Cap XVI

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Aun aturdida por su pregunta. Empezó a besarme el cuello, estábamos muy pegadas con poca movilidad, tampoco eran muy grandes esos aseos.

- Quiero hacerte mía.. -susurró excitada en mi oreja, su respiración era muy cálida y pesada.

- Hazlo. -respondí débilmente-. Hazme tuya. -esa respuesta pareció sorprenderla un poco.

- Pero yo también querré algo a cambio. -se apartó lo suficiente para que nuestras miradas se encontrasen. Sus ojos castaños, parecían ahogarse de su propio fuego, necesitaba salir por algún lugar.

- Tranquila, no me olvidaré. -le agarré las nalgas creando un suspiro proveniente de su boca-. Demasiadas ganas te tengo.

- Lo sé. -sonrió malvadamente-. Eso es justo lo que pretendo.

Dicho esto intercambiamos los lugares, gire poniéndola a ella contra la pared y yo aprisionándola, no me fue fácil ya que no tenía totalmente subidos los pantalones. Ella jadeó al notar como la empotraba contra la pared, me gustaba, la había cogido desprevenida. Bajé lentamente mis manos por su espalda, sintiendo como la arqueaba. Escuchando su respiración acelerada me excitaba demasiado. Mis manos se aferraron a esas nalgas que las cubrían unos finos leggins negros muy ceñidos.

- No aguantaré mucho.. -protestó.

- ¿Y eso? -quería jugar con ella.

- ¿Me tomas el pelo? -hablaba sofocada con alguna gota de sudor resbalando por su frente-. ¿Sabes cómo me pone ver cómo te corres así? -prácticamente jadeaba.

- No.. no lo sé. -yo seguía con mi juego mientras no le soltaba las nalgas que encajaban perfectas en cada mano.

- Pues.. -respiraba muy agitada-. Podría aliviar mi foco de placer con solo recordar ese día en el coche. Ese día estaba desatada, nunca nadie se me había puesto así como tu. Eres tan sensible.. -se mordió los labios-. Eso me vuelve loca.

La besé haciendo que dejara de hablar de una vez. Empezaba el juego, ella misma lo había dicho, solo es el principio. Iba a tenerla un buen rato muriéndose de ganas.

Agarré su labio inferior, que se veía brillante y jugoso. En mi boca era terciopelo, tan suave resbalaba entre los míos, lo succionaba tan fuerte que se escuchaban los sonidos de mi boca al cogerlo. Ella aferraba sus manos a mi cintura, parecía dolerle un poco y a su vez excitarla mucho más. Decidí ir más allá y dejé sus labios sustituyéndolos por su lengua, empecé a succionarla, su boca abierta permitiéndome meter lo máximo posible toda su lengua, metía y sacaba su lengua con un movimiento lento con mi cabeza. Cada vez le costaba más respirar y más en esas condiciones. Decidí devolverle la lengua y opté por ir a su barbilla que la mordí con ansiedad, me estaba controlando demasiado, necesitaba liberar esas ansias acumuladas, por eso se me escapó morderla dejándole levemente mi mandíbula marcada.

Gimió con dolor y placer. La atraje más hacia mí, clavando su pelvis contra mi pierna y la mía contra la suya. Lentamente bajé por su cuello, olía maravillosamente bien. Sin poder aguantar más agarré entre mis labios ese cuello que estaba más hinchado de lo normal. Estaba succionándolo como si fuera una sanguijuela, no podía parar me relajaba chuparlo tan fuerte. Sabía que eso le dejaría marca pero me daba igual, sentía ese deseo, no podía parar. Notaba como mi propia boca parecía hacerse más y más pequeña, el paladar parecía encogerse, hasta que no pude más y tuve que soltarlo. Estaba ultra rojo pero me dio igual en ese momento, yo con sus gemidos tenía suficiente para que todo me diera igual.

Le abrí la camiseta de botones, uno a uno con paciencia porque si no la hubiera roto con desprecio. Me encontré con unos pechos pequeños-medianos, pero eran perfectos. Necesitaba verlos mejor y acercando mis manos a su espalda desabroché aquel sujetador, liberándolos para secuestrarlos yo.

Mi profesora de Inglés COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora