─Hice lo que debía para protegerte, mi amor. Tu padre pensaba que yo conspiraba en contra de él. ─Decía la mujer que le dio la vida a Abalam, deshaciéndose entre lloros y lágrimas. ─Quise salir contigo de este lugar, acabo de condenarte a una vida de sufrimiento. ─Se lamentaba sintiendo en su pecho el dolor de una realidad que la seguiría por siempre. ─Perdóname mi amor, perdóname.
Alguien tocaba la puerta con rudeza. Los ojos de la mujer reflejaron un pánico intenso que inspiraba terror en el pobre niño que miraba sin poder decir nada. Ella cayó al piso de rodillas y abrazó al niño a la vez que le repetía perdón.
Lo apretó con una fuerza descomunal mientras escuchaban como la puerta era pateada para forzarla a abrirse. Abalam, a pesar de su poca edad, sentía aquel momento como esa pausa inquietante en el tiempo que indica que algo malo estaba por pasar.
Los enfermeros entraron luego de haber pateado con tanta fuerza que descompusieron el manubrio de la puerta y de inmediato tomaron a la mujer del cabello debilitando el abrazo con el niño. Luego fue tomada por la fuerza mientras ella soltaba patadas en el aire intentando zafarse de los opresores.
El pequeño de cabello castaño intentó ir hacia la única persona con la que compartía, pero fue empujado por un pie que chocó con su estómago y lo hizo tambalearse y caer al suelo.
─ ¡No! ¡Mi hijo! ─Soltó con un grito desgarrador la mujer al ver cómo sin querer pateó a su criatura.
Un guardia se sumó a los enfermeros y agarró a la mujer por debajo de las costillas y la apretó con sus brazos envueltos sobre ella sacándole todo el aire. La energía se le fue drenando poco a poco a pesar de saber que por más que intentara no podía escapar de aquel momento que nunca deseó que llegara.
El pequeño se levantó y con una mano sosteniendo su estómago salió al pasillo por donde se llevaban a su madre en contra de su voluntad. De sus ojitos marrones e inocentes brotaban grandes lágrimas sin reconocer si aquello fue una despedida o qué era lo que pasaba.
"¡Busca a Abalam mi amor! ¡Búscalo!" fue lo último que dijo la mujer antes de que la amordazaran y terminara de ser arrastrada por los pasillos fuera de su campo de visión.
Abalam intentó correr detrás de ella, pero una enfermera lo sostuvo en sus brazos y lo cargó. El niño pataleó mientras gritaba desesperado por su madre. Los pasillos comenzaron a llenarse para ver qué el porqué de tanto alboroto en aquel momento.
Inmediatamente llegó un doctor los enfermos se alejaron a intentar despejar el lugar. El doctor fue a tomar el niño en brazos de aquella enfermera para llevárselo al cuarto de la mujer. Compartía aquella habitación con seis personas y esas seis camas estaban vacías, acostó al niño en la que pertenecía a su madre y en un rápido movimiento, antes de que el saliera del estado de confusión haló las correas de los laterales de la cama y ató al niño con fuerza.
De su bata sacó una jeringa de 1cc y luego procedió a tomar con una de sus manos la cabeza del niño tratando de que la palma de su mano quedara tapando su boca y el inicio de su quijada para que no pueda moverse. Inyectó la mitad del líquido que contenía la jeringa y soltó al pequeño.
Abalam siguió removiéndose a pesar de estar inmovilizado entre gruñidos, hasta que sintió como sus fuerzas se desvanecían y ya no tomaba control de sí mismo.
─ ¡Mamá! ─Lloraba. ─ ¡Mamá! ─Después balbuceaba en la medida que el sedante hacía su efecto.
El doctor se agachó admirando como el pequeño Abi descansaba. Dejó un beso en sus pequeños labios. Acarició su cabello rebelde y ondulado y se echó a reír por lo bajo sintiendo cómo su miembro despertaba ante el rose de labios con del niño.
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Opresión
De TodoCloe era lo que en la actualidad le llaman una mujer completa, pero tenía una peculiaridad y es que tenía un alma vagamente vacía. Víctima de su mente decidió entregarse a la muerte y así pudo nacer como alguien completamente nueva, aunque justo cua...