Hay momentos que no deberían de terminar, ese era uno de los anhelos más profundos de Demian.
Creo que ya lo había dicho, él quería constantemente congelar esos instantes en los que veía a Abalam hablar, reir y comportarse como si fuera una persona normal. Cuando le hablaba de historias distorsionadas que recordaba su madre le hacía o cuando contaba a algunos compañeros experiencias sobre torpezas que a Demian a veces se le escapaba.
Eso justo hacía, charlando en un área común en la primera planta del edificio F, donde Demian solía frecuentar cuando se encontraba solo. Abalam estaba allí aun de infiltrado, pero como llevaba varios días de aquel lado ya iba sabiendo que tarde o temprano debía de regresar al suyo.
Sentados sobre unos muebles color beige con diseños de flores rosas, moradas y rojo vino, quizá de los primeros muebles traídos para los antiguos edificios, reían amenamente ante las ocurrencias de Abalam y otros chicos con algunos problemas que ambos desconocían y que al final no eran relevantes para ellos.
Estar por estos lados no era tan malo, se sentía como poder respirar y disfrutar de una calma que muy en el fondo sabían que no existía, como una ilusión o el mismo efecto de las pastillas que te hacía bien un momento, pero luego te vuelves a esa realidad de que en tu cuerpo algo está fallando.
No abundaré en el hecho de que los días en Doomfree eran así, pasearte de un lado a otro, caminar a veces libre y otras no. Disfrutar de pequeños momentos con personas que conoces un día y al otro desaparecen o las vuelves a ver con la piel en los huesos, pero como mayoría de los que están aquí no tienen memoria suficiente como para recordar aquellos ojos que una vez miran suplicando algo de piedad, pero para algunos, quienes quisiera borrar aquel recuerdo de sus mentes, no les era posible.
Un enfermero entró al edificio y vio el grupo que compartía, reparó en Abalam y su uniforme y se dirigió a la estación de enfermería correspondiente y comunicó algo por unos breves segundos y dejó un papel. Se volvió por donde vino dando otra mirada al grupo de enfermos presentes.
─Vendrán por mi Demi. ─Susurró Abalam aprovechando que otro de los muchachos presentes estaba contando la historia de cómo llegó a Doomfree, al pobre se le escuchaba hasta feliz, pensando en que había encontrado un lugar para sanar por dentro, sin saber que acababa de llegar a su destino final.
Demian tomó la mano de Abalam y movía sus dedos con suavidad sobre la superficie de su piel. Le apretaba las manos en señal de que cualquier cosa que le pasara él nunca lo iba a abandonar y esperaba profundamente que estuviera entendiendo la sutil información que quería dejarle dicha a través de gestos.
Una enfermera salió de la estación y se dirigía al grupo. Abalam se empujó un poco hacia delante queriendo estar a la defensiva y los demás se mantuvieron a atentos, pues, aunque el mayor se mostrara sereno e incluso amigable conocían los alcances de su enfermedad ya que en Doomfree nada está oculto, todo se sabe.
La señora se detuvo a unos centímetros de ellos y llamó al Sr. Waters. Demian se levantó con el ceño fruncido, no sin antes haber pasado por el ojo inspector de Abalam, fue hacia ella para verificar que deseaba. La enfermera le pasó un papel el cual leyó el muchacho rápidamente y sus facciones se relajaron al instante.
Volvió con los chicos solo para comentarles que el mini alboroto que ellos mismos armaron sin razón alguna era para avisarle que tenía cita con su psicóloga en media hora. Los demás se veían algo relajados pero el castaño aun mantenía esa tensión visible en el cuerpo que denotaba que aún estaba alerta. A pesar de que Demian le apretara la mano, una vez más con el propósito de motivarle a que pudiera estar tranquilo, no le sirvió de nada.
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Opresión
RastgeleCloe era lo que en la actualidad le llaman una mujer completa, pero tenía una peculiaridad y es que tenía un alma vagamente vacía. Víctima de su mente decidió entregarse a la muerte y así pudo nacer como alguien completamente nueva, aunque justo cua...