Capítulo 6: Posesividad

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Aclaración: los capítulos en cursiva serán recuerdos de cómo inició la relación entre Sasuke y Hinata.

Ahora sí... disfruten del capítulo.

...

Sasuke.
 
Hinata duerme plácidamente a mi lado, apoyada en mi pecho, tan tranquila y pacífica como un ángel. He notado que no es intranquila para dormir, solo se acurruca buscando una posición cómoda y mi calor para descansar, y una vez lo encuentra, cae rendida en el mundo de los sueños, sin ser consciente de lo que pasa a su alrededor.
 
No sé si siempre es así o es que confía mucho en mí, porque no parece reaccionar a ningún ruido nocturno mientras yo hago guardia. Anoche le tocó a ella, nos hemos turnado para descansar por las noches y no apresurarnos en llegar a la aldea. Claro que mis intenciones eran tenerla más tiempo para mí solo y poder disfrutar de su cuerpo tan perfecto. Ella me tiene constantemente deseoso, solo basta con verla morder sus labios o esos movimientos involuntarios que hacen rebotar sus pechos, y yo ya estoy duro para ella. Solo de recordarlo, siento ganas de despertarla y volverme a perder en la calidez de su cuerpo, tal como lo hice hace una hora. Pero no lo hago, lo mejor es que descanse. Al amanecer continuaremos nuestro viaje, ya no falta mucho para llegar a la aldea, si vamos a paso normal llegaremos al medio día.
 
Una preocupación ha estado rondando en mi mente desde que estuvimos juntos. Y es que en la aldea será mucho más difícil poder estar juntos, porque malditamente no quiero dejar de perderme en ella. No puedo, por lo menos no por ahora.
 
Aún no tengo suficiente.
 
Y comienzo a dudar si en algún momento lo tendré.
 
He podido notar en su dulce rostro que ella también está preocupada, de hecho, esos pensamientos fueron los que le impidieron dejarse llevar esta noche como todas las demás. Sin embargo, rápidamente me hice cargo de eso. Aclarándole que seguirá siendo mía, aunque estemos en la aldea.
 
Es estimulante ver como sus ojos se empañan de lujuria cada vez que le hablo de manera posesiva. Quién diría que la dulce heredera Hyuga tenía un lado perverso.
 
Sonrío arrogante. Nadie puede siquiera adivinarlo, solo lo conozco yo, joder. Y eso me hace sentir superior a cualquier hombre en su vida.
 
Incluso al idiota de Naruto.
 
La observo una vez más, pero ahora decido acariciarla por la espalda, sus costados, contorneando las curvas de su cadera y pechos. Ella está desnuda dentro de la bolsa de dormir, de hecho los dos lo estamos porque apenas alcanzó su tercer orgasmo cayó rendida sin opción de despertar pronto.
 
Una de mis manos aprieta la redondez de sus nalgas, para después acariciar esa zona. Hinata suspira entre sueños, moviéndose ligeramente contra mi mano, buscando mis caricias.
 
—Sasuke-Kun —Gruño de satisfacción al escucharla jadear mi nombre aun estando dormida. Y es suficiente para posicionarme sobre ella y despertarla con besos— ¿S-Sasuke-kun?
 
—Sé que prometí dejarte dormir, pero ahora mismo te necesito —La besé y me introduje en ella escuchando un suave quejido de su parte, sin embargo, no me apartó. Rodeó mi cuello con sus brazos y abrió un poco más sus piernas, dándome bandera blanca para continuar. Ella es perfecta.
 
Al amanecer, ya me encontraba vestido asando unos pescados en la fogata improvisada. Hinata se removió dentro de la bolsa de dormir, hasta que abrió sus ojos acostumbrándose a la luz del día, y buscándome posteriormente.
 
—B-buenos días, S-Sasuke-kun —Sonrió sentándose sobre la bolsa de dormir, quizás notando que ya no estaba desnuda— ¿M-me v-vestiste?
 
