Cap XV

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- Helena. -mi voz temblaba-. Mírame por favor.

- ¿Por qué? -preguntó con su voz neutra.

- Porque necesito ver tus ojos, Helena aunque me odies para siempre, yo te necesito en mi vida, no puedes desaparecer, irte ni nada por el estilo, aunque no nos hablemos, necesito sentir tu mirada posada en mi en las clases, sentir.. -respiré hondo-. Nada, no hay perdón para lo que he hecho. -empezaron a resbalar algunas lágrimas por mi cara, acumulándose en mi barbilla.

- No.. -susurró con ternura al verme-. Sabes que es mi debilidad verte llorar. -me reconfortó con el abrazo más acogedor que recibí nunca.

Estaba entre sus brazos, abrazada a ella, quería olvidar el mundo, esos brazos me hacían sentir la persona más protegida del mundo. Hundí mi nariz en la ropa que cubría su cuello e inhalé todo perfume que pude, ese olor tan particular suyo, un olor que me parecía conocerlo de toda la vida.

- Cuidado o te marearás de respirar así. -se rio dulcemente.

- Ups. -me sonrojé a la vez que me separaba de esos brazos-. Lo siento.

- Ni se te ocurra disculparte. -puso su dedo índice en mis labios-. Me ha encantado. -con ambas manos rodeó mi cara-. Claudia. -susurró mi nombre creándome el mayor de los placeres-. Debes olvidarte de mí. -me invadió el miedo más grande.

- ¿Qué? ¡No, no, no! ¿Por qué? ¡Ni en broma! -me costaba respirar, y el nudo en mi garganta se hacía insostenible, lágrimas más violentas inundaron mi rostro.

- Cálmate. -hablaba dulcemente, trataba de calmarme, de no ser por sus palabras anteriores esa voz me habría resultado la dulzura más grande-. No llores. -vi como sus ojos se humedecían, pero ella se resistía a llorar, por lo cual me abrazó de nuevo, con más fuerza-. Es mejor así. -su voz tembló-. Por mucho que me cueste, Laura te hará feliz. -agarré toda la camiseta que me cabía en la mano, creando que se le arrugara gran parte y se vieran ciertas zonas de su espalda. Me negaba a dejarla marchar.

- Te necesito. -hablé entre sollozos.

- Lo sé. -dijo un poco más calmada-. Por eso nunca me iré. -lloré más fuerte. No solo me mandaba a brazos de su hermana renunciando a mí, si no que iba a quedarse aguantando todo, viéndome con otra, que además era su hermana, todo por mí.

- ¿No te irás? -pregunté más calmada separándome de ella.

- No. -respiró-. A menos que tú me lo pidas.

- ¿Por qué debo decidirlo todo yo? ¿A caso harás todo lo que te pida? -hablaba temblorosa.

- Posiblemente sí. -su respuesta iluminó mi corazón de nuevo.

- ¿Y si te pidiera un beso? -pregunté con mi respiración agitada por el llanto.

- Entonces debería dártelo. -hubo un silencio eterno-. Pero ese no es el caso, debes usar ese poder que tienes sobre mí para cuidarte, para escoger tu felicidad. Si me pides que me vaya.. -su voz se quebró un poco-. Me iré.

- ¡No! Nunca te pediría eso. -le cogí la mano.

- Créeme, llegará un día que solo os causaré molestia. -entrelazó sus dedos con los míos-. ¿Te puedo pedir un último favor?

- El que quieras. -respondí con dulzura.

- ¿Podrías tocar una canción despidiendo nuestro amor? -dijo la más serena que pudo mientras apretaba fuerte mi mano en busca de apoyo. Era lo más fuerte que había visto hacer en mi vida, renunciar a alguien por el bien de esa persona, por su felicidad, y condenarse a una vida sin nadie más.

Mi profesora de Inglés COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora