Vengan pequeños // Encanto Fanfic.

03.- Luisa.

Luego de obtener su don, supo que así viviría.

Luisa desde pequeña amaba el deporte, salía a practicar con su padre, quien a pesar de ser algo torpe, lograba que Luisa aprendiera muy bien.

Algo que desarrolló muy bien, fue la fuerza.
Una vez todos se encontraban comiendo cuando el candelabro se encontraba flojo, necesitaba reparación desde hace tiempo.

Dolores escuchó que este rechinaba, cuando advirtió.

- ¡El candelabro va a caer! - fue que así pasó, pero Luisa en un reflejo, se levantó en la silla y apoyándose en la mesa que lo detuvo.
Todos estaban impresionados, una niña de casi 5 años había aguantado ese peso.

- ¡Luisa, eres muy fuerte! -

- ¡Igual a Hércules! - exclamó Bruno.

Luisa se sintió genial, logró aguantar algo así de grande, entonces se esforzó mucho más para ser aún más fuerte.

°°°

Luego de obtener su don, quería un descanso.
Hace unos meses se sintió grande por cargar cosas muy pesadas, pero se cansaba también.
Se encargaba de ir por los mandados y cargar las cosas cuando se lo pidieran, no solo su familia, sino del pueblo.
Si una casa estaba chueca, la debía acomodar.

- ¡Luisa, mi casa está mal puesta! -

- ¡Ya voy! - La niña se preguntaba, ¿Cómo rayos pasaba eso?.
Debía ir por los burros, con los que se encariñaba bastante desde que tenía memoria. Julieta le regaló un peluche de un burricornio cuando era muy chiquita.

Deseaba ir a jugar con sus primas, pero el trabajo la mantenía ocupada. Por las noches, amaba leer mitología griega, su héroe era Hércules, ya que era muy fuerte igual que ella.
Por desgracia, no tenía todo el día para ir a la biblioteca a investigar más, pero Agustín siempre le llevaba libros.

Una mañana, Luisa despertó mal. Se sentía cansada y parecía tener fiebre.
Se bañó y vistió con su falda favorita, recogió su cabello en un chonguito y salió a desayunar.

- ¡Nena! Te ves muy mal...espera aquí - Julieta fue por una arepa y se la dió a Luisa. - ¿Mucho mejor? -

- Un poco mami -

- Tienes que reposar de todas formas, te la vives trabajando -

- ¿Y quién ayudará al pueblo? - interrumpió Alma. Todos en la mesa intentaron disimular la cara de disgusto que habían hecho, Bruno quien cargaba a Mirabel y le daba biberón ni siquiera hizo el intento.

- Ya vas a empezar... - dijo Pepa

- ¡Luisa está bien! ¿Quién va a mover a los burros! - Luisa quería responder, pero le daba miedo la reacción de su abuela, quien no era muy paciente cuando se molestaba.

- ¿Quién es la que cura? ¿Tu o yo?, Luisa se queda hoy aquí y es mi decisión - Alma miró a todos, quienes le mostraron firmeza. Solo se quedó callada.

°°°

Esa noche, Bruno le dejó una cartita bajo la puerta, Luisa la tomó y la leyó.

"Te espero en mi cuarto, firma: tu tío Bruno"

Luisa agarró su peluche de burricornio y se dirigió afuera, dónde Bruno estaba.

- ¿Lista para venir? Te juro no pasará nada malo -

- ¿Es de la magia que haces con Dolores e Isabela? Ellas siempre van contigo en noches de luna llena -

- Claro, ya decidí que ya es hora de que vengas conmigo...cargas bastante, quiero que te distraigas de eso - Bruno caminaba con Luisa hasta su cuarto.

Bruno repitió el proceso, hizo el ritual para su visión y la magia había fluido.

Luisa miraba los brillos, parecían hermosas estrellas del color de la naturaleza, se mostraban aquellas constelaciones que amaba ver, héroes y dioses de los cuales admiraba.
Corría entre los destellos, reía y jugaba.

Bruno sonrió victorioso una vez más.
Tarareó una bonita canción, la cual hacía que no solo la magia fuese de color verde, sino se tornaba ahora de los colores que el deseara.

Luisa muy cansada, bostezó, Bruno la llevó a su cuarto de regreso.

- Recuerda, solamente ustedes los pequeños pueden saber el secreto...las próximas lunas irán ustedes tres juntas, ya será pronto cuando vayan Camilo y Mirabel, ¿Ok? -

- Ok tío...buenas noches - se quedó dormida. Bruno se retiró.

No entendía la presión de Alma a todos, si ella los afecta, el va a intentar distraer a los niños.