Sus mejillas tomaron un adorable sonrojo, y yo solo pude sonreír con malicia. Por supuesto que la vestí, y lo encontré inquietante placentero. No le respondí, solo me dediqué a cocinar el pescado, mientras la Hyuga procesa todavía el hecho de que le coloqué su ropa. No entiendo por qué le abochorna tanto, si se la he quitado ya varias veces. Incluso la he admirado a placer durante largos minutos sin nada que la cubra. Todo para satisfacer los oscuros deseos que ella despierta en mí.
 
Cuando la comida está lista la llamo para que venga a comer. Se sienta a mi lado y comemos en silencio, no es incómodo, con ella nunca lo es. Al terminar guardamos todo en nuestras mochilas y nos ponemos en camino a la Aldea.
 
En menos tiempo del que me gustaría, ya estamos atravesando las enormes puertas de La Hoja. Los ninjas de la entrada nos reciben, no les presté atención, puesto que quiero entregar el reporte de la misión y quizás robarme a Hinata un par de horas antes de que regrese a su casa. Sin embargo, mis planes se ven obstaculizados por los molestos compañeros de equipo de la Hyuga. El tipo de los insectos y el perro Inuzuka, la esperaban en la entrada. Y no puedo evitar la molestia que crece en mí al ver como la abrazan y le dan la bienvenida, sobre todo el perro, que no parece querer soltarla.
 
Sus manos se adhieren a la estrecha cintura de Hinata, y la carga por un instante haciendo que ella se sonroje y sostenga de los hombros de él, mientras el Aburame le dice que la suelte, argumentando que debe estar cansada del viaje. Por alguna razón, doy un par de pasos en su dirección, con la intención de hacer que la suelte. No obstante me detengo ¡Maldita sea! ¿Qué me importa a mí que ellos la abracen? No tengo por qué separarlos, ni siquiera encuentro una razón lógica en mi cabeza para hacerlo. Y la estoy buscando, joder.
 
Cuando la Hyuga vuelve a aterrizar sobre sus pies, mira en mi dirección y puedo detectar algo en su mirada, ¿Culpabilidad quizás? ¿Nervios? ¿Por qué estás nerviosa nena? Te preocupa mi reacción. Pero la verdad es que no tengo por qué molestarme. No debería interesarme, nosotros no tenemos una estúpida relación.
 
¡Mierda! ¿Entonces por qué me hierve la sangre?
 
Entrecerré mis ojos en su dirección. Estoy molesto y esta inocente mujer es la culpable de todo.
 
—Andando, Hyuga —Por primera vez el Inuzuka repara en mi presencia, es tan idiota como Naruto, no tiene una pizca de instinto de sobrevivencia, ante el peligro en el que podría estar— No me interesa estar viendo tus ridículas muestras de afecto con estos dos.
 
Ante la frialdad de mis palabras sus grandes ojos de perlas se abrieron más de lo usual, solo fue un instante, pero pude notar cierta tristeza en su mirada, antes de que bajara la cabeza y la ocultara detrás de su cabello.
 
—S-sí U-Uchiha-san —Asintió tomando sus manos al frente. Caminó cabizbaja hacia mí, y pasó a mi lado sin decir nada más. Fruncí el ceño, maldición, esto no estaba en mis planes.
 
—¡Oye, no tienes que tratar de esa manera a Hinata! —Se quejó el estúpido perro caminando hacia mí, siendo seguido por el Aburame. La Hyuga se detuvo y giró en la dirección de sus compañeros.
 
—K-Kiba-kun —Cerré mis manos en puños al escuchar la manera en la que Hinata se refiere al imbécil. Cerré mis ojos intentando calmarme, antes de que el Sharingan apareciera frente a estos tipos— N-no te p-preocupes por mí. U-Uchiha-san t-tiene razón. D-debemos entregar e-el informe.
 
Miré a la Hyuga quien le sonreía al perro. Joder, ¿Por qué me molesta que le sonría? Shino tomó a Kiba del hombro y lo detuvo antes de que llegara a mí. Lo miré con una clara advertencia de peligro, en este momento no soy yo mismo y no me va a importar mandarlo al maldito hospital si se sigue acercando a mí.
 
¿Ves lo que estás provocando nena?
 
Gruñí dando media vuelta para alejarme del estúpido perro, y por fin entregar el informe a Kakashi. Ahora que es el Hokage pasa mucho tiempo ocupado, y se ha vuelto un dolor de cabeza con las misiones que me ha encomendado. Aunque esta última no me parecía nada problemática, las estúpidas reacciones que estoy experimentando no me gustan nada. Me enfurece que la Hyuga me provoque estar así.
 
Siento cuando se acerca a paso apresurado hasta posicionarse a mi lado. No la miro, pero estoy seguro que va cabizbaja y no piensa decir nada. Es lo mejor, ahora mismo no estoy de humor para tratar con ella.
 
Entramos en la oficina del Hokage, quien nos recibe con una mirada cansada, pero de igual modo nos saluda. Escucha nuestro reporte y se preocupa cuando escucha que Hinata fue herida, sin embargo, ella lo tranquiliza diciéndole que se encuentra bien gracias a las atenciones que recibió por los ninjas médico de La Arena. Me irrita que utilice nuevamente su estúpida sonrisa con alguien más para tranquilizarlo.
 
Creo que mi mal humor se nota, e incluso se siente, dentro de la oficina. Kakashi me mira interrogante por mi ceño fruncido, pero lo ignoro y cuando termino de entregar el informe, me voy sin mirar atrás.
 
Tal parece que hoy no voy a disfrutar de tener a la Hyuga a mi lado.
 
¡Mierda!
 

 
—¡Eh, Kiba! —Miré la dirección en la que saludaba Naruto, y el constante mal humor que he tenido estos últimos días se incrementó— ¡Vengan a sentarse aquí con nosotros!
 
Naruto no puede ser más idiota.
 
El equipo ocho se acercaba a nosotros, Hinata venía en el medio de sus compañeros, siendo abrazada por los hombros por el estúpido perro que parece tener una sonrisa de idiota plasmada en su cara. Sin embargo, por estar mirando a la Hyuga, se tropieza haciendo que ella se tambalee y choque con alguien más. Shino la ayuda a estabilizarse, mientras que el otro tipo con el que chocó le sonríe de lado acercándose a ella. Estoy algo alejado y desde mi posición no puedo escuchar lo que le dice, pero puedo hacerme una idea cuando veo que un furioso sonrojo aparece en sus mejillas, y el Inuzuka se coloca frente a ella a modo de protección.
 
Frunzo el ceño cuando el tipo nuevo se le acerca aún más, acorralando a Hinata con la mesa a su lado. ¿Qué tan estúpido puede ser ese tipo para hacer eso con una ninja, y rodeado de otros dos ninjas?
 
Observo a la Hyuga negar frenéticamente, alejándolo de su cuerpo. Kiba empuja al tipo mientras Shino ayuda a Hinata a salir de su estupor, colocando su mano en su hombro y señalándole el camino. Me molesta que esos dos tengan que defenderla, ¿Qué acaso ella no puede sola?
 
Me concentro en la comida frente a mí. Sabía que no era buena idea aceptar la invitación de mi equipo. Pero, joder, los recuerdos con la Hyuga me están enloqueciendo.
 
—Oh, Hinata, parece que te ganaste un nuevo admirador —El estúpido comentario de Sakura casi me hace golpear la mesa.
 
—N-no S-Sakura-san —Su dulce voz llega a mi tan cercana. Se ha sentado a mi lado, seguida por el maldito perro que no se separa de ella.
 
¿Por qué te acercas a mí, nena? ¿Acaso me has extrañado?
 
—¡Era un tarado! —Exclama el Inuzuka con evidente molestia— Mejor vamos a comer.
 
Veo sus intenciones de volver a rodear los hombros de Hinata y por impulso llevo mi mano a su muslo debajo de la mesa. Ella se sobresalta, impidiendo que Kiba logre su objetivo. Sonrío casi imperceptible, así es nena, no quiero que te toque.
 
Sus ojos buscan los míos pero yo solo finjo comer con mi mano libre, mientras la otra la mantengo sobre su muslo, apretándolo ligeramente. Ya me contuve lo suficiente, ahora voy por ti Hyuga. No permitiré que otro hombre te toque. Eres mía.
 
Naruto habla de algo a lo que realmente no le estoy prestando atención, en mi mente solo estoy buscando la forma de marcharme de este lugar con ella.
 
—¿Estás bien Hinata-chan? —Observo al idiota rubio que mira curioso a mi chica— Estás muy roja.
 
Miro a Hinata y efectivamente está muy sonrojada, joder. Ella intenta esconderse detrás de su cabello pero ya todos la hemos visto. Kiba se acerca más, inclinándose frente a ella para mirar su rostro pero nuevamente yo le aprieto su muslo y la Hyuga por reflejo se aleja de él. Maldita sea, tendré que dejarle claro que me pertenece.
 
—E-Estoy b-bien, N-Naruto-kun —Le responde sin mirarlo—Y-yo t-tengo que i-irme…
 
No es una mala idea, y la aprovecharé.
 
—¿Te acompaño Hinata? —Me estás agotando la paciencia perro, ella se puede ir sola.
 
—N-no es necesario, u-ustedes q-quédense a c-comer —Le sonrió, pero esta vez puedo notar que su sonrisa es falsa. Ella está muy nerviosa. Contrólate nena.
 
—Hinata, ¿Estás segura? —Esta vez es Shino quien se lo pregunta y ya estoy harto de que malditamente todos demuestren su preocupación por ella, joder.
 
Como no salga pronto de aquí siento que explotaré y me llevaré a la Hyuga sobre mi hombro frente a todos, y no me va a importar maldición.
 
—S-sí —Ella sonríe otra vez y se despide de todos. El Inuzuka se hace a un lado para permitirle salir, y se nota que no está de acuerdo con que se vaya. De pronto se lanza a darle un efusivo abrazo que ella le regresa a duras penas. Sin embargo, cuando intenta separarse, el perro no la suelta y Shino niega con su cabeza, centrando su atención luego en la chica que acaba de llegar para anotar el pedido de los nuevos comensales.
 
—¡Kiba, deja a Hinata irse! —Por primera vez estoy de acuerdo contigo Sakura— ¿O es que te gusta? —Ya tuve suficiente. Me paro de mi lugar bajo la atenta mirada de todos y pretendo caminar fuera del local— ¿A dónde vas Sasuke-kun?
 
—Me largo —Es todo lo que digo para después marcharme, paso al lado de la Hyuga que al escuchar a Sakura se separó del perro y ahora mismo me mira. Joder, por mi estabilidad mental será mejor que me sigas nena.
 
De reojo veo como Hinata se vuelve a despedir para salir rápidamente detrás de mí, y eso me satisface.
 
Me adelanto y la espero oculto se las demás personas que transitan por la calle. La veo salir y buscar en todas direcciones sin éxito, para después bajar la mirada y comenzar a caminar, supongo que a su distrito. Pero no nena, tengo otros planes para nosotros.
 
La sigo de cerca, ella parece perdida en sus pensamientos y eso me hace sonreír. No te das cuenta del peligro que te persigue, nena.
 
Cuando la veo adentrarse a una calle solitaria, es mi oportunidad de tomarla entre mis brazos y llevarla conmigo. Su cuerpo se tensa e intenta gritar, asustada, pero se abstiene de hacerlo cuando nota a dónde nos he llevado.
 
Mi casa.
 
—Tienes muchas cosas que explicarme, Hyuga —Le susurro desde atrás cerca de su oído. Me complace estremeciéndose, sé que todavía me desea.
 
Ella se da la vuelta mirándome con atención. Sus manos se entrejuntan a la altura de su pecho y puedo ver como se muerde su labio inferior. No me provoques tan pronto nena.
 
—¿E-explicaciones? —Murmura con su dulce voz que me hipnotiza, pero ahora mismo no me apetece dejarme llevar por ella.
 
—¿Por qué el estúpido perro Inuzuka se cree con el derecho de andar tocándote cada maldita vez que te ve? —Enarco una de mis cejas, consciente de que estoy exigiendo explicaciones que no me competen. ¡Pero a la mierda! Quiero saber que pasa entre ellos dos, y lo quiero saber ahora.
 
—K-kiba-kun es un a-migo —Su ceño se frunce ligeramente, está confundida por mi cuestionamientos. ¡Joder!
 
Resoplo frustrado dirigiéndome a uno de los sillones de mi sala, para sentarme ahí y mirarla. Ella se acerca un poco, mirando todo a su alrededor. Es la primera vez que viene a mi casa. No tengo muchos objetos o muebles, puesto que no he estado particularmente interesado en comprarlos, pero mantengo este lugar tan limpio y ordenado como puedo. No puedo ser tan asqueroso como el idiota de Naruto.
 
Sus grandes ojos blanquecinos se vuelven a fijar en mí. Luce tan inocente e ingenua, ella es tan pura y por alguna razón eso me enciende. Me vuelve loco lo tierna que se ve, porque sé que en su interior disfruta de los placeres prohibidos que le proporciono. Maldición, la necesito.
 
—Ven aquí, Hyuga —Como un conejo asustado se acerca a mí sigilosamente, no me quita los ojos de encima, y no debería, puesto que ahora mismo represento un peligro para ella. Cuando la tengo frente a mí, agarro su mano y la empujo sobre mi regazo. Tener a Hinata sentada a horcajadas sobre mí es todo lo que quería. Joder, la rodeo con mis brazos impidiendo que se levante, aunque no haga el mínimo esfuerzo por hacerlo. Entierro mi rostro en su cuello, y después de varios días de mierda, por fin puedo olfatearla nuevamente. Su aroma me embriaga, es tan dulce y sutil como ella— ¿Por qué siempre estás acompañada del Aburame y el Inuzuka?
 
Tiembla con la caricia de mis manos debajo de su blusa. Pero no te distraigas nena, quiero respuestas.
 
—S-son m-mis compañeros de e-equipo —Titubea, sin embargo, me sorprende gratamente al pasar sus manos por mis hombros y enterrar sus dedos en mi cabello.
 
—¿Y por eso tienen que estar contigo todo el tiempo? —Muerdo suavemente su cuello para después pasar mi lengua por el mismo lugar. Hinata jadea y me encierra entre sus piernas, apretándolas de una manera deliciosa. La agarro de las caderas posicionándola sobre mi miembro, aquí es donde te quiero nena.
 
—E-estábamos e-entrenando —Suspiró— D-después Kiba-kun propuso i-ir a c-comer j-juntos.
 
Por supuesto que lo propuso. Ese imbécil está notoriamente interesado en la Hyuga. Pero yo no voy a permitir que eso suceda. Hinata Hyuga es mía, y nadie toca lo que es mío.
 
En un movimiento rápido la volteo sobre el sillón, quedando debajo de mí. La miro un segundo a sus ojos, ella no me tiene miedo, pero se mantiene expectante a lo que haré. De pronto ya no aguanto más y tomo sus labios en un beso desesperado que necesito con urgencia. Maldita sea, extrañé demasiado esos labios rosados. Sin dejar de besarla ella sube sus piernas a mi cadera, encerrándome, atreviéndose a moverse lentamente contra mi ya duro miembro, excitándome más. Rompe el beso con un gemido cuando agarro sus senos en mis manos, presionándolos con un poco más de fuerza de la que usualmente empleo con ellos, pero ahora mismo estoy dejándome llevar de lleno por mis instintos. Y espero que estes preparada, Hyuga. Si antes fui duro contigo, esta vez lo seré mucho más.
 
Bajo el cierre de su chaqueta, abriéndola todo lo que puedo para encontrarme con su camisa de rejilla debajo. Sin tan solo ella no utilizara ropa tan grande, habría más hombres intentando meterse en sus piernas. Solo que ahora eres mía nena, le perteneces al demonio, y voy a matar a cualquiera que intente siquiera tocarte un mechón de tu hermoso cabello azulado.
 
—No me gusta que otros hombres te toquen —Le confieso, lanzándome a besar su cuello y la piel que se deja ver sobre el cuello redondo de su camisa— No me interesa si es un maldito imbécil como el que te acorraló hoy en el restaurante, o si son los dos idiotas que tienes como equipo. No quiero que te toquen, Hinata ¿Entiendes? —Ella me mira cuando vuelvo a levantar mi cabeza, con sus ojos nublados por el deseo. Mis manos se introducen debajo de su camisa, subiéndola poco a poco hasta descubrir ante mis ojos el inocente sostén de encaje blanco que lleva puesto. Tan delicado como ella— Respóndeme Hinata, necesito saber que lo entiendes.
 
—S-sí —Jadea al sentir que le desabrocho el pantalón que lleva puesto, y poder meter mi mano izquierda en búsqueda de su intimidad. La presiono en la palma de mi mano, obteniendo un suave gemido y su usual sonrojo.
 
—Sí… ¿Qué? —Le pregunto acercándome a su boca, aprovechando que está entreabierta para besarla e introducir mi lengua. Joder, ya el pantalón me comienza a molestar. Con Hinata no necesito de juegos para excitarme, solo su presencia me basta y yo necesito hundirme en su interior para calmar el deseo asfixiante que siento por ella. Maldita sea, Hyuga, ¿Qué me haces?
 
—L-lo entiendo —Susurró, intentando tomar bocanadas de aire después del demandante beso que le di.
 
Hago a un lado sus bragas, mis dedos juguetean en su entrada, y puedo ver su desesperación porque los introduzca de una vez. Todavía no es el momento, quiero jugar un poco más.
 
—Eres mía, no puedes olvidar eso nena —Muerdo sus labios, sin dejar de mover mis dedos en su intimidad, dándole la ilusión de que los meteré, pero sin hacerlo— No me importa si estamos en la aldea, si eres una Hyuga o lo que sea, tú eres mía. Solo mía.
 
—S-soy tuya —Afirmó con vehemencia, abrazándose más a mi cuerpo. Gruñí ante sus palabras, como si eso era todo lo que necesitaba. En un instante la tomé en mis brazos y la llevé a mi cama. Por más excitante que me parezca la idea de tomarla en el sillón, ahora mismo la quiero en mi cama para reclamarla otra vez. Le recordaré tantas veces como sea necesario, que ahora me pertenece. No habrá ninguna parte de su cuerpo que no haya sido tocada por mí, y ella ya no podrá consentir ser tocada por nadie más que no sea yo.
 
Su cuerpo, lo adaptaré tanto al mío, para que me anhele constantemente. La volveré tan necesitada de mí como yo de ella.
 
Has aceptado pertenecerle a un demonio, nena.
 

 
Hinata.
 
Gimo adolorida al moverme en la suave cama en la que me encuentro. Solo ese leve dolor es suficiente para recordar las diferentes formas en las que fui tomada por Sasuke. Él tuvo razón en algo, mi cuerpo recordará por varios días este encuentro. Lo busco aún con mis ojos cerrados, moviendo mi mano sin encontrarlo a mi lado. De inmediato me levanto, pero el brusco movimiento me hace poner una mueca en mi rostro. Definitivamente Sasuke no se contuvo ni un poco.
 
—¿Me buscabas? —Mis ojos se anclan en el hombre que acaba de hablar. Se encuentra sentado en una silla en la esquina de su habitación, con los codos apoyados en sus rodillas, mirándome con una fiera intensidad en sus ojos.
 
Su mirada baja por mi cuello hasta llegar a mi pecho, y soy consciente que la cobija se ha caído de mi cuerpo al sentarme tan de repente. Su sonrisa arrogante aparece y tengo que bajar mi vista para entender qué es lo que ve con tanta atención. Mis ojos se abren más de los normal al ver mis senos marcados por manchas rosas y algunas con tonalidades moradas. Me sonrojo solo de recordar lo mucho que se entretuvo en esa zona. Ahora entiendo el por qué.
 
Me cubro con las sábanas, desviando mi mirada a otro punto de la habitación.
 
—¿P-por qué n-no estás en la cama? —Indagué sin mirarlo. Aún estoy avergonzada.
 
—Estaba disfrutando el placer de verte dormir —Se levantó de su lugar para caminar lentamente hacia mí. Casi parece hacerlo a propósito puesto que es inevitable que mis ojos se enfoquen en él, y su decadente andar. Solo tiene puesto unos pantaloncillos cortos… y nada más. Tiene el torso descubierto y mi vergüenza crece al vislumbrar las marcas de mis uñas en su abdomen— Y todavía no has visto mi espalda.
 
Suelto un grito ahogado ante su cinismo. Me cubro completamente con las sábanas solo para escuchar su risa resonar en la habitación. Se está burlando de mí. La cama a mi lado se hunde, y en cuestión de segundos siento sus brazos rodearme por la cintura. Descubro mi rostro para encontrar el suyo tan cerca, solo a unos escasos centímetros.
 
Esta vez soy yo quien busca sus labios, y lo beso sorprendiéndolo. Rápidamente se recupera y me corresponde, adueñándose de mí como siempre lo hace.
 
Y por alguna razón, me encanta que lo haga.
 
—Te extrañé —Le confieso en un arrebato. Siento que me sonrojo, pero no me arrepiento de lo dicho. Es la verdad, los últimos días desde que llegamos a la aldea no han sido los mejores para mí. Lo pensaba en todo momento y me sentía impotente al no saber si era correcto o no buscarlo. Él había dicho que lo nuestro continuaría, sea lo que sea, pero la manera tan fría con la que se dirigió a mí delante de mi equipo me hizo dudar.
 
—Hmp —Es todo lo que dice antes de esconder su rostro en mi cuello y estrecharme aún más en sus brazos. Ciertamente no esperaba una respuesta, y eso no me hace sentir mal. Después de todo, creo que Sasuke-kun sintió un poco de celos al verme con mi equipo. Sonreí abrazándolo de vuelta, creo que me estoy enamorando de este hombre posesivo y celoso.
 
—E-esta noche l-los chicos q-querían reunirse a c-comer ramen —Le informo, al notar que ya está oscureciendo. Nos hemos pasado toda la tarde en la cama.
 
—Cuando dices “los chicos”, ¿Te refieres a los dos tipos de tu equipo? —Sus brazos se tensaron a mi alrededor, volviéndome a mostrar su rostro esta vez con el ceño fruncido.
 
—S-sí, y a el r-resto de n-nuestros compañeros —Parece pensarlo unos minutos antes de soltarme y alejarse un poco. No me gusta mucho esta distancia, fueron varios días sin su cercanía y ahora parece que no quiero estar lejos de él.
 
—¿Quieres ir? —Su pregunta me sorprende, él no parece muy convencido. De hecho, parece irritado con la sola idea de reunirnos con el resto de nuestros compañeros.
 
—S-sí quería… p-pero ya no —Negué con una sonrisa acercándome a él, con algo de vergüenza dejé caer las sábanas por mi cuerpo, arremolinándose en mis caderas. Los ojos oscuros de Sasuke recorrieron mi figura al instante, de una manera que me apena, pero al mismo tiempo se siente bien— P-prefiero quedarme contigo, si e-estás de acuerdo…
 
Sonrió inclinándose sobre mí, hasta acostarme en la cama.
 
—¿Te he dicho que me agradas, nena? —Susurró cerca de mis labios, antes de fundirnos en un apasionado beso que me dejó sin aliento. Todavía sentía mi cuerpo adolorido, pero con las caricias de Sasuke volvía a despertar envuelto en el deseo— Esta vez iremos lento, no quiero lastimarte nena.
 
Yo solo pude estar de acuerdo con él, porque no puedo negarme a mis propios deseos. Volví a ser suya en su cama, de manera lenta y tan delicada que no podía concebir que se tratara del mismo Sasuke que horas atrás me había tomado como un salvaje. Pero fue igualmente satisfactorio.
 
 

 
Salté en mi sitio cuando sentí una presencia aparecer detrás de mí. No hizo falta voltearme para saber de quien se trataba, ni adivinar lo enojada que está. Puedo sentir la irregularidad de su Chakra.
 
—¿Por qué ese maldito perro sigue tocándote? —Sus manos se aferraron a mi cadera, me giró hasta colocarme contra un árbol y aprisionarme con su cuerpo. Sentí su respiración pesada detrás de mi oreja, haciéndome temblar. Mis manos estaban apoyadas contra el tronco, realmente no había mucho que pudiese hacer contra su fuerza— Creí que había quedado claro que no me gusta que toquen lo que es mío.
 
Giré mi rostro para mirarlo, nerviosa ante la mirada carmesí que en este momento me dirigía. Intenté decirle algo, pero nada salía de mi boca. Me preocupa que alguien pueda vernos, estamos en uno de los campos de entrenamiento donde hace unos minutos entrenaba con mi equipo. Ellos se fueron, pero Kiba-kun se despidió con un efusivo abrazo que no pude evitar. Ciertamente tampoco sabía que Sasuke andaba cerca y ahora lo tengo furioso, acorralándome contra un árbol.
 
Su posesividad no conocía límites.
 
—E-es mi amigo —Logré decir, un poco enojada por su actitud. Entiendo que no quiera que me toquen más de la cuenta, yo tampoco quisiera que otras chicas lo tocaran con insistencia. Pero solo fue un simple y corto abrazo de despedida— N-no pasó n-nada más.
 
—Le gustas al Inuzuka —Susurró con un tono de voz siniestro, entrecerrando sus ojos en el que todavía se mostraba el sharingan— Por eso no quiero te toque, me importa una mierda si fue solo un estúpido abrazo de amigos.
 
No podía creer lo que me estaba diciendo. ¿Yo gustarle a Kiba? ¡Era imposible!
 
—S-solo e-es un amigo —Le repetí con tranquilidad, intentando que él se calmara. Hice ademan de darme la vuelta y él me lo permitió, pero no me dejó salir de la cárcel de sus brazos. Tomé su rostro entre mis manos, poniéndome de puntillas para acercarme y darle un corto y suave beso en sus labios. Él solo gruñó apretándome más contra su cuerpo— Soy tuya, Sasuke-kun. K-kiba-kun puede darme abrazos, p-pero no h-hacer esto que yo hago c-contigo. E-eres el único a quien b-beso.
 
Volvió a juntar nuestras bocas, esta vez en un beso más apasionado. No puedo creer que yo haya tenido la osadía de decirle esas cosas, pero es la verdad, y quiero que él esté seguro de lo que en realidad significa para mí, el haberme entregado a él.
 
—Hinata, realmente no quiero pensar en los posibles otros hombres que hayan probado tus labios —Muerde suavemente mi labio inferior.
 
—Y-yo n-no… —Suspiro avergonzada—N-no había b-besado a nadie a-antes de ti.
 
Sasuke me soltó como si le quemara, alejándose de mí un par de pasos para mirarme con atención. Sus ojos se anclaron a los míos, interrogantes, quizás buscando la mentira en lo que le acabo de decir. Pero no es así, Sasuke-kun fue mi primer beso, antes de él yo jamás había tenido ningún acercamiento con ningún hombre. Principalmente porque pasé mucho tiempo detrás de Naruto por la firme admiración que siento por él, confundiéndolo con amor.
 
—¿Nunca habías besado? —Preguntó en un tono de voz bajo, a lo que yo solo pude responder con una negación de mi cabeza— ¡Maldita sea, Hinata!
 
En un segundo lo tenía a unos pasos de mí, y al siguiente volvía a acorralarme contra el árbol. Devorando mi boca de una manera desenfrenada, hambrienta. Apenas podía corresponderle el beso, él parecía frenético, robándome todo el aire de mis pulmones. Sus manos me sostuvieron por la espalda, empujándome contra su cuerpo, y yo solo me dejaba hacer derretida entre sus brazos.
 
—¿Tienes idea de lo que eso significa? —Negué como pude, apenas puedo concentrarme en respirar— Eres completamente mía, Hinata.
 
Volvió a besarme y sentí esa sensación en mi cuerpo cuando nos transporta a otro sitio. No tuve que abrir mis ojos porque en solo segundos sentí la suavidad de su cama, y su característico olor a bosque sobre las sábanas.
 
—Sasuke…

La obsesión de un demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora