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Hoy no llegaré a dormir.

—¿De nuevo?

Jaemin mordió su labio inferior a la vez que sentía este comenzar a temblar. Bajó la mirada a el piso esperando una respuesta, escuchó a Hyunjin suspirar del otro lado de la línea.

Lo siento.

No quería aceptar que le dolía que Hyunjin se fuera y no volviera hasta horas o incluso días después, además de saber que este pasaba su tiempo con otra persona, era consciente de que Hwang también se sentía mal ante eso y tenía un cierto grado de sentimiento de culpabilidad ante sus noches de ausencia. Sin embargo, Jaemin mismo sabía que no tenía ni el más mínimo derecho de reclamarle a su novio cuando él, en simultáneo a su relación "amorosa" con Hyunjin, coqueteaba con un chico a las afueras.

—No te preocupes, solo ten cuidado, ¿está bien?

Tú igual, Nana. Llámame si... Llámame si ocurre algo, mi teléfono tiene sonido.

Nuevamente un suspiro —de lamento— abandonó los labios de Na y asintió, aunque Hyunjin no lo viera.

—Está bien, adiós.

Descansa, te quiero.

La llamada fue terminada y Jaemin lanzó su teléfono al otro lado de su extensa cama. Se recostó boca arriba y cerró los ojos. Los párpados le pesaban, particularmente ese día se sentía cansado y no había podido tomar siquiera una siesta, pero debía seguir guardando sus pertenencias en aquellas maletas grandes. No planeaba llevar más que su ropa y cosas importantes, se encargaría de conseguir más dinero para poder sustentarse, pero eso no era tan importante en ese momento.

Comenzaba a tener una sensación inexplicable, algo como una especie de arrepentimiento, y no solo por irse de su casa.

El hecho de que Hyunjin y él ya prácticamente habían dejado sus sentimientos mutuos de lado le afectaba más de lo que le gustaba admitir. No eran celos, estaba seguro ya que, si Hyunjin estaba con otra persona, era por una razón; he ahí la cuestión según su tormenta mental.

Él tenía la culpa de todo, tal vez si no hubiera simplemente ir disminuyendo su interés en Hyunjin, el mayor no se habría sentido mal e iría en busca de otra persona. Sabía que en su relación la comunicación no era su fuerte, pero por la carencia de esta era que todo se derrumbó. Tampoco se sentía enojado o resentido con Hwang, pero, nuevamente, la sensación que no se puede expresar aparecía en él y ahuyentaba su deseo de huir de ahí y arreglar las cosas como se debía.

Pero no, él ya no soportaba ese lugar, podría dejar a Hyunjin libre y, bueno, estaba seguro de que sus padres no se preocuparían mucho por él. Es decir, jamás lo hicieron realmente.

—Mierda.

Sus ojos se iban cerrando poco a poco, no pudiendo importarle menos el hecho de que aún traía puestos sus jeans ajustados y una playera que había sido víctima de unas cuántas manchas de ceniza del cigarrillo en un descuido de no usar el cenicero. Finalmente, y con las luces encendidas de aquella habitación melancólica, cayó en un sueño profundo.

[...]

—Qué lindas las estrellas de tu cuarto. —Mencionó Jeno para luego soltar la décima carcajada de la noche. Mark le miraba algo descontento desde el sillón.

—Ya cállate, Jeno.

—¿Por qué? —Cuestionó el menor de ambos mientras pasaba su dedo por sus labios, sonriendo como un idiota, si se lo preguntaban a Mark.

—Estás drogado hasta el culo, no puedo creerlo. Tienes que ser más cuidadoso...

—No me pasa nada, hyung, ¡estoy perfectamente bien!

—Claro que no lo estás, también apestas a alcohol. ¿Ahora qué te sucedió?

A pesar de que Mark no estuviera nada contento desde que Jeno tocó la puerta de su casa —la de sus padres, mejor dicho— y haberlo metido a escondidas a su habitación, sabía que el pelinegro no se confiaba tanto a meterse tantas cosas en el organismo de golpe, y además estando solo. Únicamente lo hacía cuando estaban juntos ya que Mark casi siempre se mantenía sobrio, así que el hecho de que no estuviera acompañado, drogado y ebrio, no resultaba una buena combinación en absolutamente ningún aspecto.

Debía tener una razón para exponerse sin preocuparle nada más, pero estando en ese estado, Mark no estaba seguro de que Jeno pudiera responderle coherentemente.

De hecho, recordaba que las constantes peleas de Jeno con Renjun eran mayormente por ese tipo de cosas. Inmediatamente alejó los pensamientos y se centró en el chico que estaba recostado en su cama, vistiendo únicamente sus pantalones y botas puesto que "hacía mucho calor" a pesar de que la habitación estuviera climatizada por un aire acondicionado.

—¿Te has puesto a pensar que el mundo sería mejor si las personas no fueran tan hijas de puta? Es decir... —Hizo una pausa cuando sintió un pequeño mareo, pero luego siguió hablando como si nada—. Yo no soy la mejor persona del mundo, pero no le hago daño a nadie.

—Te haces daño a ti. —Agregó el rubio, moviendo a Jeno del otro lado de la cama para poderse acostar también.

—No estamos hablando de mí. — Gruñó Jeno.

—Literalmente estamos hablando de ti.

—Cierto, pero ese no es el punto...

Un silencio inundó el espacio, Mark pensó que comenzaría a llorar o algo así, las veces que Jeno se ponía sensible eran pocas, pero nunca sabía cuando esperarlas.

Sin embargo, el pelinegro comenzó a reír como los otros diez minutos anteriores, murmuraba maldiciones que comenzaban a tornarse más oscuros, desde groserías hasta frases rencorosas.

A veces, a Mark le gustaría no saber qué es lo que pasaba por la mente de Jeno ni lo triste que había sido su pasado del cuál seguía lamentándose, pero era imposible de ignorar a sabiendas de que era la razón de los excesos de Jeno, pero a este no le gustaba aceptarlo.

West Coast | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora