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tw: mención de maltrato infantil y otros temas sensibles.

Los brazos fuertes de Jeno fueron de gran ayuda para llevar las cosas al interior de la casa. Horas antes estuvo limpiando con ayuda de Mark dejando completamente presentable el que ahora sería el hogar de Jaemin.

—Creo que es todo. —Sacudió sus manos y observó a Na ingresar al lugar cerrando la puerta tras de él.

Frente a sus ojos se posó ese lindo chico, tan solo un centímetro más bajo que él, con ojos brillantes ante la esperanza de encontrar la felicidad. Ese día no usaba sus pesadas botas negras ni su chaqueta de cuero, tampoco sus numerosos anillos ni cadenas en el pantalón. Simplemente vestía un pantalón holgado negro y una sudadera color menta con su cabello al natural, dejando unos mechones volando sobre su frente y que se encargaba de acomodar cada cinco minutos.

Jaemin era brillante desde cualquier ángulo, cualquier perspectiva.

Los brazos del menor rodearon sus hombros y descansó su mentón en el hombro de Jeno, formando así un abrazo que el pelinegro no se esperaba, pero al que correspondió inmediatamente. Tomó su cintura y Jaemin lo apretó un poco contra él; el perfume de Jeno olía bien.

Se separaron un poco y el mayor acomodó esos molestos cabellos que daban cosquillas en el rostro del contrario, los acomodó tras su oreja y finalmente soltó a Na, aun cuando este titubeó un poco, luchando para dejarlo ir.

—Debería irme. —Dijo Lee, nervioso.

Sabía que, una vez haya salido de esa puerta, no volvería a ver a Jaemin. Porque él mismo se prometió no meterse con él. No conocía sus propios límites, tampoco los de Jaemin y lo que menos quería era encariñarse al punto de ser imposible separarse.

—¡N-No!

—¿Uh?

—Yo... Mh... ¿Quisieras... Quedarte un rato? —Jeno rascó su nuca algo confundido y Jaemin siguió hablando—: Tomé una botella del estante de licor de mamá antes de salir de casa y no tengo con quien beberla.

[...]

Tenían la luz apagada y se encontraban sentados en el suelo de la sala, recargados en el sillón y frente a una pequeña mesa donde ponían los vasos de vidrio que Jeno sacó de la alacena para servirse de la bebida color amarillenta rozando lo dorado.

—Cuéntame de ti, Nana.

El menor sintió un escalofrío en su espalda y asintió.

—Crecí en una casa grande, fría y solitaria. Soomi, la señora que limpia me cuidó desde los dos o tres años. No tengo muchos amigos más que los que conocí de pequeño y ahora los veo a veces por la calle. Hyunjin, bueno, te he contado de él —Jeno asintió—, es mi ex-novio y él fue mi compañía mucho tiempo hasta hace poco que terminamos, estábamos bien. Creo que... He estado solo gran parte de mi vida. —Finalizó dando un trago al vaso, amargo.

—¿Y no te da miedo la soledad?

Na se quedó quieto y pensativo unos segundos, con la mirada perdida en algún punto del lugar.

—Es lo peor que me pudo haber pasado.

Porque, aunque Jaemin nunca lo demostró, la tristeza llegaba a él cuando veía a sus padres irse por la puerta y que volvieran cuatro meses después tan solo un par de días.

Se encerraba en su habitación a llorar cuando sus amigos de la escuela lo dejaban de lado, preguntándose qué era lo que hacía mal para ser rechazado socialmente, aun cuando hacía de todo por agradar.

El corazón se le hundió cuando dejó a Hyunjin, siendo él la única persona que tuvo fe en él, pero que se fue separando y soltando su mano lentamente hasta brincar a los brazos y piernas de otro chico.

Sin embargo, no podía darse el lujo de ser un objeto de lástima, así que decidía ignorar todo aquello recordando las palabras que su madre le daba: "No seas tan exagerado".

—Pero hablemos de ti. —Incitó al mayor—. Eres interesante, aunque no te conozco realmente.

Jeno suspiró. Era... Difícil hablar de él hacia otras personas. Pero Jaemin tuvo la confianza suficiente para abrirse ante él, así que accedió para comenzar a contarle un poco de sus recuerdos.

Tenía miedo a ser juzgado.

—Uhm, si tuviera que describirme en dos palabras, serían guapo y miserable.

—Interesante combinación. —Rio el menor contagiando a Jeno—. Adelante.

—No recuerdo nada de mi infancia así que nos saltaremos esa parte, sin embargo, mamá me contó muchas cosas algo... Turbias. —Observó a Jaemin alzar la ceja un poco. Luego, tomó la mano del mayor y comenzó a acariciarla, intentando crear un ambiente de confianza—: Papá no me quería, nunca lo hizo, entonces no me cuidaba. Mamá salía a trabajar en las noches y me dejaba con él, la situación económica en mi familia nunca fue buena, pero era algo estable, lo suficiente para que papá pudiera comprarse muchas botellas y pastillas. Hubo una ocasión... —Intentó hacer bien memoria de esa plática con su madre—. Él se cansó de que yo llorara, tenía tal vez siete años y no me dio de cenar, entonces me dio de su whisky como si fuera agua, un gran vaso, obligándome a tomarlo. Se dio cuenta que dejé de llorar porque el alcohol me mareaba y me dejaba dormido, entonces lo frecuentó siempre que mamá se iba.

—Eso es...

—Una mierda, lo sé. —Completó la frase de Jaemin, quien estaba algo aturdido con todo aquello—. A los doce años, ya era alguien que tomaba con regularidad. Una vez estaba muy mal, comencé a sentirme irritado ante todo, así golpeé a un compañero de mi salón porque no dejaba de golpear mi banca con su pie. Me expulsaron y desde ahí, tengo miedo a hacerle daño a la gente.

Porque Jeno, en el fondo, sí conocía sus límites. Sabía cuándo tenía que alejarse de alguien si no quería lastimar o ser lastimado. Renjun fue un claro ejemplo de aquello.

Na de pronto sintió ganas de llorar y eso Jeno lo notó. Murmuró un bajito: "No, no llores" y lo acercó para sentarlo en su regazo.

Recargó su cabeza contra la del mayor, frente con frente. Jeno jugó con su sudadera y sobó su espalda intentando reconfortarlo.

—Siento que hayas tenido que... Vivir eso. —Murmuró intentando no soltarse en llanto—. Me consideraba alguien desafortunado, pero ahora veo que mi pasado es mediocre. Merecías algo mejor.

—Ambos merecíamos algo mejor, tú también sufriste, Jaemin. No quites importancia a tus cosas.

Jaemin sonrió, aunque no tenía ganas de hacerlo. —Es imposible para mí no hacerlo.

Jeno tomó sus mejillas y dejó un beso en cada una, algo atrevido para él, pero al ver a Na tan vulnerable sintió la necesidad de hacerlo. El contrario se vio sorprendido pero su rostro se calentó de inmediato; le gustó eso.

Tomó la mano de Jaemin y comenzó a besarla, luego atrajo más el cuerpo ajeno al suyo y besó su frente observando cuando el menor cerró los ojos y, esta vez, sonrió sinceramente.

Era tan bonito, casi irreal.

Ninguno de los dos estaba en sus cinco sentidos, el licor comenzó a hacer efecto y eso se veía reflejado en sus acciones.

Na Jaemin miró fijamente a Jeno, apreciando sus rasgos masculinos y aquella belleza natural que poseía.

Y lo besó.

Dejó un pico en sus labios y el mayor no tuvo tiempo de razonar ya que se separaron rápidamente y segundos después, comenzaron los roces entre labios, aumentando su intensidad.

Jeno era demasiado tímido como para comenzar a dejar besitos en Jaemin, Na no aceptaba muchas muestras de cariño en general, así que tan solo por una vez, se dejarían llevar por lo que sentían y no por aquello a lo que estaban aferrados; tantos recuerdos y sentimientos que tuvieron, que desearon no haber tenido que experimentar.




—el próximo capítulo ya es el último. (:

moon ¡!

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