Capítulo II.

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Una semana después de la fiesta, me llegó el correo del conservatorio, y había sido aceptada. Pero por otra parte... estaba castigada. Mis padres se enteraron sobre la fiesta que hubo en casa de Marena, y me han prohibido quedar con ellos en dos semanas. Así que... sí, llevo unos días de mierda.

Me bajé del autobús que me llevaba al conservatorio y pude ver a mucha gente entrando. Era una de las escuelas de música más prestigiosas de la ciudad, y sólo podía ser aceptada  gente que tuviera una nota media más alta del ocho. Al entrar, vi muchas aulas y gente con sus instrumentos yendo y viniendo. Me hizo sentirme pequeñita en mi lugar al ver la seguridad de toda la gente. Miré el mapa que habían dado, y quiere empezar, me tocaba Historia de la Música en el aula A-3. Fui directamente para allá, aunque me perdí un par de veces.

Me encontré con un aula enorme, llena de una especie de gradas y con un proyector enorme. Ya había gente allí, organizando cosas o hablando, ya que el profesor no había venido todavía. Pero nada más sentarme en una de las gradas donde menos gente había, el profesor entró por la puerta pidiendo silencio.

—Buenos días, alumnos de primero. Soy el profesor Smith y os voy a dar Historia de la Música durante el resto del año. Bien, en este cur...

Sus palabras fueron interrumpidas por alguien que llamaba a la puerta, pidiendo pasar.

—Supongo que será el señor Grady—dijo el profesor poniéndose de brazos cruzados.

Espera, ¿Grady? ¡Si ese es el apellido de Marcus!

—Sí, así es.

—Espero que no vuelva a llegar tarde en todo el curso, señor Grady, porque la fama de su padre en este conservatorio no cambiará mi opinión sobre usted—dijo firmemente el profesor.

La sala se quedó en silencio durante un par de segundos.

—Ahora siéntese.

—Claro, profesor.

Cuanto más se acercaba a los asientos, más podía ver lo mal que llevaba el uniforme—sí, había un uniforme—. Llevaba la corbata aflojada, la chaqueta color azul marino la llevaba desabrochada y un poco arremangada. Aunque no parecía el típico pasota, de hecho, parecía más inteligente de lo normal. Sería porque llevaba de esas gafas rectangulares que eran para viejos.

Estaba tan pensativa que ni me di cuenta de que se había sentado a mi lado. Lo que me faltaba.

—¿Qué tal, señorita Denyer?—me preguntó Marcus, con una sonrisa ladeada.

—Genial, señor Grady—respondí fríamente.

—Me encanta que me llames así—dijo con tono burlón.

Bufé con una risa sarcástica, que hizo que frunciera el ceño.

—Que nos hayamos reencontrado no significa que seamos mejores amigos. No me caes bien—di por finalizada la conversación.

* * *

Al finalizar las clases, me dirigía hacia la salida cuando vi un folleto en un corcho. Anunciaba que los martes y jueves los alumnos podrían practicar piano después de las clases. Me lo pensaría.

Había llamado a Bryan para que me viniera a recoger, y eso hizo. Me saludó con la mano después de que bajara la ventanilla, y fui casi corriendo mientras bajaba las escaleras. Al acercarme más, me encontré con una cara conocida en el asiento del copiloto.

—¡Buenas! ¿Qué tal tu primer día?—preguntó Marco, un tanto entusiasmado.

—¿Y este qué hace aquí?—me dirigí a Bryan, ignorando al otro chico, que frunció el ceño.

El desorden que provocasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora