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<<y terminamos con las manos vacías>>

–Que-quería tocarlo, acariciarlo y... Ser solo lo que siempre pensamos, estar unidos. –su mente se nubló de escenarios melancólicos.

–sí sólo... Si sólo hubiera sabido todo. –apretó su mano en puño –No hubiera dicho que no quería tenerlo.

Ekko sintió el nudo volver a crecer.

Recordar esas noches de primeros días donde Jinx sólo se preguntaba si lo que hacía era correcto.

Si ella era buena para eso.

Si siquiera podría ser mamá alguna vez.

Jinx se removió noches y días buscando tomar una decisión en la que el no intervino, dándole su total apoyo.

Aun en esos días sabía que el aceptaría lo que fuera que viniera si ella se lo daba.

Y hay estaba... Tan solo meses después, derrumbado contra la pared después de meses de no poder hacer nada con ella, no poder siquiera mirarla o hablarle.

¿Había algo que él pudiera hacer?

Ekko dejó de preguntarse el "¿si hubiera...? " cuando se dio cuenta que sus errores estúpidos y decisiones tomadas a la ligera no tenían alguna forma de ser remendadas o perdonada por el mismo.

Tapaba el sol con un dedo mientras miraba a su novia mirarlo a la cara y quemarse en el proceso.

Era estúpido.

No era la primera vez que se lo decía, pero por primera vez se preguntó qué hubiera pasado si simplemente hubiera tomado una decisión de haber estado con ella y haber dado su estúpida opinión.

Había maldecido cada maldito Piltiee que miro esa semana, ese mes, y hasta el día de hoy seguía maldiciendo cualquier persona de esa nacionalidad.

Jinx se limpió antes de devolver su respiración, golpeando su cabeza contra la pared.

–No te merezco... A nadie, en realidad– suspiro– siempre debí estar sola... mi propia hermana creía que era una maldición.

El joven agitó la cabeza, sabía que no era cierto, Vi la había amado con todo y aun que no supieran nada de ella podía asegurarse que nunca pensaría eso de su hermana.

– No debería estar aquí Ekko... –se hundió en sí misma. – debería irme.

–Jinx no quiero que te vayas–Hablo. –No lo eres, por favor Jinx sabes que-

–Paro de llover. –sorbió la nariz mientras cambiaba el tema, observando el cielo frío de la noche.

–Jinx...

–Qui-quiero suponer–lo interrumpió de nuevo– que le hubiera gustado la lluvia... Como a ti.

Ekko apretó los labios con fuerza.

¿Cómo podría decirle que esos días odiaba la lluvia con toda su alma? Que sólo podía relacionarla con su alma tan perdida.

–Quería enseñarle muchas cosas... Así fuera... Una madre terrible–se rio sin gracia– No sé... Solo... ¿Es una venganza?

Abrazo sus fríos hombros con fuerza.

–Soy una maldición para todos y ni siquiera merezco...

–Jinx escúchame–Ekko habló con más fuerza hacia ella, logrando que esta se callara y terminara se quebrándose de nuevo en llorosos silenciosos. –Lo que pasó no fue tu culpa...por favor... No eres una maldición, no estás sola.

fue mi culpa, quizo agregar pero las palabras no salieron de su boca

–Me siento tan sola... –gimió, haciendo que el joven sintiera una presión en si mismo.

–Perdón Blue...es mi culpa–tomo la delgada mano de su novia haciéndola caer contra él, Jinx apoyo su cabeza en su cuello–No... No te cuide y solo... Quería pensar que todo estaba bien, que–un sollozo salió de él mismo, gimiendo cuando las lágrimas empezaron a llenarlo–No quería aceptar lo que estaba pasando... Quería... Quería simplemente suponer que todo estaría bien y que... Que... –Jinx apretó su camisa con fuerza, en busca de consuelo. – que todo volvería a ser como antes... –Ekko dejó salir unas pocas lágrimas abrazando a su novia contra sí mismo. –No quería ver la realidad cariño... Perdóname, perdóname Jinx... Es toda mi culpa–Sus llantos aumentaron a la par, la peli azul negó logrando mirarlo.

–No, no tienes la culpa. Soy una carga para ti y nunca funcionó en nada...

–No eres una carga–Corrigió rápidamente–Jinx te amo, siempre lo he hecho desde el momento en que te conocí.

–Déjame ir Ekko–Chillo– por favor no te merezco, no merezco na-

–No, no, me niego a hacerlo–La abrazo con más fuerza contra sí, sus pechos se aplastaron y las manos de la chica intentaron alejarlo sin éxito–Nunca, nunca me imaginaria mi vida sin Jinx a mi lado–sintió a la peli azul negar en su pecho– te amo Jinx... Te amo...

Jinx volvió a sentirse estúpida por llorar.

No lo merecía, ni su amor, ni sus caricias y mucho menos su apoyo después de toda la sangre que manchaban sus manos desde que siquiera tenía memoria.

Después de todos los tormentos que le había hecho vivir.

Después del desastre que ella misma era

–Te amo Ekko–Acepto con tristeza el abrazo, tomándolo contra si misma.

Cuando sintió valor de decirlo pudo acariciar el rostro de su novia.

–Sé que también te amo cariño, donde sea que esté sabrá que lo amabas.

Jinx sonrió melancólica.

–No puedes probar eso.

Ekko sonrió un poco recordando su época escolar con las mismas respuestas y diferentes teorías.

–Tampoco puedes negarlo.

Si bien Ekko no creía en algún dios, creía plenamente en los lazos de las personas.

Esos que los unen a través del tiempo, espacio, vida y muerte. Esos lazos que pasara lo que pasara no se rompería.

Jinx sonrió de igual manera, dejando escapar una suave risa.

Ekko sintió que su corazón dio un revolcón al escucharla, un sonido tan puro como el de ella. Se dio cuenta de lo mucho que había echado de menos su risa, casi olvidándola después de tantos meses de solo ver su rostro apagado y perdido.

Paso por un momento todas las veces que en su manchada infancia había logrado ver a Powder desarmarse hasta hacer por si misma de sus pedazos a Jinx. Le costó tanto aceptarlo, dándose cuenta que tenía que enfrentar sus propias decisiones y darle la cara tantos temores.

Se lamentó no haberlo hecho antes.

El mismo había aprendido que las luchas se dan de cara y apoyándose en grupo. Se había negado a aceptar una realidad de su infancia y la misma que profesaba día a día con sus compañeros.

–¿Quieres ir? –Ekko extendió su mano hacia su novia con suavidad, esperando por su respuesta en una invitación a la cual titubeó, pasando sus ojos grises por el suelo, luego al cielo oscuro de la madrugada hasta volver de nuevo a él.

Ekko pensó que esa chica con el cabello alborotado, ojos rojos y mejillas húmedas era la más hermosa que había visto en cualquiera de sus vidas.

Y que pasara lo que pasara, fuera lo que fuera, se uniría a ella hasta fusionar sus lazos.

Tomando la persistencia por la cual había estado de pie cada día desde el día manchado de rojo, y guardando un miedo que carcomía sus huesos y llamaba sus propias sombras pasadas. Acerco su mano con temor hasta la de Ekko, que sin apresurarla la esperaba como una luz en la oscuridad de los días que habían pasado. La dejo deslizar por la de él, Ekko noto el miedo en la punta de sus dedos, que temblaban contra su palma; abrazo la pequeña mano de su novia.

Había olvidado su diferencia de tamaños de sus manos, logrando cubrirla con la suya en modo de soporte.

¿podemos hablar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora