14

403 55 0
                                    

—Pásame la cinta

—¿Dónde está? —Murmuró Lee.

—Creo que en aquel cajón. —Dijo el menor sujetando la caja que sellaría con el objeto que le solicitó a Jeno.

El mayor inmediatamente buscó entre los cajones del mueble junto a la cama de Na con cuidado de no hacer mucho ruido. No pasaban de las 10:00 PM, pero mientras más silenciosos fueran, mejor. Soomi aún se encontraba en casa probablemente limpiando la cocina, deberían salir por la puerta de atrás.

—Tu mudanza está siendo poco convencional, a decir verdad. —Mencionó Jeno para luego soltar una pequeña risita, entregando el rollo de cinta canela.

—Si no me voy ahora no me iré nunca, lo sabes. —Jaemin bajó la mirada—. Gracias por ayudarme.

— No soy capaz de dejarte solo.

Esa noche y tras días de discutirlo a fondo, Jaemin se mudaría a la ahora antigua casa de Jeno, casa que por fin fue pagada con el dinero que había juntado de sus mesadas. Por su parte el mayor le ayudaría con una mudanza exitosa donde llevarían solamente maletas de ropa y cajas con algunas pertenencias, nada más; una vez Na estuviera instalado en su nuevo hogar y sin el conocimiento de nadie más, Jeno se iría a vivir con Mark.

Bajarían las cosas en silencio y las sacarían por una puerta que se usaba poco en aquella casa donde afuera estaría esperando el auto de Jeno para irse. Tenían todo planeado, a fin de cuentas, no era necesario que alguien más se enterara.

Na sellaba las cajas finales, no le fue difícil guardar su ropa, pero debía seleccionar bien las demás pertenencias ya que evidentemente no llevaría mucho para evitar un alboroto ni mucho bulto. Simplemente tomaría lo más importante para él; algunas fotos que tenía enmarcadas, sus pertenencias de aseo personal, libros y su cartera.

—Terminé. Son... Dos maletas y tres cajas.

—Bien, yo llevaré las maletas porque son más pesadas y tú las cajas, ¿sí?

Jaemin asintió estando de acuerdo. Jeno subió sus mangas y tomó las maletas saliendo de la habitación, el menor hizo lo mismo con las cajas y finalmente apagó la luz para cerrar la puerta suavemente una vez ambos estuvieron fuera de la habitación.

Bajaron la gran escalera de la mansión Na —como Jeno solía llamarle— en el más profundo silencio que lograron guardar. Jaemin paró en un mueble que estaba junto al teléfono de la casa que, a su vez, a su lado, tenía un par de hojas de papel que usaban cuando tenían que tomar notas de alguna llamada urgentemente.

Suspiró y rápido escribió una pequeña nota para Soomi:

"Hola Soomi,

Si no me encuentras en casa no te asustes, estoy bien, te lo aseguro. Agradecería que no lo notificaras a mis padres ya que no pedí su autorización para irme.

Me mudaré, he crecido y tristemente ya no soy el niño pequeño que conociste cuando llegaste a esta solitaria casa; he madurado y sé que estar aquí no me hace bien.

He dejado un fajo de wons debajo de esta nota. Muchas gracias por cuidarme tantos años y compra algo lindo a tus hijos. Cuídate y de nuevo, gracias.

—Jaemin."

Alcanzó a Jeno que iba de salida batallando con una maleta que no le dejaba abrir la puerta.

—¿Te ayudo con eso? —Cuestionó sonriendo. Jeno siempre lo hacía reír aún sin intención de hacerlo.

—No, gracias. Pero sería bueno si abres la puerta. —Murmuró él mayor a lo que Jaemin asintió.

Una vez ambos salieron, Jeno inmediatamente comenzó a subir las cosas a la parte trasera de su auto, tomó las cajas que Na traía en sus manos y las colocó con cuidado ya que no sabía si había algo frágil.

—Creo que es todo. —Sacudió sus manos y cerró para luego ir a abrir la puerta del copiloto—. Después de usted.

Jaemin dio un vistazo a lo que ahora sería su antiguo hogar y subió tras agradecer el gesto a Jeno.

El pelinegro condujo un rato a una velocidad moderada puesto que no quería ser arrestado por exceso de velocidad o algo así. Podía ser arrestado por cualquier cosa excepto por conducir de forma irresponsable, menos aún si traía a Jaemin con él.

Tomó la mano del menor y comenzó a acariciarla, causando que Na temblara en su lugar y tragara duro.

—Gracias por ayudarme, ya sabes, con esto de la mudanza.

Jeno sonrió. —No hay de qué, es un placer ayudarte en realidad.

Revisando que nadie fuera tras de ellos en el carril, bajó la velocidad y besó la mejilla de Jaemin tal y como él había hecho tiempo antes. Lo que dejó al contrario sin aliento y con una tonta sonrisa, justamente lo que esperaba lograr.

Volvió la vista al frente y siguió conduciendo como segundos antes.

Tal vez Jaemin le gustaba.

Tal vez, a Jaemin, también le gustaba Jeno.

West Coast | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora