Capítulo 5

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Segundo Arco

"Todo hombre se parece a su dolor"

André Malraux


Cloe

Siempre he soñado con las diversas formas en las que podría morir.

La muerte me parece algo tan fascinante como adictivo. Peligroso como tentador. La sensación de elevarte o hundirte a un lugar fuera de este mundo, romper las barreras de la realidad en la que abrimos los ojos cada mañana. De tan solo pensarlo la piel se me eriza, al evocar aquellos momentos en los que sentí que mi alma atacaba a mi cuerpo deseando salir de él.

Ardía en ganas y ganas de volver a probarlo. Lo siento recorriéndome las venas, lo siento en el pulso acelerado, lo siento incluso hasta debajo de mi ombligo en donde estoy fuertemente apretando las piernas. Y despierto como en esas ocasiones en donde simplemente abres los ojos y solo queda en tus músculos los pinchazos residuales de haber tenido un sueño vívido.

No quería levantarme de la cama, pero el deber llamaba y no necesariamente el deber, sino que como no tengo quien cubra mis necesidades no queda opción. Quité las espesas sábanas que cubrían mi cuerpo y antes de pisar el suelo coloqué en mis pies unas pantuflas bien cómodas.

Rocié un spray que eliminaba bacterias del colchón y luego la acomodé. Tomé un vaso de agua con limón que había dejado reposando la noche antes y proseguí a escoger mi ropa de hoy, poner el café, cambiar las cosas a otro bolso que llevaría y adelantar el desayuno, una tostada y leche de almendras tibia. Dejé el pan en la tostadora y la leche colocada en la estufa, listos para que solo deba ponerlos a calentar.

Bebí mi café mientras escribía en mi diario de mañana las cosas que quería proyectar hoy. No soy una fiel creyente de las afirmaciones positivas, ni siquiera de que había alguien que me escuchara o si el universo pudiera sentir los gritos desesperados de mi alma para invocar que algo ocurra, pero mi psiquiatra había dado varios ejercicios para que los incluya en la rutina así que no tengo más opción.

"El día de hoy voy a atraer la paz a mi vida, no me dejaré llevar por las circunstancias negativas que quieran venir a mi vida. Hoy seré más fuerte que todo lo que venga". Confío en mí y lo haré.

Luego de escribir mi decreto, comencé a desnudarme, a acomodar el pijama en la cama para que se ventile y pasé al baño. Dejé el agua cubrirme de pies a cabeza mientras tomaba escasos segundos para deleitarme con la ducha. Amaba el agua. Si pudiera pasar toda mi vida bajo el agua lo hiciera. Algo muy curioso para alguien que temía morir ahogada. 

Pensamiento que me hizo volver a la realidad. Lavé bien mi cabello y después apliqué el gel de baño con una esponja. Mientras la espuma era barrida por el agua sentí un ligero calambre debajo del ombligo. Solté un bufido al pensar en que mi periodo estaba a la vuelta de la esquina.

Desganada, salí del baño no sin antes lavar mis dientes y puse leave-in en mi cabello, lo peiné y cepillé y ahora si me volví al cuarto para cambiarme. Al mirar el reloj veo que tengo algo de tiempo, sin embargo, no quería confiarme mucho. Así que antes de ponerme mi atuendo encendí la tostadora y puse a calentar la leche.

Con toques suaves terminé de secar mi cuerpo y me puse ropa interior. Apliqué crema en las manos y piernas, luego unas cuantas gotas de aceite. Delineador en los ojos, corrector para unas cuantas imperfecciones, rubor, un poco de contorno muy ligero, un poco de color también para mis labios más pendientes pequeños. Seguido de mis pantalones, la camisa blanca, zapatos y estaba casi lista.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2023 ⏰

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