𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬, eddie munson

Tongue Twister

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créditos: stranger-nightmare

"Eddie, en serio todo el mundo va a estar aquí como en 10 minutos", le adviertes.

"Shhhh", tararea mientras te besa por el cuerpo, empujándote suavemente para que te sientes en su trono de amo de la mazmorra. "10 minutos es tiempo más que suficiente", sonríe mientras se arrodilla frente a ti.

"Eddie..." tus ojos van de un lado a otro entre la puerta y tu novio frente a mí.

"Relájate, cariño", susurra suavemente, besando el interior de tu rodilla izquierda.

"Yo...", dudas.

Pero Eddie separa suavemente tus piernas con sus manos, y sus labios suben rápidamente por el interior de tus muslos. No tarda en enganchar sus manos en la banda de la cintura de tus bragas y sacarlas de debajo de tu corta falda. Jadeas y te estremeces en tu asiento cuando Eddie no pierde el tiempo en pasar su lengua entre tus pliegues.

Tus ojos se desvían de la puerta por un segundo para mirarlo y gimes con fuerza al verlo. Su cabeza se pierde por completo entre tus muslos, oculta en parte por tu falda, y sus grandes manos se extienden por tu muslo, manteniendo tus piernas abiertas mientras se afana en devorarte.

Gritas fuerte y arqueas la espalda, tus hombros golpean el respaldo del trono, tus caderas empujan contra la cara de Eddie. Te muerdes el labio para no hacer demasiado ruido, tus ojos vuelven a vigilar la puerta por si acaso. Una de tus manos se abre paso entre los rizos oscuros de Eddie, agarrando su pelo para ayudar a apretar su boca contra tu doloroso coño.

"Oh, joder, Eddie", maúllas temblorosamente cuando empieza a prestar más atención a tu clítoris.

Él tararea una respuesta mientras hace girar su lengua alrededor de tu pequeño manojo de nervios. La habitación se llena de los sucios y húmedos sonidos de él comiéndote descuidadamente; sus entusiastas gemidos y tus patéticos gemidos son los únicos sonidos que adornan la habitación.

"Siempre sabes tan bien, nena", gime. "No me canso de comerte".

Sus palabras te hacen gemir de nuevo, tus ojos se cierran por un momento mientras el placer se apodera de ti.

"Llevo todo el día deseando saborearte", confiesa entre chupadas a tu clítoris. "Mmm, y además llevabas esta falda tan corta -.... lo hizo todo muy fácil", puedes sentir su sonrisa de satisfacción contra tu coño.

"Eddie, por favor", gritas suavemente.

No estabas segura de si estabas desesperada por correrte o tenías más miedo de prolongar esto y arriesgarte a que te pillaran.

"Te tengo, nena", susurra mientras acelera sus movimientos, agitando tu clítoris con aún más fervor.

"Joder", suspiras mientras tus manos se cierran en puños, una agarrando el reposabrazos del trono y la otra aún anudada en el pelo de Eddie.

"Sí, justo ahí. Mierda, Eddie, así, joder", suplicas impotente, completamente conquistada por él ahora, tu desesperación por correrte supera cualquier otra preocupación que tuvieras sobre la situación.

"¿Aquí mismo?" Canturrea con aire de gallo, con la sensualidad goteando en su voz mientras chupa tu clítoris de nuevo en su boca. "Vamos, nena, quiero que te corras para mí, necesito que te corras", murmura mientras aplana su lengua, gatito que lame tu clítoris con una velocidad impecable, justo como sabía que te gustaba.

Su nombre es un grito ahogado en tus labios cuando finalmente alcanzas el clímax. Tus caderas se restriegan contra su cara, cabalgando sobre su lengua mientras sacas el máximo.

"Eso es, nena, qué buena chica", susurra mientras te da unos últimos y suaves lametones.

Te dejas caer en la silla, jadeando mientras intentas recuperar el aliento. Eddie te besa suavemente los muslos antes de retirarse de entre tus piernas. Muestra una sonrisa malvada mientras se limpia la boca con el dorso de la manga de su camisa Hellfire. Su sonrisa aumenta cuando coge tus bragas del suelo y las hace girar alrededor de sus dedos.

"Eddie Munson, devuélveme mi ropa interior ahora mismo..." tu petición se interrumpe cuando la puerta se abre de golpe y Mike y Dustin entran en la habitación.

Eddie te lanza un guiño antes de meterse rápidamente tus bragas en el bolsillo delantero de sus vaqueros, acercándose a saludar a los chicos como si nada hubiera pasado. Como si no estuvieras sentada en su trono, cerrando desesperadamente las piernas, esperando que no fuera evidente que ahora estabas completamente desnuda bajo tu corta falda.

Oh, ibas a conseguir que volviera por esto.

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