos se alejaban de ella poco a poco, con aburrimiento, subió al segundo piso del bus, con una vista perfecta de aquel cielo de celestes colores. Vio atrás de nuevo, sus compañeros estaban teniendo una pequeña discusión, ella se reía por lo bajo viéndolos pelear, hasta que aquellas siluetas se desvanecen a medida que el bus seguía su camino.

La noche no se hizo esperar, la última parada estaba en la avenida "Los Lirios" lugar donde debía caminar un poco para llegar a su humilde hogar, a paso alegre y rápido, Abigail bajó del vehículo, dando breves saltos, recordando su canción favorita en su cabeza, comenzó a bailar a su modo camino a casa, asegurándose de que sus pasos encajaran con las notas del bajo, sus brazos siguieron la percusión del saxofón y la voz del cantante, viendo cómo su vida se volvía un alegre musical sobre su vida, hasta que las manos de su hermano menor la agarraron del brazo por sorpresa.

— ¡Hermana! ¡Llegaste! — sonreía con alegría el más pequeño de la casa.

— Por favor no me hables así de nuevo que creí que alguien pensaba robarme — reía para disimular su susto.

— Perdón, es que estabas saltando de forma extraña, parecías loca —

— Si si, no me lo repitas, entremos — sonreía con cierta vergüenza mientras volvían ambos de regreso a su hogar.

𝐌𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐌𝐎𝐑𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora