Cap XXIV

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Claudia

Mis sentimientos estaban descompensados amaba a Laura, pero desde el primer instante supe que Helena robó todo mi ser. Seguía triste por su desaparición, pero las cachorras y mi momento íntimo con Helena habían hecho que sintiera felicidad, aunque no fuera plena por mi preocupación, seguía sintiendo felicidad.

Seguí andando a la cocina, preparé los biberones, los calenté y eché una cucharada de polvos ajustada al tiempo de vida de las criaturas. Cuando regresé cargada a la habitación vi a Helena muy seria.

- ¿Qué ocurre? Te.. -me ahogué-. ¿Te arr..?

- No. -cortó mi pregunta-. No me arrepiento en absoluto. Desearía que este momento no terminara, pero se que es peor si no te lo cuento.

- Me estás asustando. -el miedo invadía cada poro de mi cuerpo, mi respiración se agitaba, mi mirada estaba clavada en ella.

- Me ha llamado Laura. -sentí como aquella felicidad caía en pedazos, uno a uno, burlándose de mi inocencia. ¿Qué he hecho? Me asusté aún más-. No volverá. -mi corazón recibió una descarga y posteriormente me inundé de ira.

- ¿Qué le has dicho? -pregunté muy furiosa.

- Hey, tranquila. -veía a Helena tratando de contenerse.

- ¡Qué demonios le has dicho! -exigí una respuesta, esa vez ni se lo pregunté.

- Nada, sobre eso. Laura.. es, una dulzura, todos la aman, pero tiende a esfumarse cuando algo le desagrada, ella siempre supo lo nuestro, por mucha distancia que buscáramos entre ambas.

- ¡No, no, no, no! Si no se hubiera ido nada de esto habría sucedido. -dije señalando la cama, reaccioné tarde pero vi que aquellas palabras le habían provocado daño.

- Miéntete a ti misma si así te sientes mejor pero en el viaje nos interrumpieron varias veces, si no eso. -señaló la cama-. Ya habría sucedido antes.

- Perdona. -murmuré suave.

- ¿Perdona? ¡No! ¿Realmente me ves un monstruo, me ves capaz de hacer daño a Laura o a ti para que salga yo ganando? Nunca debí quedarme con una niña. -esas palabras si crearon mi odio.

- ¿Niña? ¿Te he parecido una niña mientras me estabas follando? Con esas no juegues.

- Toma. -se acercó y me dio un papel-. Ahí tienes al amor de tu vida, a tu querida Laura, ve a por ella.

Yo no sabía qué hacer, estaba arrepentida, tenía razón la había culpado sin saber, pero ansiaba tanto saber de Laura que me dejé llevar por el miedo escondido detrás de la ira. Se acercó a mí de nuevo y me quitó un biberón, luego agarró un cachorro y lo alimentó con ternura. Hice lo mismo con el glotón delicado y ella al terminar antes cogió a la que quedaba. Después de eso hicieron sus necesidades y los dejamos durmiendo de nuevo.

- Buenas noches. -murmuró con sus modales Helena a la vez que salía y cerraba la puerta de la habitación. Me sentí terriblemente mal. Supuse que se fue a dormir a otra habitación, aunque horas más tarde entró a la habitación para darles la siguiente toma.

Así sucedió el resto de la semana, ella no se fue, seguía allí ayudándome con los cachorros. Al lunes siguiente, a primera hora se fue, ya que tenía que ir al instituto. No la vería hasta la tarde cuando me diera clase.

Después de irse, observé la nota sobre Laura, no dejaba de mirarla, me moría por ir a verla pero si se había ido era ella quien debía volver. No lograba concentrarme. Decidí descansar un rato con los cachorros.

Mi profesora de Inglés COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora