𝟔 𝐃Í𝐀𝐒 𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐈𝐀

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Las cenas en familia no eran poco comunes, era como el pan de cada día, aquella familia nuclear de clase media, la envidia de los vecinos, la alegría del barrio ¿Y cómo no sería así? El padre era un buen hombre, que trabajaba día y noche por su familia, daría hasta el alma por ellos, la madre, una mujer cariñosa y hermosa, la inteligencia no la dejaba atrás, una profesora que trataba a sus alumnos como a sus niños; la hija mayor, Abigail, destacada, rebelde y siempre abierta a nuevas ideas, un alma libre que, de no ser por el apellido, no encajaría con el resto de su familia, y el último pero no menos importante, el pequeño hermano menor, el ángel de la casa, inocente, pero no tonto, su hermana había dejado la vara en alto con sus notas, sin importar que sus logros fueran bien recibidos, seguía esforzándose tanto como podía.

— Vengan todos a cenar — la dulce voz de una calmada madre se dio a conocer desde la cocina, invocando al resto de la familia atraídos por el aroma del pollo recién cocido.

— Vamos a comer chicos — sonreía con amabilidad el padre, mientras se dirigía al comedor — Luce estupendo amor, te volviste a lucir — con un beso en los labios finos de su esposa, se sentó en la cabeza de la mesa.

— ¡Que asquito, se besan en la boca! — el menor hacía nuevas con leve disgusto y se sentaba al lado de la silla de su hermana.

— A menos con esos besos, sabemos que jamás se divorciarian — reía a son de burla la mayor, sentándose al lado de su hermano.

— Eso no se dice hija mía, jamás me separaría de aquel hombre que me prometió tanto amor hasta el final de mis días — sonreía feliz y ponía todos los platos en la mesa —Pero el tema de esta noche no es nuestro matrimonio —

— Así es, queremos saber ¿Cómo les fue a nuestros hijos en la escuela? ¿Algún problema? —

— Nop, ¡obtuve buenas notas en mi examen de matemáticas! ¡Ya aprendí la tabla del 8! — reía con alegría el menor mientras comía alegre su comida.

La familia entera se detuvo un momento para aplaudir y elogiar al menor de la casa.

— Me alegra que mi hermano sea muy bueno en matemáticas, por otra parte, yo solo brillo con textos y lecturas, el examen estuvo algo simple gracias al empeño que le puse — sonreía la mayor mientras comía con hambre los alimentos en su plato  — Aún así, muy bien hecho hermanito ¿Ya ves todas las cosas buenas que heredaste de mi? — reía con burla.

— ¡Mentira! ¡Yo lo aprendí solito! ¡Incluso, mi profesora quiere que dé un discurso por el día del logro el fin de semana! — el joven de cabellos azabache río con orgullo.

— ¡Ese es mi pequeño! Que alegría oír tantas buenas noticias estos días — reía alegre el padre mientras abrazaba al menor.

— Mi pequeño está logrando muy buenos logros, igualmente felicitarte a ti Abigail, dentro de todo, este esfuerzo será bien recompensado — la madre abrazó a su primera hija con cariño.

— Muchas gracias mamá — la contraria rió para después ver cómo los padres regresaban a su asiento.

Todos volvieron sus miradas a sus platos, parecía como si estás buenas nuevas le hubieran dado un gusto más delicioso a la comida, la noche se sentía amena, y las risas no faltaron en la mesa, una noche memorable.

𝐌𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐌𝐎𝐑𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora