Opresión

Prólogo

"La locura es el estado en que la felicidad deja de ser inalcanzable"

Alicia en el país de las Maravillas

Narrador A

En aquel lugar alejado de la vida tanto urbana como rural, se encontraba una edificación la cual no se podía creer que su existencia fuera posible. "Entra si quieres, sal como puedes", una frase la cual identificaba a quienes podían escapar, sin importar que saliera caminando con ambos pies, ojos bien abiertos, un corazón que bombeaba sangre, pero con el interior vacío.

Se encontraba en medio de una aldea, por así decirlo, llamada Kings Park. Hablamos del tamaño de casi un pueblo pequeño, estaban esos 10km cuadrados. Llenos de seres humanos trastornados y gente sin cuidado. Lo llaman la ciudad de la tortura, donde los castigos que exponía la Santa Inquisición era algo mínimo y vano delante de las barbaridades que se veían allí.

Hablamos de un lugar cuyo paisaje no tenía color ni lucidez, tan opaco y tétrico cual primera impresión podía causar sensibilidad. El pasado, los actos, el presente, más el infierno que resurge desde lo profundo de la tierra, son los que inspiran a este hogar que "promueve la salud mental" a ser lo que es.

Edificios se extienden por el lugar, una organización perfecta y bien planificada, con áreas de todo tipo. Lo que falta por corregir es el hecho de que, en vez de sanar, contaminan. Infectan el alma. Pero vasta de hablar del lugar, no es difícil imaginarlo. Solo hay que ponerse en los zapatos de alguien cuyas uñas están siendo arrancadas a sangre fría y dolor ardiendo entre las paredes de un lugar endemoniado.

Los internos son locos. Se ve de todo menos finales felices, no existe eso de salir y las opciones eran pocas. Podías suicidarte o dejar que te maten, pero no salir y aquí con vida. El lugar era dirigido por una entidad religiosa, y no se sabía nada de ella, ni siquiera el nombre de ella.

Como en todas partes existía la política en este lugar. Había ciertas jerarquías y lujos que no todo enfermo tenía la oportunidad de recibir como, por ejemplo: caminar libremente sin camisa de fuerza, tener el cuidado o protección de algunos doctores del área administrativa, acceso a plazas de entretenimiento, a fármacos, e incluso pasar de un complejo a otro.

Era una tarde tranquila con el sol casi ocultándose, dos amigos, compañeros y amores iban caminando hacia un edificio fuera de uso. Pasaron los dos meses anteriores trabajando en él. Tomaron la cuarta planta, un pasillo en específico, era la antigua sala de entretenimiento para envejecientes. Con escobas robadas barrieron el pasillo, lavaron algunos colchones y alfombras, retiraron el polvo del lugar hasta dejarlo reluciente.

Llegaron contentos a disfrutar de ese lugar que con mucho tiempo de anticipación y esfuerzo habían planeado crear para ellos. Ese sería su pequeño nido secreto, hasta que dejara de serlo. Robaron también comida de la cafetería y con una bolsa pasaron la malla que dividía cinco edificios que ya no se usaban, y dentro de ese pudieron encontrar agua, por eso fue el elegido.

Una alfombra de diseños circulares azul con detalles grises deprimentes y sobre todo llena de polvo —pues les fue imposible mover el instrumento— es en lo que descansa un piano de cola. Aunque antiguo como aquella sala, se veía delicado y reluciente.

El artista aquí es Demian, un muchacho apuesto, joven, sensible, que se mantiene puro a sí mismo en un lugar en donde aquello es prácticamente imposible. Tomó asiento frente al piano y comenzó a buscar inspiración desde lo profundo mientras inhalaba y exhalaba pausadamente.

Del otro lado del cuarto, en el frente Abalam admiraba con celo aquel ritual que, sin pudor alguno, lo encendía de manera considerable. Él amaba el todo tipo de expresiones artísticas y un particular pensamiento suyo era que el lugar más factible para encontrar el arte era en el manicomio. En su hogar, donde había nacido y nunca había salido.