𝟏 𝐃Í𝐀 𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐈𝐀

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— Abigail ... ¿Te comiste mis galletas que hice con tus amigos? —

La susodicha mostró un semblante nervioso, y comenzó a guardar los restos y migas del alimento bajo la alfombra.

— No, claro que no, no fui yo — reía con cierto nerviosismo la mayor.

— ¡No mientas! ¡Esas galletas no eran para ti! — con el ceño fruncido, buscaba que la mayor sintiera siquiera algo de culpa.

— Oh porfavor, solo son unas galletitas ¿Que vas a hacer al respecto? Ya están en mi barriga — respondió con fastidio.

— No eran tuyas ... — pronunció cabizbajo.

— No me importa, no hay mucho que puedas hacer ahora ... — al escuchar un quejido, la mayor despejó su mirada del televisor hacia su hermano. — ¿Emmanuel? —

— Las estaba guardando para papá y mamá... — gotas cristalinas resbalaban por sus mejillas hasta mojar el tapete donde estaba.

— Hermano ... —se levanto del suelo, pasando por la alfombra roja de la sala hasta donde su hermano lloraba.

— Ellos debían comer esas galletas ¡Pero por tu culpa, ya no sobramos nada! — el pequeño le dio un golpe a su hermana mayor y salió corriendo dirección al baño

— ... — la de cabellos azabaches soltó un suspiro y camino dirección a la cocina.

— Te pasaste de canalla Abigail — refunfuño la segunda joven en la cocina, que comenzaba a sacar más harina.

— ¿Cómo vas a hacer llorar a tu hermano de esa forma? ¿Así te haces llamar buena hermana? — Adrián no se molestó en mostrar algo de sutileza.

— ¡Bien, bien, admito mis errores! Hice mal, lo reconozco ¿Contentos? —

— Claro que no, no te sirve de nada pedirnos disculpas a nosotros, debes dárselas a tu hermano — sostuvo la contraria mientras comenzaba a hacer una mezcla para galletas.

— Necesito que el primero se calme, después de ello, quizás pida perdón —

— ¿Quizás? ¡Lo vas a hacer! Mientras preparo el glaceado y ayudo a Aurora, tú irás y le dirás a tu hermano menor que lo lamentas, y luego vendrán a ayudarnos — el joven de tez morena comenzó a llevarse a la anfitriona lejos de la cocina.

— ¡Oye, puedo caminar sola! — regreso su mirada a aquel pequeño cuarto—

— Ni se te ocurra regresar sin tu hermano — dijo Aurora mientras la señalaba con unos moldes de ositos.

Adrián termino cerrando la puerta en cara de la contraria, quien, ya fuera de la cocina, comenzó a ir camino al baño, tocando la madera con suavidad.

— ¿Esta todo bien allí adentro? — pregunto la contraria.

Más no hubo respuesta. Volvió a tocar.

— Hermano, porfavor sal, vamos a hablar —

El silencio se comenzó a volver incómodo.

— Ok, he venido a disculparme y no pienso hacerlo con una puerta, si fueses tan amable de salir ... — escucho el seguro de la puerta ser sacado, para posteriormente abrirse.

— ... — el menor aún seguía limpiándose sus lágrimas con papel.

La mayor se arrodilló frente a el.

— Ok, se que hice mal, no debía de haber comido esas galletas, lo lamento...—

— No te perdono —

— ... — esbozó una sonrisa leve —Me recuerdas mucho a mi de pequeña, pero creo que tú ya te llevas las cosas a un extremo —

— ¡Tonta! — refutó el menor mientras le golpeaba con su nula fuerza, la pierna contraria .

— Ok, ok, te dejaré golpearme tanto como gustes, pero a cambio, deseo que me perdones — reía con ternura.

— ... — dándole un golpe más, el menor sonrió y pronunció las esperadas palabras — Te perdonó, ¡pero no comas más las galletas que cocinemos! —

— ¿A menos podría comerme las que haga Aurora? —

— ¿Por qué siempre te quieres comer solo las que ella hace? —

— Por qué el glaceado que hace Adrián es más duro que el pavimento, cuido mis dientes —

— ¡Oye! ¡Escuché eso! — respondió un enojado amigo desde la cocina.

Soltando varias risas, ambos hermanos caminaron dirección al lugar donde venía en delicioso aroma de la comida, y comenzaron a ayudar en la preparación de dichas galletas.

𝐌𝐄𝐌𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐌𝐎𝐑𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora