Cap 4 -. Ex-marido

166 22 7
                                    

Todo estaba oscuro pero las llamas me rodeaban nuevamente, las mismas llamas rojas y el mismo demonio frente a mi, caminé hasta acortar la distancia entre nosotros y él no me dió tiempo ni a hablar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo estaba oscuro pero las llamas me rodeaban nuevamente, las mismas llamas rojas y el mismo demonio frente a mi, caminé hasta acortar la distancia entre nosotros y él no me dió tiempo ni a hablar.

— ¡¡Te dije que te alejaras de los Dedrich!! — parecía furioso — ¡¿Es que ni así haces caso?! ¡¿Qué te cuesta obedecer y acatar una orden mujer?!

Sus palabras me causaron un dolor de cabeza y una especie de recuerdo vino a mi mente.

( Estaba en una especie de bosque muy bello y frondoso, cientos de animales conviviendo en armonía, frutos en cada árbol, una cascada y un lago hermosos con un bello arcoiris adornandolo y en la orilla de ese lago había un hombre, era un hombre apuesto, de cabellos rubios y bellos ojos azules pero al voltear a mirarme parecía molestó.

( Estaba en una especie de bosque muy bello y frondoso, cientos de animales conviviendo en armonía, frutos en cada árbol, una cascada y un lago hermosos con un bello arcoiris adornandolo y en la orilla de ese lago había un hombre, era un hombre ap...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Dónde has estado?— me preguntó al ponerse de pie, me miró con superioridad — se supone que te pedí que recolectas las frutas que comeríamos y llegas con las manos vacías.

— Disculpa pero yo te pedí a ti que me ayudarás este día a ir por la fruta en lo que yo ayudaba a los animales a tener sus crías — mi voz era molesta, muy enojada.

—Si esas hembras morían por traer vida era el destino que nuestro señor les dió ¿Por qué intervienes?  — parecía más enojado

No hay ley de Dios que me prohíba ayudar a los animales a traer vida y salvar la suya, nuestro señor ama a todos los seres vivos que ha creado no solo a nosotros...

— ¡Caya! No hables por Dios que es blasfema — me miró más enojado y hubiera jurado que me quería lastimar — eres mía mujer, Dios te hizo para mí, eres mi compañera, no debes hacer lo que desees y ya, nuestro señor...

— ¡Tu también caya! Estás hablado por él nuevamente y acabas de decir que es blasfema— lo regañe, las discusiones entre nosotros eran cada vez más constantes y ni siquiera sabíamos que era discutir.

— ¡Porque nuestro señor me hizo a su imagen y semejanza! — me gritó.

—¡A mí también me...!

La Princesa del Inframundo (Slenderman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora